Mónica
Apenas un día había pasado y mis pensamientos seguían en Noah... En sus labios. En su manera de mirarme, o en la gran sonrisa que formaba cuando estaba en el escenario, con todos los músicos y bajo los reflectores. Cuando el chico estaba sobre el palco, es otra persona completamente distinta, allí se convertía en una persona que logró cumplir sus sueños, y sin duda alguna transmitía que cualquier persona podía hacerlo también.
Una sonrisa involuntaria creció en mi rostro, al tiempo que ralentizaba mis pasos. Estaba agotada. Mi día en el trabajo había sido largo y estresante, había un nuevo administrador y debía procurar hacer todo al pie de la letra si no queríamos problemas, así que yo solo me limitaba en servir cafés y cobrar, la nueva encargada incluso se tomó la molestia en instalar algunos televisores en el establecimiento, donde pasaban vídeos musicales y noticias de farándula.
Cuando me disponía en cruzar la calle para tomar el autobús, mi celular sonó con un mensaje, por un segundo pensé en dejarlo así y revisarlo cuando esté en casa, pero finalmente decidí en tomarlo, revisé el mensaje e instantáneamente mi sonrisa creció.
¿Estás disponible justo ahora?
Noah. Ese chico últimamente me sacaba sonrisas muy seguido, y ya no hallaba manera de calmar a mi corazón.
Saliendo del trabajo... ¿Algún plan?
Detuve mis pasos en medio de la acera, en espera de una respuesta que tardó en llegar.
No te muevas, voy en camino.
Apenas estaba a media cuadra de distancia de la cafetería, por lo que sin pensarlo di media vuelta y me devolví a mi sitio de trabajo, sentándome en una de las sillas que estaban fuera del establecimiento. Con mi semblante totalmente entusiasmado, y apostaba que con mis ojos brillando, le contesté rápido.
Aquí te espero.
Después de al menos un cuarto de hora, vi el auto del cantante acercarse, enseguida me puse de pie y esperé a que se detuviera frente a mí. No sabía cómo reaccionar al verlo, no después de aquel beso, ese pequeño contacto de labios pero que causó gran efecto en mí; ese beso que también había interrumpido mi mejor amiga, porque justo cuando el chico estaba por profundizar, Melissa exclamando mi nombre cesó por completo su intención... Ella se arrepintió por supuesto, simplemente explicó que me buscó por todos lados y que debía irse porque al día siguiente tenía clase a primera hora.
Lancé un suspiro, desde ese momento no había visto a Noah, solo mensajes y llamadas, sin embargo aún no hablábamos nada al respecto. Un suspiro más profundo, y cuando me quise dar cuenta me encontraba entrando en el auto del chico, sonreí y él hizo lo mismo.
- ¿Y, que planeas? - Fue lo primero que pregunté. Sus manos apretaban el volante, mientras sus ojos se achicaban como producto de la risa.
El cantante solo negó con la cabeza.
- Ten paciencia, ya lo descubrirás. - Tras eso simplemente arrancó el auto, y nos escurrimos por las avenidas de Los Ángeles. Bastaron solo segundos de ojear las calles para percatarme a donde íbamos; Santa Monica.
Una de las playas más turística de Los Angeles estaba en nuestra dirección, y extrañamente, no había tanta gente cómo hubiese esperado. Sin embargo, por la ventanilla lograba ver a unas cuantas personas trotando y otras en bicicletas, pasamos el muelle de Santa Monica hasta llegar a pacific park, lugar donde el cantante aparcó.
- ¿Estás lista? - Preguntó el chico.
Mi vista se centró en él, al tiempo que desabrochaba el cinturón de seguridad. Y él seguía sonriendo. Y para ser honesta, tenía una linda sonrisa, en ocasiones mordía delicadamente su labio inferior, mostrando todos sus dientes... Y su mirada, el azul eléctrico en los ojos me embriaga, la mayoría de las veces con peculiar brillo.
- ¿Lista para qué? ¿Estás consciente que aquí cualquier persona te puede reconocer?
En cuanto terminé de hablar sacó una bolsa de papel abajo de su asiento, con unos gorros y gafas dentro.
- No te preocupes por eso. -Fue todo lo que dijo, acto seguido se puso lo que había sacado y me ayudó a hacer lo mismo.
Su mano rozó mi pómulo cuando trató de acomodarme las gafas, no dije nada, solo sentí mis mejillas calentarse y su mirada clavada en esa zona, una pequeña sonrisa formaron sus labios. Segundos después se alejó, quitó el seguro de las puertas y salió del auto. Un profundo suspiro salió desde mi garganta, antes de imitarlo y reunirme con él en la entrada del parque de atracciones. Las personas pasaban sin prestarnos mínima atención, unas chicas patinando, niños corriendo y jugando, eso era lo que mayormente había ese día en la ciudad costera de Santa Monica, las filas para cualquier atracción también estaban bastante presente.
Noah consiguió boletos para el primer juego, iba a su lado sonriente, emocionada porque hace mucho no visitaba una feria, pero mis pasos se detuvieron en seco cuando noté cuál era el primer juego. La noria. Una atracción que me encantaba cuando era niña, pero justo en ese momento mis pies se tensaron en el piso.
- ¿Que pasa? - Confuso, Noah inquirió.
Yo simplemente negué reiteradas veces con la cabeza.
- No es nada... Es solo que tengo mucho tiempo sin subirme a una. - Esa fue mi única respuesta, enseguida me di cuenta de la mueca burlona que el cantante estaba formando. Así que para borrar cada estúpido pensamiento que pudiera tener, hablé. - La última vez fue con mi padre. La noria era, en realidad nuestro juego favorito.
La voz se me rompió un poco, sin poder evitarlo decenas de recuerdos bombardearon cada recóndito sitio de mi cerebro. Mi padre y yo en los juegos, sus sonrisas, sus abrazos cuando sentía miedo, y sus dulces susurros para que no tuviera miedo a las alturas... Mis ojos se aguaron, y quizás exageraba un poco, pero después de tanto tiempo sentía de nuevo mis muros caídos por su muerte.