Golpeó a puño cerrado a Jorge en el estómago, este hace una mueva por el dolor, pero eso no le impide intentar defenderse, regresando un golpe que no tardo en esquivar, lo pateó en una pierna, provocando que caiga al suelo, desde su posición me tumba, enredando ambos pies en el mío para después estirarlo.
— Muy bien chicos, eso es todo por hoy. — nos felicita el entrenador, me incorporó lo más rápido que puedo, para después ayudar al pelinegro a levantarse, nos encontramos en entrenamiento de defensa personal, es entretenido y divertido.
Camino hacia una banca, donde se encuentra Víctor sentado, luciendo fresco, tomo una botella de agua y tomo la mitad de ella en cuestión de segundos, limpio el sudor de mi frente con una toalla.
— Ya no te molestaré, pobre Jorge, lo dejaste tirado, aunque él se defiende muy bien, como logró tirarte estando él en el suelo. — comenta, dirijo mi mirada a él y sonrió.
— ¿Y no te cansas de vernos entrenar sin hacer nada? — inquiero, dándole un trago a la botella que sostengo en mis manos.
— ¡Ni que los viera corriendo! Además entrene con Joseline hace media hora. — se defiende, ruedo los ojos.
— Joseline tiene seis años, — le recuerdo. — tú tienes dieciocho y repites tercer año de preparatoria y ella cursa primer año de primaria.
— Esa niña es la mejor de su clase. Aunque tú no lo sepas, ella golpea muy fuerte.
Ignorándolo olímpicamente entro a las duchas, me desvisto lentamente, abriendo la llave en el proceso, esperando a que se caliente un poco, meto mi mano al agua, sintiéndola caliente, sin pensarlo dos veces entro al agua. Mis músculos se relajan al instante en que el agua caliente cae por mi cuerpo.
Al terminar, comienzo a secar mi piel para vestirme, un pantalón holgado de color gris y una camiseta deportiva corta, sin faltar mi ropa interior. Pongo un poco de crema con esencia de vainilla en mis brazos, cuello y rostro.
Cepillo mi cabello rápidamente, dejándolo sin marañas, delineó mis ojos y aplicó un poco de bálsamo labial, ahora sí, estoy lista.
Salgo de las duchas, después de haber guardado mi ropa en una bolsa plástica para poder llevarla a lavar. Miro a Tamara afuera de las duchas, recargada en el marco de la puerta, esperándome.
Sin decir nada, ambas caminamos hacia nuestra cafetería favorita, al entrar al local, el característico aroma a chocolate caliente y pastel recién horneado me recibe de golpe, el tintineo al abrir la puerta no se hace esperar, juntas nos dirigimos hacia una mesa vacía, cerca de la ventana.
— Katherine Evans. — murmura Tamara, llamando mi atención, parece perdida en sus pensamientos. — ¿Por qué? — vuelvo de nuevo mi atención a la castaña a mi lado, su labial rosa resalta, trae unos tacones y un vestido rojo, viéndose perfecta. Nos amoldamos a la perfección.
— Por qué, ¿qué? — Me mira como si su pregunta hubiera sido demasiado obvia, una mesera se acerca a pedir nuestra orden, interrumpiéndola.
— Bienvenidas a JaneCross's ¿Ya saben que van a ordenar? — Su voz y sus ojos son demasiado dulces, por favor que no sea una chica ingenua y dulce, me recuerda a mí.
— Yo una malteada de vainilla. — Digo en mi tono usual, uno indiferente y frio, la chica se sorprende pero anota en su libreta con una rapidez que me sorprende, no separó mis ojos de la libreta en sus manos.
— Lo mismo para mí. — La chica asiente y se va. — Y bien ¿Piensas decirme algo?
— Tamara, te lo dije ese día y lo repito hoy, no somos amigas, no estoy obligada a decirte lo que pasa en mi vida o lo que pienso, lo sabes bien. — Mi tono es demasiado desinteresado, mi rostro muestra aburrimiento total, suspira con cansancio, como si yo la cansará.
— Reitero, Katherine, ¿Qué somos para ti? ¿Qué soy yo para ti? ¿Qué somos? Una simple distracción, dime Katie, ten el valor suficiente para decirlo. — La miro sin saber que contestar, creo que por primera vez en dos años me han preguntado esto, no aparto mis ojos de su rostro, molesta. Me está presionando,
¿Qué son ellos para mí? Es una buena pregunta, una a la cual no tengo respuesta ¿Amigos? Claro que no, yo no tengo amigos, ¿conocidos? ¿Conocidos cercanos? ¿Alguna distracción? ¿Personas con quienes pasa el tiempo? No lo sé, no sé quiénes son para mí y dudo mucho saberlo algún día.
— No lo sé Tamara, no sé qué significan para mí. Y dos, no me presiones. — Mi respuesta es fría y cortante, eso parece molestarla, se levanta de su asiento, mirándome seria.
— Acuerdo mutuo número dos; no nos lastimamos entre nosotros. — Sin decir más la castaña se va, ¿La lastime? Solo le dije la verdad, siempre soy demasiado franca con todos ellos. No es una sorpresa para nadie que les digo lo que pienso directamente.
— Aquí están sus malteadas — La chica de antes deja las dos malteadas de vainilla sobre la mesa, le agradezco y doy un sorbo a mi malteada. Son las mejores de la ciudad.
— ¿Dos malteadas para ti sola, Katherine? ¿Necesitas compañía? — Volteó para ver a Víctor me da una sonrisa ladina, sacudiendo su cabello rubio. No vacila en sentarse en el lugar que ocupaba Tamara y empieza a tomar la bebida de la chica castaña que me abandono.
Me limitó a asentir con la cabeza, pensando la pajilla entre mis manos, para después darle un largo sorbo ¿Qué más puedo hacer si él ya está aquí? Correrlo es una buena idea pero no voy a pagar esa malteada.
— Un chico te estaba observando detenidamente. — comenta, terminando su bebida rápidamente. Wow, este sí que tenía sed.
— ¿Y? No me interesa. Sí que tenías sed — No hago ademán de descubrir quién es ese "admirador" que me observa, no siento curiosidad por la identidad de esa persona.
— ¿Qué pasó con Tamara? Estaba mal, muy mal, Katherine, no la había visto así desde... desde algo que le ocurrió. — La preocupación en su voz es clara, pero la ignoro dándole un sorbo a mi bebida. — Hablo enserio, Katherine, pareciera que para ti todo es un juego.