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Seth.
—Ya me voy.
—Tú no te vas de aquí.
—Pero...
—No señorita, no voy a permitir que repruebes. —le hago saber, aprieta los labios, intentando ocultar su fastidio, no se molesta en decir nada más, sabe que tengo razón. —Ya verás que no es tan malo, jolie.
— ¿Algún día dejarás de decirme así? —inquiere, soltando un resoplido, niego con la cabeza, mirándola fijamente, su cabello oscuro se encuentra detrás de sus orejas, hoy lo lleva suelto.
Sus ojos grises no dejan de mirarme, debajo de ellos se encuentran unas leves bolsas oscuras que intentan ser tapadas con maquillaje.
Frunzo el ceño al darme cuenta de la delgadez de su rostro, sus pómulos se ven mucho más marcados que antes, mi mirada examina su cuerpo, el cual, de igual forma se ve mucho más delgado.
Y me es imposible no preocuparme por ello.
Se ve tan demacrada.
—Vamos a comer. —murmuro antes de siquiera poder pensar en mis palabras, sus ojos me miran con algo de duda, veo como se muerde el labio analizando mis palabras.
— ¿Ahora?
—Después de clases, jolie. No dejaré que te saltes clase alguna, mucho menos por mi culpa. — le aclaro, frunce su labio inferior en un gesto involuntario, del cual no parece ser consiente.
—Seth...
—Nada de Seth, Jolie.
—Al menos busca un apodo mejor. —se queja.
Ahora soy yo el que frunce el ceño, algo confundido, ¿Desde cuánto le molesta que le diga jolie?
Después de llamarla así por casi un año se volvió normal que le dijera así para todo y jamás se había quejado, bueno, hasta ahora. ¿Hay algo mal?
— ¿Ya no te gusta jolie?
—No es eso. —murmura.
Entonces dejo de tener la más mínima idea de lo que puede estar pasando por su mente.
— ¿En su defecto, prefieres beau o belle fine?
—Me quedo con Jolie, sin duda alguna. —responde, soltando una risa que es frenada de golpe cuando nos plantamos frente a nuestra primer clase. —No quiero.
—Katherine...
—Ese señor me odiaba, Seth. —exclama intentando convencerme, niego con la cabeza, sus quejidos no tardan en llegar.
—Ni se ha de acordar de ti, vamos. —intento convencerla, veo la negativa en sus ojos y decido que es momento de jugar sucio. —Hazlo por tus hermanos.
—A veces te odio, Seth Jones.
Entonces la conduzco al interior del salón para posicionarnos en nuestro asiento, mientras caminamos hasta nuestros lugares las miradas de todos se posan en nosotros, más bien en mi acompañante, quien no les dedica mirada alguna, sin embargo, soy capaz de percibir su nerviosismo, me mira de reojo mientras avanzamos.
Y no pienso dos veces al momento de estirar mi mano hasta alcanzar la suya y entrelazar sus dedos con los míos.
Me mira sorprendida, pero no rechaza mi contacto, ese gesto no lo siento erróneo, lo percibo más bien como algo plenamente correcto, me siento cómodo con mis dedos entre los suyos, sujetando su mano y caminando juntos.
Entonces, le sonrío y le guiño el ojo, mi gesto hace que ruede los ojos fingiendo fastidio, sin embargo noto el leve brillo en sus ojos y como evita el contacto visual.
Suelta mi mano cuando es momento de sentarnos en nuestros lugares, al momento en que su mano se aparta de la mía me es inevitable no añorar su contacto.
Mi piel se siente fría y no puedo dejar de mirar mi mano como un idiota, procesando lo que su tacto provoca en cada parte de mí.
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—Oh, no.
—Señorita Evans. —vuelve a captar su atención, ella suelta un suspiro lastimero al encararlo.
—Señor Stuart. —murmura de mala gana, el profesor le dedica una mirada dura, la cual mantiene sobre ella por lo menos un minuto.
—Me alegro de tenerla de vuelta en mi clase. —dice por mera cortesía, a pesar de que es fácil darse cuenta de que no está de acuerdo con sus palabras, está más que claro que estaba mucho más tranquilo dando clases con la ausencia de Katherine.
—Lo mismo digo yo, profesor. —murmura imitando su gesto, mirándolo fijamente a los ojos, él aparta la mirada y comienza con su clase, limitándose a ignorar a mi compañera, haciendo como que no está aquí.
Katherine copia de mi libreta los apuntes pendientes que tenía de esta materia, su letra no es la mejor y ni hablar de su pésima ortografía al escribir aquello, ignora los puntos, comas y acentos de mis escritos para dejar un texto ilegible.
Intento no centrarme en su libreta y mirar la mía, pero veo como escribe mal así y llego a mi límite.
—Dame eso, si sigo mirando como escribes me voy a quedar sin ojos. —le digo, quitándole la pluma de la mano.
—Pues mira para otro lado. —repone, tomando en su poder la pluma que hacía tan solo unos momentos le había quitado.
—No puedo hacer eso a sabiendas de que vas a escribir así con h y con c. —le hago saber, niega con la cabeza centrándose a copiar la última página, ignorando por completo mi presencia.
—Jolie...
—Cierra el pico que estoy salvando el semestre. —me calla, me es imposible no reírme por lo bajo, lo cual llama la atención del profesor.
— ¿Qué le causa tanta gracia, señor Jones? —inquiere con voz severa, niego con la cabeza, intentando mantener la postura.
—Nada, profesor. —respondo en un tono audible para él, me lanza una mirada de advertencia antes de continuar con su clase.
Me dedico a mirar a cada uno de mis compañeros, pocos realmente están prestando atención a la clase, los demás se dedican a hacer rayones en sus libretas fingiendo escribir algo.
Otros miran por la ventana sin disimulo alguno.
Me decido por prestarle algo de atención al profesor, al escuchar su explicación sobre la edición genética.
— ¿Es posible inducirla en los seres humanos? —inquiero con curiosidad, el profesor me mira sorprendido, pues nunca participo en su clase, pero a pesar de ello asiente con la cabeza, dispuesto a explicármelo.