NOAH:
En mi vida había tenido aventuras; había volado en helicóptero, buceado, me había tirado en bungie, viajado a casi todo el mundo, y también había hecho paracaidismo un par de veces... Pero esta vez, esta vez fue todo tan diferente, respiraba un aire nuevo, la adrenalina que sentí las veces anteriores, ahora era más intensos que nunca. Esta vez tenía a alguien tendida de mi mano, y no me podía sentir mejor.
Mi enfoque hacía Mónica era tan diferente ahora, sus ojos brillaban, su sonrisa era inmutable.
— ¡Dios, eso fue increíble! — Exclamó Mónica en cuando pisamos tierra, aún con el paracaídas arrastrandose a sus espaldas. — Jamás me había sentido así, esa adrenalina... Wow, simplemente wow.
— ¿Entonces, no me quieres matar ahora? — Por primera vez ella me miró, y me mostró aquella sonrisa que me dejó prendado por completo.
Mientras nos quitaban los implementos, simplemente sonreíamos al mirarnos. Algo había cambiado, lo sentía en sus miradas, en su manera de sonreír.
— Gracias Noah... Fue una linda e increíble experiencia.
Con una última sonrisa —que no parecían tener fin— nos aproximamos hasta el auto, luego de agradecer y despedirnos de los entrenadores. Su semblante brillaba, y el mío no dejaba de brillar tampoco.
— Entonces... ¿Fue suficientemente genial para considerarlo una cita? — Eso le arrancó una carcajada, y yo la acompañé a los segundos.
Pensé que de inmediato ignoraría mi comentario, pero para mi sorpresa, me siguió la corriente.
— No... Pero quizás lo haga si me invitas a una hamburguesa.
De pronto me sentí adrenalinico, y no era para nada por lo que acabábamos de hacer, era algo más que eso, era su sonrisa... O su semblante, no lo sé. Pero mi subconsciente volvía a repetirlo; algo había cambiado. Sonrientes y ya en el auto, nos sumergimos en un silencio acogedor, en confianza, y así pasaron minutos hasta que la gran "M" en amarillo apareció en mi campo de visión. Llevé el auto en el automac, mi pedido fue solo de papitas, hamburguesa gaseosa, y la de ella incluía nuggets de pollo.
— ¿Y ahora que hacemos? — Pregunté, llevándome la hamburguesa a la boca. Ella hacía lo mismo con la suya.
— Solo estacionate por ahí.
Así lo hice. En cuanto saqué la llave del contacto, mi vista se fue hacia la chica a mi lado, con su celular en una mano y su hamburguesa en la otra, se veía bastante concentrada escribiendo lo que sea que escribía en su celular —que por cierto no era el que yo obsequié—, así que no la quise interrumpir y solo seguí comiendo. Fue así durante minutos, hasta que el silencio fue mucho para mí y no pude evitar hablar.
— ¿No vas a comer? — Pregunté, como quien no quiere la cosa, Mónica simplemente asintió y despegó su vista del aparato, pero solo por algunos segundos.
— Sí, es solo que estoy hablando con Cody. — Mi expresión se sumió en confusión. No tenía ni idea a quien se refería ella, pareció recordarlo y se aproximó a explicar. — Es un compañero de clase, estoy en fotoperiodismo con él y estoy algo preocupada porque debo entregar un proyecto y no tengo ni idea sobre qué hacerlo. — Dijo, tecleando en su celular.
— ¿Y él está en el proyecto contigo?
— No, simplemente se ofreció a ayudarme, él es bunisímo en fotografía.
Quise ocultar mi confusión tomando un sorbo de coca-cola. Y es que eso no era lo que había visto cuando pasé por ella días atrás, la cara del chico no era para nada de amistad cuando le sostenía por detrás para —supuestamente— enseñarle a sostener la cámara. Pero eso no se lo iba a decir, porque obviamente estaría totalmente fuera de lugar que un chico que recién conocía le dijera nada sobre sus compañeros.
Realmente no me gustó verla preocupada, con el ceño fruncido y masticando lentamente, sin siquiera prestarle atención a lo que comía. Por eso fue qué, sin pensarlo demasiado, hablé.
— Puedo darte pases para la presentación de mi álbum, y hacer el informe de mi show.
No se lo esperaba, para nada se lo esperaba. Mónica alzó la vista casi de inmediato y la dejó en la mía, incrédula y con las papas en la boca. Sonreí ante su imagen.
— ¿En serio? — Fue lo que preguntó, aún con sorpresa.
Yo simplemente desestimé la situación y seguí con mi hamburguesa de doble carne, con la vista periférica logré ver la tímida sonrisa que se desplazaba en su rostro. Era muy bonita, su manera de sonreír, o de bajar su rostro para ocultar su sonrojo.
Era muy bonita.
De pronto me encontré a mi mismo sonriéndole a la nada, mirando a la carretera frente a mi, más allá del volante.