Lluvia

~CAPÍTULO 8

Cada vez eran más fuertes los truenos, así que empecé a apurar el paso antes de terminar todo mojado de vuelta. Al pasar por una cafetería me quedé helado, había a un  hombre de espalda que estaba sentado con una mujer.

Me quedé ahí unos minutos mirándolo porque sentía que lo había visto en algún lado. ¿Por qué se me hacía tan familiar?
De repente una sensación de vacío se me hizo presente en el pecho.

De a poco el hombre se fue dando vuelta, antes de que nuestras miradas se crucen salí rápido de ahí siguiendo mi camino.

Al llegar me acuerdo que yo no tengo las llaves así que toqué el timbre esperando que Luisa me abra. 
Cinco eternos minutos me quedé ahí esperando.

—¡Hola, hola! Bombón.

Yo solo revoleo los ojos.

—¿Por qué tardaste tanto en abrir? ¿Y mi hermana?

—Wowowo, muchas preguntas juntas bombón, ¿por qué mejor no entramos antes de que llueva?

Yo solo asentí  y entre mientras ella cerraba la puerta detrás de mi.
Al entrar al departamento estaba completamente oscuro.

—¿Y Nare...

—¡SORPRESA!— grita Narella mientras se prenden las luces y veo la mesa llena de comida.

—¿Qué es todo esto?— pregunto mientras veo con asombro todos los platos que parecen sacados de MasterChef.

Narella viene corriendo hacia mí y yo la alzo mientras ella me braza.

—¡Luisa me enseñó a cocinar!— estaba a los gritos con una sonrisa de oreja a oreja. —¡te quería dar la sorpresa de comer algo rico que hice yo! 
 

Nos sentamos los tres en la mesa a comer.
Había cada plato, que la verdad, estaban espectaculares. Suflé de papa con nueces, hamburguesas gratinadas de requesón y verdura, albóndigas de mijo con salsa de tomate y muchas cosas más. De vedad estaba impresionado.

—Esto esta delicioso— digo mientras termino de comer ya el 4 plato. —¿Vos hiciste algún curso de gastronomía?

—Sinceramente no, aprendí buscando recetas y practicando.

—¡Yo quiero ser cocinera!— dice Narella pegando un grito, Luisa y yo nos empezamos a reír y después nuestras miradas se cruzaron.

—Nana, vamos a levantar la mesa— le digo mientras ambos nos ponemos de pie.

—¡Yo puedo ayudar!

—Enserio no hace falta, vos sos la invitada.

Luisa hizo una mueca y se levantó igual, empezó a ayudarnos juntando los cubiertos.

Después de lavar todos los platos y guardar la comida, que con todo lo que hicieron seguramente para unas dos semanas iba a quedar, fui a acostar a Narella así dormía una siesta ya que eran las 4 PM.

Al volver veo que Luisa esta sentada en el sillón con su celu, así que yo voy y me siento al lado de ella.

—Así que casi la dejas  pelada a Roma— Dije tratando de ocultar la risa.

—Ella se lo buscó por imbécil.

Nos quedamos en silencio unos minutos y de repente los dos nos empezamos a reír.

—Fue mortal cuando Roberta me mostró la grabación.

—¿Grabación?

—¡De las cámaras de seguridad! Antes de asesinar a alguien te tenés que fijar— digo sin parar de reír,  ya me empezaban a llorar los ojos.

—Te juro que en ese momento ni lo pensé, estaba tan enojada. Encima no sabes como estaba ella, se re asustó al verme. Aparte me re molestó que invente cosas de mi.

Nos seguimos riendo un gran rato más y de repente Luisa se pone de pie.

—Bueno bombón, todo muy bello pero ya me tengo que ir.

—¿Por qué hiciste todo esto?— digo mientras yo también me pongo de pie.

—¿Qué cosa?

—Esto de la comida, cuidar a mi hermanita, en resumen, ayudarme.

—Eso hacen los amigo ¿no?— se encoge de hombros mientras me brinda una sonrisa que yo también le correspondo.

La ayudo a juntar algunas cosas que ella trajo, prometiendole que si se olvida algo se lo voy a devolver sin falta y de ahí vamos para la puerta.

—Enserio no es nada.

—Que si es, igual creo que ni te olvidas, pero aunque sea un pelo te lo devuelvo.

—Sos terrible.

—Que bueno que te diste cuenta.

Ella se ríe mientras niega con la cabeza.

Al llegar afuera nos quedamos en silencio unos segundos. No era ese silencio incómodo de no saber que decir, sino uno donde se notaba que estábamos pensando.

—Todo un gusto pasar la tarde con vos bombón.

—Cualquier cosa me podes llamar, ¿si?

—Como digas— dice mientras sonríe y empieza a alejarse.

Cuando casi caminó media cuadra se da vuelta mientras alza su mano en señal de saludo mientras sonríe. Yo le devuelvo el saludo y cuando se da vuelta yo me meto a mi casa.

~•~

Así fueron pasando los días, totalmente aburridos, de trabajo a casa, casa trabajo. Sin olvidar que Narella estuvo todos los días preguntándome por Luisa, y sinceramente, no supe más de ella desde que se fue de casa.

Otra ves era lunes, es el día donde más me cuesta levantarme. Porque de venir del finde sin horarios, de repente hay que volver a la rutina y eso es cansador.

Para sacarme el sueño me fui a dar una ducha, ya que hoy me había levantado más temprano de lo normal, tenía tiempo para quedarme dentro de la ducha relajándome sin tener que estar a las corridas.

A partir de hoy voy a empezar la universidad, la verdad, solo pienso que voy a quedar más cansado de lo que estaba antes. Pero bueno, necesito ser alguien en la vida.

Me digné a salir de la ducha. Me envuelvo un toallón en la cintura, voy a la pieza y me acuesto en la cama mirando el techo.

Un poco me entusiasmaba la idea de empezar la universidad y tener una vida normal como cualquier chico de 20, ya que desde muy chico me pribé de poder disfrutar esas pequeñas cosas. Desde los 13 años trabajo y nunca pude disfrutar mi adolescencia saliendo con amigos, porque siendo un nene me tenía que hacer cargo de mi hermana sin haberlo elegido.  

Suspiré y me puse a cambiarme. Cuando ya estaba listo fui a despertar a Narella.




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