Almas gemelas en tiempos desiguales.
Autora:
Margot Aalen, joven de 18 años buscándole un sentido a su vida. Naiara Michel, joven de 16 años le encuentra el sentido hasta en los más improbable. Ambas tan iguales que a veces, olvidaban que no eran una sola. Tu alma gemela no es aquella persona que llega a tu vida para ser igual a ti, o con la que vas a compartir más gustos que disgustos, tu alma gemela no es otra persona con tu misma personalidad, vida o en la que puedas observarte a ti misma. Tu alma gemela es esa persona que encaja perfectamente en las piezas de ti, que ni tu comprendías, el reflejo de aquello que siempre quisiste ser y tener.
El amor y el ser humano siempre han estado unidos por alguna razón, una que nadie logra descifrar todavía, pero que si tuviera que definirlo de alguna forma, lo haría contando esta historia. Ambas lo saben aunque no saben pero en su mente y corazón, lo sienten. Piden a gritos volver a ser una, castigar a aquellos que les prohibieron estar juntas, jurar no volver a apartarse porque solo juntas entiendes lo que es vida, fuera de aquella existencia tan monótona de antes de conocerse. Y aun a kilómetros, son metros lo que sienten que las separan, porque tras una pantalla en su mundo, estaban más cerca que cualquier otra persona, aquella conexión y llegaron la una a la otra sin ni si quiera buscarse.
Margot.
Tenía 18 años y el sentido de mi vida era la costumbre de levantarme esperando que quizás el día siguiente fuera mejor que el anterior. Esa mañana, los rayos de sol se colaron por la ventana y fue por eso, que me di cuenta que era un día distinto. Murmurando maldiciones y algunas cosas que ni yo misma pude entender, me pare de la cama tomando unos segundos para plantearme sobre mi existencia, porque eso sucede cuando no duermes suficientes horas y aunque estés en vacaciones, tengas que levantarte para tomar el papel de quien hace todo en una casa. Llegue hasta el baño arrastrando mis pies por el suelo, algo que no era bueno considerando que el piso estaba sucio y mis pantuflas eran blancas, lave mi cara mirándome al espejo, mi cabello estaba tan desordenado que parecía tener vida propia, mis ojos estaban procesando lo que veían y podía notar que fácilmente podía catalogarme como muerta, me sentía muerta en vida.
Hice, lo que siempre, lo que todos los días hacía, existir, bufe cuando agarre mi celular y la única aplicación que siempre usaba, brillaba como lista para un nuevo día con la misma rutina, el sofá era muy cómodo últimamente, cuando no tenías nada que hacer más que esperar a dar el examen de ingreso a la universidad, la misma manta que había usado hace ya tres meses seguía en el mismo lugar, sucia porque al parecer a nadie le importaba si mi lugar favorito era una sala en soledad, mientras el resto estuviera feliz, en su vida, malditos egoístas.
Los videos empezaron a aparecer y aquel día, las nubes estaban grises sosteniendo una tempestad y no sé si hacia juego con la mía, o simplemente era porque el clima tendía a ser extraño en estas épocas del año, de todas formas un truenos sonaron en el cielo y la manta ya no estaba en cielo, me cubría completamente porque si, tenía 18 y odiaba con mi alma las tormentas, me daban pánico, no había nadie más que la soledad acompañándome y en los audífonos la música de aquel video que olvide pausar cuando el miedo fue demasiado para concentrar todos mis sentidos en una sola actividad.
Mi mente decidió que para conservar su poca cordura, que lo mejor era levantarse a ver si había algo de comida, la sorpresa, no fue mucha en realidad, la refrigeradora apenas y tenía algo, aunque habían sobras en una olla de la noche anterior, no me apetecía en lo más mínimo recalentar la comida, cuando ni si quiera había un microondas, agarre la única manzana que alguien había dejado ahí, y de pronto el lugar más vacío, no sé si me refería a la refrigeradora o a mí misma, que perder dos años de tu vida con alguien que ni si quiera estas segura de si alguna vez amaste o solo te encaprichaste tanto para no perder, ¿así funciona no? En el proceso de tu vida cuando empiezas a descubrir quien realmente eres y todo lo que eras de pronto te parece que es otra persona. Sin darme cuenta y perdida en mis pensamientos, pasando los videos sin interés, la manzana ya no estaba.
La casa estaba arreglada, la mañana pronto se transformó en tarde y fácilmente se convirtió en una noche, aquellos videos que eran de mi interés tenían mi corazón, un comentario y aquellos que no solo los pasaba, algunos estaban guardados en “favoritos” solo para volver a checarlos si había oportunidad de hacerlo, si me aburría o solamente tenía el suficiente tiempo para perderlo en revisar videos guardados. La noche tenia los estragos de la tormenta de la mañana y tarde, haciendo que incluso la luna tuviera miedo de salir, escondida tras las nubes, ni si quiera las estrellas parecían querer asomarse al menos un momento, a las barras de notificaciones no llegaban mensajes, tampoco esperaba que lo hicieran, es decir parte de mi vida, era la complicada relación que tenía con hacer amigos, la mayoría de personas me escribían para pedirme favores y mientras estudiaba, mucho antes de graduarme por los deberes, información y trabajos, aquello que había perdido en mi vida social, lo duplique en mi vida académico, graduándome con una relativa buena nota.
La película que sonaba en la habitación cerrada de mi madre, parecía muy interesante pero no tenía suficientes ganas de entrar y quedarme atrapada ahí dos horas, sin el mínimo ruido, me gustaba hablar, en las películas, en medio de una serie, escuchando mi canción favorita o incluso mientras escribía y la mayoría de mis platicas las hacia sola, porque no había una persona que tuviera primero la suficiente paciencia para lidiar con mil historias, una persona que se trababa en contar las cosas y se perdía en medio de una, de lana iniciaba otra que se había acordado, incluso en mis gustos, reproduciendo el álbum de mi banda favorita y luego de mi cantante favorito, cantando a todo pulmón las canciones hasta que sentía que mi garganta se rasgaba y no dolía, emocionada, me hacía feliz, esa pequeña parte de mi vida, hacía que valiera la pena despertarse para otro día volver a existir, pero estaba sola y eso, eso era lo cruel, porque tenía a la pared y la luna, que era la única que me escuchaba todas las madrugadas cuando no podía dormir y encendía una lámpara, porque si, también le tenía pánico a la oscuridad, y ahora mismo ni si quiera ella quería escucharme hoy.
Editado: 10.01.2022