La mañana siguiente, los rayos del sol se filtraban tímidamente por las cortinas de mi habitación, pero el reloj de bolsillo seguía brillando con una luz suave y misteriosa. Mientras me preparaba para la escuela, mi mente no dejaba de regresar a la noche anterior y a las palabras de Alaria. ¿Cómo era posible que no supiera nada sobre ser una hechicera, sobre mi linaje, hasta ahora? Antes de salir de mi habitación, decidí hablar con mis padres. Los encontré en la cocina, preparándose para el trabajo.
—Papá, mamá —dije, tratando de sonar casual—, ¿ustedes saben algo sobre el reloj que me dieron, sobre otro mundo o.… hechiceros?
Mi padre levantó la mirada del periódico, sorprendido por mi pregunta.
—No, no lo sé, hija —respondió, con un tono sincero—. Ese reloj ha estado conmigo desde que era un niño. Siempre me intrigó, pero nunca supe mucho sobre él. Lo único que sé es que venía acompañado de un diario, pero nunca pude abrirlo.
Dicho esto, mi padre se levantó y fue a buscar el diario. Me lo entregó, un viejo cuaderno de cuero con el nombre de mi abuela, Elara, grabado en la portada.
—Quizás tú tengas más suerte con él —dijo, con una sonrisa de complicidad—. Pero no olvides que es solo un viejo diario.
Agradecí a mi padre y guardé el diario con cuidado. Mientras me dirigía a la escuela, no podía dejar de pensar en lo que podría estar oculto en sus páginas. El día transcurrió en una bruma de pensamientos confusos y preguntas sin respuesta. Las clases sucedieron una tras otra, pero apenas podía concentrarme. Finalmente, cuando el timbre de la última clase del día sonó, me dirigí a casa con un solo objetivo en mente: descubrir lo que ocultaba el diario. Ya en mi cuarto, tomé el diario de mi abuela. Para mi sorpresa, cuando el reloj tocó la tapa del diario, un suave clic resonó y el diario se abrió fácilmente. Lo abrí con cuidado, y las primeras palabras en la página captaron mi atención de inmediato.
Entrada del Diario de Elara - 15 de junio de 1985
Querido diario, la decisión más difícil de mi vida se ha tomado hoy. He usado un hechizo para sellar los poderes mágicos de mi hijo. El peligro que representa la Hermandad Oscura es demasiado grande. Decidí que solo la hija de mi hijo debería heredar estos poderes cuando llegara el momento adecuado. Para protegerlo, borré sus recuerdos de la magia y lo oculté en el mundo normal, lejos del alcance de la Hermandad Oscura. Esta decisión garantizará que la magia permanezca oculta hasta que el linaje esté listo para defenderse de las fuerzas oscuras que acechan.
Mis manos temblaban al leer esas palabras. Mi abuela había tomado una decisión devastadora para proteger a mi padre y a nuestra familia. Al sellar los poderes de mi padre y borrar sus recuerdos, había asegurado que solo yo, su nieta, heredaría la magia, pero solo cuando fuera necesario. Cerré el diario, sintiendo una mezcla de tristeza y determinación. Mi abuela había querido protegernos, pero ahora que la verdad había salido a la luz, sabía que debía aceptar mi destino. Sentí una oleada de emociones encontradas: el peso de la responsabilidad, el temor a lo desconocido y una profunda tristeza por la vida normal que ya no parecía posible. Esa noche, cuando el reloj volvió a marcar la medianoche, me senté en el suelo de mi habitación y abrí la tapa. El rayo de luz azul se proyectó de nuevo, formando el símbolo en el suelo. Sin vacilar, toqué el símbolo y sentí el vértigo familiar que me transportó al bosque. Alaria estaba allí, esperándome. Su expresión era seria, pero sus ojos mostraban una chispa de aprobación.
—Has encontrado parte de la verdad —dijo—. Tu abuela era una gran hechicera y una protectora de los secretos de tu linaje.
—¿Por qué no me lo dijeron antes? —pregunté, todavía sintiendo la confusión y la tristeza en mi pecho.
—Tu abuela sabía que el peligro era grande —explicó Alaria—. La Hermandad Oscura ha estado buscando a los herederos de tu familia durante décadas. Decidió que lo mejor era mantener el conocimiento oculto hasta que estuvieras lista para enfrentarlo.
—Pero, ¿por qué mis padres me dieron el reloj ahora, a los 18 años, y nunca mencionaron nada sobre esto? —pregunté, aún más intrigada.
Alaria asintió con comprensión.
—Tus padres también fueron protegidos por el mismo secreto. El reloj es un artefacto mágico que solo revela su verdadero poder cuando el heredero cumple 18 años, la edad en la que sus poderes mágicos comienzan a manifestarse plenamente. Tu abuela les instruyó que te lo entregaran en tu 18 cumpleaños para que estuvieras preparada para recibir tu herencia mágica y el conocimiento que la acompaña.
Me senté sobre una roca cubierta de musgo.
—Pero, ¿cómo sabré si estoy lista? —pregunté, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros.
—Ya has dado los primeros pasos —dijo Alaria con una sonrisa alentadora—. Has enfrentado a una sombra errante y has aceptado tu herencia. El Grimorio de los Portales te guiará, pero hay algo más que debes saber. Alaria hizo un gesto y un espejo antiguo apareció flotando en el aire.
—Este espejo es un portal hacia los recuerdos —explicó—. Te permitirá ver momentos del pasado de tu familia, para que puedas entender mejor tu linaje y los desafíos que enfrentaron.
Tomé una respiración profunda y toqué la superficie del espejo. Al instante, las imágenes comenzaron a moverse, mostrando escenas del pasado. Vi a mi abuela joven, enfrentando a la Hermandad Oscura, protegiendo a mi padre cuando era niño, y finalmente tomando la dolorosa decisión de ocultar la verdad. Mientras observaba, vi también fragmentos de futuro, visiones borrosas que no lograba comprender del todo, pero que me llenaron de una inquietud creciente. Las lágrimas llenaron mis ojos al ver el sacrificio que había hecho por nosotros. Pero también sentí una fuerza renovada. Ahora comprendía el peso de mi legado y la importancia de mi misión. Tenía que proteger el equilibrio entre los mundos, no solo por mi familia, sino por todos aquellos que dependían de la magia para mantener la paz. Cuando las imágenes se desvanecieron, miré a Alaria con determinación.
Editado: 10.12.2024