Al día siguiente, como era su tarde libre, Eyrá me llevo a conocer uno de sus lugares favoritos, donde ella siempre quería disfrutar a solas de la naturaleza para practicar su sanación, meditar y estar calmada. El lugar estaba más allá de la aldea, no tan alejado, estaba des tras una colina muy bonita.
Es un bonito lugar ¿no lo crees? – dijo sonriendo.
Ya lo creo, de todos los lugares en donde eh estado este es el más maravilloso. -dije devolviéndole otra sonrisa amable.
Este lugar es un colchón de flores. Siempre que estoy triste o preocupada vengo aquí, a admirar el lugar y a gozar de su paz. –dijo.
Me agarro del brazo, y me dijo ansiosa y entusiasmada –¡vamos! ¡Hay que entrar!
Era un lugar encantador, sus colores eran como los colores de los cuadros más hermosos del mundo, sus flores pintaban un degrades en el campo, desde el color rosa al amarillo. Era bellísimo, sus verdes eran tan llamativos, sus árboles tan atrapantes, había una pequeña laguna con patitos. El ambiente estaba en armonía, paz, era el lugar perfecto. Hasta el aire era diferente, daban ganas de respirar tan profundo, logrando sentir todo el recorrido que hace al entrar y al salir. Era el lugar más bonito. Caminamos por un sendero rodeado de las flores, bastante tranquilo y hermoso, hablamos de lo lindo que sería ser como las aves, poder volar a donde quisiéramos, sintiéndonos libres. Luego nos recostamos en el pasto, en silencio, mirando el cielo y lo que formaba las nubes, llenándonos de paz, sintiéndonos nada en la inmensidad del cielo. Luego nos levantamos y nos sentamos a los pies del árbol más grande, el que estaba junto al lago. Yo me apoye en el tronco y Eyrá se recostó apoyando su cabeza en mis piernas. Era tan extraño, esa sensación de saber que ya la conocía, de saber sus gustos y lo que le aterraba, era raro y un poco incómodo. Creo que ella también sentía lo mismo, por cómo se comportaba desde que llegue. Bueno también podría ser que se comportara así por lo que paso en el granero el día que el soldado me disparo. Pero más allá de eso, había algo tan familiar en ella.
¿Alguna vez has imaginado como es ser libre sin que todos te juzguen? –me pregunto, mientras me miraba desde donde estaba, casi con ganas de llorar.
Muchas veces. –dije.
Ya sabes, mucho tiempo estuve huyendo del rey y sus soldados. Nunca fui libre, ni supe lo que es no ser juzgada, pero sí que lo eh imaginado. – agregue, sin mirarla demasiado.
Sí, es cierto. ¿y cómo lo imaginas? –dijo curiosa.
Justo como es este momento. –dije sonriendo
No me atreví a preguntar como ella lo imaginaba, creo que me aterro la idea de lo que podría haber respondido, ella es una chica muy especial.
Sin darnos cuentas, nos quedamos dormidas en ese lugar tan maravilloso. Cuando desperté, lo primero que sentí era su cabeza en mis piernas, y al abrir mis ojos la vi tan serena durmiendo en mí regazo, tan hermosa y llena de paz.
Mientras la contemplaba, acaricie su cabello tan despacio para que no despertara.
Pero una voz en mi cabeza me hizo darme cuenta que estaba permitiéndome quererla, y no podía hacer eso. Pero era tan inevitable. Ella era maravillosa. Pero con lo que paso con mis padres, me daba miedo, también perderla. Era la primera persona que me ayudaba en años y se sentía bien. De pronto, escuche gritos en la aldea, y ella se despertó asustada sentándose rápidamente. - ¿Qué está pasando? –me pregunto mientras miraba hacia la aldea. Pronto nos levantamos del suelo, y corrimos a la aldea, dejando ese hermoso lugar atrás. Cuando llegamos a la aldea, había una casa en llama, la casa de los Golbers, los soldados habían vuelto por mí, los campesinos estaban pagando por mi culpa. Ellos disparaban y la gente empezó a caer, los Golbers ya están todos muertos, el señor y la señora con sus hijas, las mellizas. Le dispararon a los Filders, un matrimonio.
-Oh por Dios, Astrid. ¿Qué hacemos? –dijo aterrada y enojada
-ve por tus tíos, cúralos si están heridos, tenemos que salir de aquí ¡ya! ¡ve! –dije alterada
Eyrá corrió a casa de sus tíos, mientras que yo me pare frente a los soldados y dije –dejen en paz a esta gente, es a mí a quien quieren, esta gente no tiene la culpa, pelen contra mí, ¡los reto! - enojada y llena de energía empecé a lanzar hechizos, mientras ellos me disparaban. Escuchaba sus gritos cuando el hechizo quemaba sus cuerpos, cuando las plantas lo asfixiaban, cuando sus balas volvían en su contra. Aun así, otros soldados seguían matando a los aldeanos. Entraron a la casa de los Dorams, una familia pequeña, una pareja adulta con un hijo adolecente. Cuando un soldado pateo la puerta, el padre lucho contra él, mientras la madre y el adolecente salían por la ventana, pero el soldado mato al padre y la madre salvo al chico empujándolo de la ventana, ella quedando sin vida y el chico gritando por la muerte sin compasión de sus padres. Mientras eso pasaba, Eyrá no lograba convencer a sus tíos de salir de la casa, ellos decían que nacieron aquí y si tenían q dejarlo todo ellos preferían morir ahí. Ella les rogo que salgan, sin obtener nada.