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Seth
— Ya levántate, pareces un oso dormilón. — dice Clara, en un intento de levantarme, para mi mala suerte ya no me encuentro en carencia de mis sentidos, complicándome la tarea de volver a dormir.
— Me hubieras dejado dormir, por si no lo sabes hoy es mi cumpleaños. — gruñó, volviéndome a cobijar, ella estira las cobijas, quitándomelas.
— ¡Oh! Déjame adivinar... ¿El mismo cumpleaños que ya ha pasado quince veces en él mes? — inquiere, burlona.
—Ese mismo, Clara, ya deja dormir.
—Felices 33. —suelto una carcajada, incorporándome.
—Dieciocho. —corrijo. — Ya, bajo en un minuto.
—Más te vale. —amenaza. — Sesenta... cincuenta y nueve... cincuenta y ocho...
La veo salir de mi habitación, busco entre mis cosas una chamarra gruesa, el frio está en aumento, y navidad se acerca cada vez más y con ella, mis ganas de tomar ponche.
Llego a la cocina, donde mama está sirviendo una tasa de chocolate caliente, la deja frente a mi silla.
— ¿Para mí?
— Sí. Es para la persona que cumple treinta y tres años hoy. — se burla Clara, dándome una mirada de superioridad.
— ¿Ahora qué hicieron? — pregunta mamá, entrecerrando los ojos en nuestra dirección, analizándonos.
— ¿Sabías que si se pueden cumplir quince veces años dentro de un mismo mes? Yo me acabo de enterar.
— ¡No me digas! ¿Otra vez es tu cumpleaños? — pregunta en mi dirección, asiento con una sonrisa socarrona.
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Miro fijamente a mi hermana, quien mueve rápidamente sus dedos sobre la pantalla de su teléfono, mientras tiene la televisión encendida.
— Deja de mirarme. — dice sin levantar la mirada del aparato en sus manos, voy a fastidiarla solo un poquito.
— ¿O si no, que? — pregunto, bufa, pero no contesta. — Vamos Clara de huevo. ¡Eres aburrida!
—Hum. — musita, sin prestarme la más mínima intención.
—¿A que tu hermano es el mejor, el más guapo, el más inteligente e increíble hermano que pudiste desear alguna vez en tu vida?
—Ajá...
—... el mejor en el mundo...
—Como digas.
—... y hueles a popo.
—Y huelo a... ¡¿QUÉ HUELO A QUÉ?!
—Bien, soy el mejor, el más guapo, el más inteligente e increíble hermano... — enumero con los dedos. — ¡Ah! Y el mejor del mundo. Tus palabras, no mías.
—¿Cuándo dije eso?
—Hace un segundo. Y te recomiendo estar preparada ahora. — le digo, me mira extrañada.
—¿Qué?
—Ya me oíste, ahora. — repito, rio al ver el rostro de mi hermana.
—¿Ahora qué? — pregunta de nuevo.
—Eso, prepárate.
—¡CLARA! — escucho el grito de mi madre y comienzo a reír.
—¿Qué hiciste? — inquiere, mirándome molesta, suspira fuertemente incorporándose. Guardando su teléfono.
—¿Yo? Nada. ¿Por qué?
— ¡SETH! — me sobresalto al escuchar a mi madre hablarme a mí, mis planes fallaron, al igual que mis ganas de ir con mi madre.
Escucho a Clara reírse de mí, ahora es muy divertido para ti, pequeña nutria. Camino perezosamente hasta la habitación de la nutria que tengo por hermana, un paso tras otro, voy directo a mi perdición. ¡Los mocosos se quedarán sin quien adorar! Oh, su pobre suerte.
— ¿Por qué los papeles de adopción están fuera de su lugar? Sabes que son importantes para cualquier situación. — la miro confundido, sí, para mí no es secreto que soy adoptado.
— ¿No me vas a regañar por...? — me callo al darme cuenta de que me estoy delatando frente a mi madre, levanta una ceja. — ¡Yo no puedo hacer eso! — Para mostrar mi punto intento levantar una sola ceja, pero término haciendo muecas.
— ¿Qué hiciste?
— ¡Nada! ¿Cómo puedes pensar que yo haría algo? — respondo, indignado.
— Como digas, ¿Por qué moviste los papeles y no los dejaste en su lugar? — vuelve a preguntar, acomodándolos sobre una caja naranja.
— Yo... quería investigar sobre mis padres biológicos, solo eso madre, lo juro. — digo, soltando un resoplido. — No hay nada de ellos, solo sé lo que tú me dijiste.
— Oh, bueno... en ese caso, ya sabes que si quieres saber algo solo debes preguntarme, con gusto te responderé. — me recuerda.
— Si, lo sé... ¿Puedes volver a contarme él cómo me conociste? — pido, mirando sus oscuros ojos marrones, asiente levemente.
— Pero dejaras de fastidiar a tu hermana, socarrón. — asiento ansioso, me gusta que me cuente esa historia. — Hace dieciocho años...
— Donde no eras completamente feliz porque todavía un pequeño y hermoso ángel no llegaba a tu vida. — interrumpo.
— No me interrumpas. Hace diecisiete años, yo trabajaba en un orfanato, un día de abril, llovía a cántaros, estaba oscureciendo, ya íbamos a dormir, pero escuche que golpeaban la puerta y tu llanto. Me apresure a salir, estabas en una canasta, envuelto en una sábana gris, tenías una carta, donde pedían que te cuidaremos, al parecer te había dejado un familiar lejano de tu madre...
— Fui lo mejor que te pudo pasar en la vida. — agrego rápidamente.
— Tú y Clara son lo mejor que nos pudo pasar a tu padre y a mí, aunque te esfuerces en hacernos molestar, pequeño socarrón. — murmura abrazándome.
— ¡TÚ! — giro rápidamente para ver a Clara, me levanto de la cama y corro hacía la ventana, dejando a mi madre confundida.
— ¡Momento perfecto para huir! ¡Te veo después mama, te quiero! — grito mientras salto por la ventana, espero ser residido por la suavidad del colchón que estaba tirado aquí, pero no, el frio y duro piso me recibe.
— ¡La venganza es dulce!
Oh, valla que sí.
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— ¡No te muevas!
— ¡Pero me duele! — espetó de regreso, Katherine se encarga de untarme la pomada en toda la espalda. Siseo al sentir su mano en mi hombro adolorido.
—Antes y solo fue un simple raspón. — murmura. —Pudiste romperte un hueso.
— ¿Tienes buena vista, Jolie? — me burló, siento como presiona un poco mi piel, suelto un gruñido, eso duele.