No entiendo como pasé de no desear involucrarme más allá del sexo con las mujeres a querer hacerlo con Naila.
Me molesta que haya aceptado salir con otro y que me cerrara la puerta en la cara la otra noche.
Se suponía que la relación casual sería fácil porque ninguno quería una relación y ahora resulta que ella quiere más y no me considera una opción. En cualquier momento me dirá que no quiere seguir acostándose conmigo porque decidió darle una oportunidad al abogado aparecido y eso me molesta más de lo que estoy dispuesto a admitir. Si él no hubiera aparecido, todo estaría bien entre Naila y yo.
Maldición, odio sentirme así.
Llamo a Gideon necesitando distraerme.
—Hola, tío Jake.
—Hola, Regi. ¿Está tu papá?
—¿No quieres hablar conmigo?
Cierro los ojos.
—Claro, ¿cómo estás? ¿Qué tal la escuela?
—Estoy bien y estoy de vacaciones de la escuela.
—Oh cierto.
—¿Cuándo vas a venir a jugar conmigo? El tío Trey me deja pintarle las uñas. Puedo pintarte también. Tengo nuevos colores que la tía Assia me regaló.
Sonrío.
—Pronto iré. Lo prometo. ¿Tu papá?
—Intenta probarle a mamá que puede colgar un cuadro sin martillarse el dedo, pero ya se lo martilló dos veces—suelto una carcajada—. Y ahí va la tercera.
De fondo escucho a mi amigo maldecir, lo que me hace reír.
—¿Me pasas con él?
—Sí. ¡Papi!
Escucho a Gideon maldecir de nuevo, a Regina regañarlo por decir malas palabras y le dice que le buscará hielo para su dedo.
—Hola, Jake.
—¿Qué tal tus dedos?
—Bien.
—¿No puedes colgar un cuadro?
—Algunos somos buenos con las computadoras y sistemas, otros con la carpintería. Tendré que darle la razón a Nika y dejar que alguien se ocupe de colgar el cuadro.
—Nika te ama aunque seas un inútil con el martillo.
—Gracias, amigo.
—De nada. ¿Crees que puedes dejar a tu mujer e hija por una noche y salir a cenar conmigo?
—Vaya, ¿quieres que tengamos una cita? Nika no es celosa y le agradas, aun así, no quiero que te hagas ilusiones. Mi corazón es de ella y solo lo comparto con mis hijos.
Sonrío.
—Que mal que rompas mi corazón. Una cena de amigos en un restaurante porque sabes que no me gustan los bares. He estado trabajando todo el día.
—¿Y Naila?
—Nuestra relación es sexual, no de otro tipo.
—¿No tendrá que ver con que tiene una cita con Dean?
Me inclino hacia atrás.
—No. Nada que ver—relamo los labios—. ¿Cómo sabes?
—Se lo contó a Nika mientras yo estaba ahí y esta me interrogó para saber que tal es Dean. Nika es muy protectora con sus seres queridos y no quiere que le rompan el corazón a su hermana después de lo que ha pasado.
Trago con fuerza.
—¿Y qué puedes decir de él? ¿Es bueno?
—¿Por qué preguntas?
—Curiosidad. Considero a Naila una amiga y tampoco quiero que le rompan el corazón.
Mi amigo guarda silencio durante un momento y escucho a Regina decirle que le dé la mano para que le ponga hielo.
—Es un buen tipo. Es de esos abogados que le preocupa el medio ambiente y los derechos de las personas, de hecho, me recuerda un poco a Cole. Viene de buena familia y no es un idiota arrogante que se cree el centro del mundo. No es mujeriego y prefiere pasar el tiempo libre haciendo actividades de montaña o deporte antes que salir a bares. Su última relación se terminó porque a su ex no le gustaba que él se involucrara tanto en las causas sociales. En conclusión, es un buen partido para una mujer que busca una relación seria.
Me siento contrariado en este momento porque desearía que fuera un idiota para que Naila no se interesara en él, sin embargo, no lo es. Tal vez estoy siendo egoísta al pensar de esa forma porque si Naila desea una relación, debo aceptarlo y sentirme feliz que encuentre un buen hombre que esté a su altura.
No puedo estar feliz, siento una sensación amarga en el pecho al pensar que ella está con otro y me deje para acostarse con ese otro.
—Me alegro. ¿Vamos a cenar?
—No puedo esta noche. Assia y Trey vendrán mientras Regina se queda a dormir en casa de su amiga Fina. Puedes venir.
—Me agradan, pero suena a una cita doble donde yo estaré sobrando. Si Regina estuviera sería diferente.
—Podemos quedar para un día en la semana.
—Claro. Avísame cuando te quede cómodo y arreglamos. Le prometí a tu hija que la visitaría para jugar con ella, aunque no dejaré que me pinte las uñas.
Ríe.
—Suerte con eso. Trey y yo dijimos lo mismo y él terminó con las uñas rosas y yo verde.