— ¿Estás seguro de que estarás bien? — Pregunto Alain, estaba sentando a lado de su hermano, Jacques estaba en una silla observando el paisaje a través de su ventana.
— Alain, no estoy invalido.
Alain suspiro.
— No quise decirte eso, Jacques. Pero estaré fuera por un tiempo, sé que mamá te cuidara, pero...
— Ella tendrá sus propios asuntos, estaré bien Alain, tomare mis medicinas a tiempo y no dudo que algún criado venga a ayudarme.
Alain suspiro y se puso de pie.
— Hasta entonces.
Tomo su sombrero de copa y salió de la habitación.
— Espere por mí, Señorita De Villaseñor— se despidió Alain. Isabel lo miro fijamente y noto como Alain le sonreía.
— Sera bienvenido en su regreso.
— Seré bendecido en mi regreso.
Isabel quería disimular el significado de sus palabras por lo que intento inmutarse a ellas.
— Vaya con Dios, Señor Rousseau.
— Encomiéndame a él, para que me regrese a usted.
Isabel asintió tímidamente, reviso dentro del carruaje y no encontró rastro de Jacques.
— ¿Su hermano no ira? — interrogo, Alain se sorprendió de su pregunto, pero negó amablemente.
— Ha sufrido una recaída, será conveniente que tome reposo en lugar de alterarlo con el viaje. ¿Estará al pendiente de él por mí?
Isabel asintió.
— Entonces me iré tranquilo y anhelare mi regreso.
Tomo la mano de Isabel y planto un dulce beso para después subir al carruaje.
Jacques se había quedado dormido durante todo el día, cuando por fin despertó noto que el sol había abandonado el cielo, en su lugar la luna brillaba con gran intensidad. Jacques supuso que era lo bastante tarde como para que todo estuviera en silencio. Sintió el sudor en su frente y el debilitamiento debido a la recaída. Recordó que esto fue por no haber hecho caso a las recomendaciones y tomar su medicamento. Hoy lo había hecho otra vez, el haberse quedado dormido provoco que olvidara tomárselo. Se levantó para ir por un vaso de agua, si bien él podía llamar a un criado, pero no quería molestar a nadie con ello. Mientras caminaba por los pasillos recordó que no sabía exactamente por donde ir a la cocina. Intento buscar en alguna habitación a algún criado para que le ayudara. No encontraba a nadie hasta que abrió una puerta y se petrifico al ver de quien se trataba.
— ¿Es así como irrumpe la habitación de una jovencita, señor Rousseau?
Isabel estaba frente a su tocador alisando su cabello, Jacques pudo ver como Isabel se veía más joven con el cabello suelto y hasta su cintura, sin aquellos peinados laboriosos que la resaltaban. Podía ver la pureza de su rostro. Jacques pudo visualizar que Isabel llevaba puesto un camisón de seda de color perla.
— No sabía que esta era su habitación, señorita De Villaseñor.
— ¿Entonces qué pensó que era? ¿La puerta a una cantina? ¿Una pulcata (1)?
— Quiero asegurarle que en mi vida he puesto pie en una cantina. ¿Una pulcata? Usted siempre quiere confundirme con sus palabras extrañas.
— ¿No lo ha hecho? Debería hacerlo.
— ¿Usted lo ha hecho? Con el debido respeto que le tengo, ¿No cree que suele realizar acciones muy temerarias?
— Bueno, vida solo hay una.
— ¿Y qué hay de su imagen? ¿No le preocupa la deshonra que puede causarle a su padre?
— ¿Ha venido a hablar de mi vida y a darme lecciones de ética, señor Rousseau? Déjeme comentarle que es una forma muy original el venir a hablar de esta forma— Isabel se levantó de su tocador. — Quizás usted debería preocuparse del que dirán, ha irrumpido en mi aposento en la noche.
Jacques comenzó a sudar frío y empezó a marearse.
— Le ruego me disculpe.
Isabel noto la dificultad que tenía Jacques en respirar.
— ¿Se encuentra bien?
Jacques asintió y se dio la vuelta para marcharse, pero justo en ese momento se derrumbó.
— ¡Señor Rousseau! — Se alarmo Isabel quien corrió a socorrerlo. Claudine y María Magdalena no tardaron en salir y pedir auxilio a los criados para que llevaran a Jacques a su habitación.
— Debe estrictamente tomar su medicamento a la hora indicada, lo que provoco es inestabilidad en su organismo. Procure que esté tranquilo y haga caso a las indicaciones que ha dado su médico— Señalo el Doctor Morales a Claudine. Ella asintió y agradeció el hecho de que a esas horas lo hubiera atendido.