Andromeda
Llevamos casi todo un día en el maldito avión y ya no aguantó más, necesito bajar de esta cosa.
— ¿Cuánto falta? —pregunta Malcom desde su asiento por décima vez. Ahora que me fijo, está de cabeza.
— Te dije que —Sebastian le va a responder pero es cortado por la voz del piloto.
— Abrochen sus cinturones estamos apunto de aterrizar.
El aterrizaje dura un par de minutos. Cuando bajamos del avión hay dos Range Rovers esperando. En uno van los guardaespaldas de Sebastian y en el otro vamos nosotros. Sebastian toma el asiento de conductor y yo el de copiloto. Malcom y Jay van atrás con Lukah. Pasamos por varios puentes sobre agua, la ciudad está dividida por muchos balnearios y ríos. Sebastian da un giro a la derecha y entra a una residencial lujosa, parece una colina. A medida que subimos más por la colina las casas se hacen más lujosas, aunque no son muy grandes.
Sebastian se detiene frente a un portón con un cuervo en cada pilar, al abrirse por arte de magia Sebastian conduce por un jardín bastante extenso, parece un mini bosque dentro de la propiedad. Seb estaciona el auto frente a una gran fuente de piedra con la figura de una serpiente gigante o algo por el estilo.
— Es el Dragón de Brosno, —murmura Seb a mi lado como si me leyera la mente— del Lago Brosno, está a casi un día de aquí. Mi madre era muy creyente de los mitos.
Dirijo mi atención a la casa, está hecha de piedra en su mayoría, pero conserva un estilo moderno. Antes de que pueda seguir inspeccionarla una señora mayor sale por la puerta principal hablando un ruso fluido.
— Kak ty moy mal'chik U tebya yest' syn!, milyy! —abraza a Sebastian y le rellena la cara de besos.
Miro a Malcom y Jade y noto que están tan confundidos como yo. Daría lo que fuera para enmarcar sus caras. Sebastian le responde algo en ruso y se voltea hacia nosotros.
— Chicos ella es mi tía Anyka, prima mayor de mi madre. —todos le damos una sonrisa amable y ella asiente con la cabeza dejándonos pasar.
Luego toma a Lukah de los brazos de Malcom y empieza a cantarle una canción de cuna rusa. La casa por dentro es magnífica. Sebastian le hace unas señas a Jay y Malcom para que se acerquen.
— Hay cinco habitaciones arriba, escojan la que quieran. —ambos salen disparados, pero Sebastian los detiene al pie de la escalera— Menos la principal obviamente.
— ¡Como usted diga! —dicen ambos al mismo tiempo y siguen su carrera por la mejor habitación.
— Les preparé un poco de té. —dice Anyka con un español entendible y me da a Lukah.
— Linda casa Seb, tú madre tenia muy buen gusto.
— Lo tenía. —la melancolía invade su voz.
Sebastian me lleva a la sala de estar y me siento a un lado de la chimenea. A pesar de no estar tan frío como lo está en otras partes de Rusia, nunca saldría sin suéter. Veo un retrato colgado sobre la chimenea. Es una mujer hermosa tiene un pelo castaño con reflejos rojizos y despampanantes ojos avellana, lleva un vestido blanco y está rodeada de pavos reales. Su imagen intimida, es una mujer poderosa pero su sonrisa y rostro tienen un semblante y dulce. El de una madre.
— Era muy hermosa. —tomó su mano y con la otra sostengo al bebé dormilón.
— Lo era. —dice sonriendo mirando el retrato.
Seguimos recorriendo la sala, hay muchos adornos y pocas fotos. Me detengo al ver una foto de una chica pelirroja de ojos verdes, tiene la cara llena de pecas y todo me grita que irlandésa. Ella sonríe alegre con el brazo de Sebastian colgado de su hombro. Lo miro y solo veo tristeza en sus ojos. ¿Arrepentimiento quizás?
— Ella es Victoria, ¿cierto? —asiente mientras mira fijamente la fotografía.
— Ella quería tantas cosas para Lukah, y ahora no podrá verlo crecer.
— Estoy segura de que harás que ella esté orgullosa. Serás un maravilloso padre, de eso no hay duda.
Sebastian me regala una suave sonrisa y me da un beso.
— Me alegra que creas eso preciosa.
— No lo creo Seb, lo sé.