Un libro se estrelló en la pared justo cuando Jacques estaba entrando. Era una mañana fría, a pesar de que el sol había salido podía sentirse la brisa helada.
— Tuvo suerte de que no le haya dado, Señor Rousseau.
Jacques observo el sitio en el que el libro se había estampado y entro lentamente a la biblioteca.
— ¿Tan disgustada a amanecido?
— Disgustada y también traicionada.
— ¿Traicionada? Se siente traicionada porque su padre la haya reprehendido.
— ¿Ha ido a oídos de todos? ¡Que desgracia!
Isabel tomo otro libro y lo lanzo. En la noche anterior Isabel había logrado escaparse de la casa, tomo ropas de Guadalupe y quiso ir a dar un paseo por si misma a las calles. Precisamente se encontró con un ambiente dentro de la Pulquería La Flor Pura (1). Donde celebro y se divirtió hasta que llegó el momento de marcharse, claro, no contaba con que su padre había salido a una Tertulia (2) con personas de alta alcurnia. Para su suerte, Cristóbal iba solo y cuál fue su sorpresa al encontrarse a Isabel salir de una Pulquería a altas horas de la noche.
— Para su suerte, no ha sido así. Solo mi hermano y yo nos hemos enterado.
— ¿Sabía que en estos momentos muy probablemente el señor presidente este recibiendo polvos de arroz (3)? Y yo estoy aquí recibiendo un castigo por parte de mi padre, ¿Se da cuenta de que tan injusta es la vida?
— No es injusticia, señorita De Villaseñor, usted se lo gano.
— ¿Y el presidente también se lo gano? Injusticia en su más pura naturaleza, señor Rousseau. — Se sentó en el diván de manera tosca. — Dígale a Guadalupe que también quiero que me aplique polvos de arroz. — refunfuño.
Justo en ese momento Alain entro.
— Escucho los gritos hasta mi habitación ¿Algo ha andado mal?
— Mi vida en esta casa, señor Rousseau, eso lo que anda mal— se afligió Isabel. Alain le dio una mirada a Jacques y este se encogió de hombros.
— ¿Gusta dar un paseo? Quizás eso la anime un poco.
— Cruzo esta habitación y seré enviada junto a mi hermana Esperanza. ¿Quiere que me arriesgue? — Isabel comenzó a levantar los libros que había lanzado.
— Podría yo hablar con su padre.
Isabel dejo de hacer su acción y miro a Alain esperanzada.
— ¡Podría hacerlo! Y conozco el lugar perfecto, podría acompañarnos su hermano y de esa forma mi padre estará tranquilo.
Alain sonrió e hizo un gesto para despedirse y salir de la habitación.
— Ha sido una grandiosa idea.
— Solo se aprovechó de la buena voluntad de mi hermano— se quejó Jacques— y además de eso, usted me ha arrastrado a ello.
— Creí que quería conocer México.
— No a base de aprovechamiento de acciones de buena voluntad.
— ¿Buena voluntad? ¿Ahora que he hecho mal? Vive criticando mis acciones y las cataloga como impertinentes.
— Me parece que es una idea equivocada, Isabel no tiene derecho a salir en estos momentos— Recrimino Cristóbal sin dejar de sonar amable con Alain.
— Perdón que difiera, Don Cristóbal, pero pienso que podría ser una buena oportunidad para que nuestros hijos se conozcan ahora que saben que están prometidos.
Cristóbal miro a Adolphe quien seguía revisando algunos papeles y fumaba un puro.
— Bueno, viéndolo de ese modo...
— Además, que mejor tiempo le puedo regalar a mi hijo, después de todo nos iremos a Santa Rosa Necoxtla (4).
Alain miro a su padre extrañado.
— ¿Nos marchamos?
— Por un periodo corto, he tenido cierto interés en esta zona. Y debido a que tu pronto manejaras también el negocio es preferible que conozcas el lugar.
— Ese lugar no queda...
— ¿Por el puerto de San Juan de Ulúa? No exactamente, pero iremos en esa dirección.
Alain resoplo.
— Entonces doy permiso para que pase tiempo con mi hija. ¿Quiere que mande a algún criado?
Alain negó.
— Solo iremos nosotros dos y mi hermano.
Adolphe enarco una ceja.
— ¿Un chaperón? (5)