Madie Johnson.
Así me llamaba desde el día en que fui adoptada por la familia Johnson. ¿Quién iba a imaginar que mi vida cambiaría de la noche a la mañana? Desde entonces, he sido parte de esta familia, y puedo decir con certeza que no cambiaría nada.
Antes de ser adoptada, no recuerdo nada de mi vida anterior. Algunos podrían pensar que esta falta de recuerdos debería ser algo triste, pero para mí es un alivio. Mi mente ha decidido que no es necesario rememorar el pasado, y estoy de acuerdo con eso.
Mis padres me contaron que nadie sabía quién era yo, ni nadie preguntó por mí. Pero eso no importa, porque ahora tengo todo lo que podría desear en esta familia. No es perfecta, pero estoy agradecida por cada uno de ellos.
Mis héroes son Alex Johnson e Isabel Johnson. Ellos, junto con sus tres hijos, me encontraron en medio de la nada, como sacada de una película. No solo me salvaron la vida, sino que también me incluyeron en la suya.
Mi padre solía ser jefe en varias embajadas alrededor del mundo, antes de convertirse en mano derecha del rey. Mi madre era una exitosa chef que aprovechaba los traslados de mi padre para abrir restaurantes en diferentes países. Ambos amaban lo que hacían y lograban sus objetivos.
Y al entrar en su hogar, también gané no uno, sino tres hermanos. Nada mal, ¿verdad?
Bryan es el mayor. Está estudiando para ser abogado y tiene esa actitud indiferente hacia todo y todos, pero detrás de esa fachada, tiene un gran corazón. Eso sí, es bastante celoso.
Luego están los mellizos, Gabi y Peter. Son los más locos de la familia, pero también los más unidos. Su conexión es impresionante, casi mágica. A veces me da un poco de miedo, pero son mi familia y siempre podemos contar los unos con los otros.
A diferencia de mis hermanos, yo estoy en mi último año de instituto, a punto de entrar a la universidad. Muchos considerarían esto como una especie de libertad, pero no creo que haya mucha diferencia. Estamos unidos a pesar de nuestras personalidades diferentes.
En cuanto a mi vida amorosa, lamento decepcionar a algunos, pero no hay nadie en mi corazón en este momento. No he encontrado a esa persona que acelere mi corazón y me haga sentir mariposas en el estómago. No es que esté buscando desesperadamente esa media naranja, pero por ahora, estoy completa.
Estamos en la última semana de vacaciones antes de volver a las clases, así que estoy tratando de disfrutar al máximo y dormir todo lo que quiero. Sin embargo, mi madre tiene otros planes.
—¡Madie! ¡Levántate! —Su grito me hace saltar de la cama. Parece que no entendió mi deseo de dormir todo el tiempo que quisiera —.Eres peor que un oso hibernando.
"Tanto amor me sorprende", pienso mientras me arreglo para bajar y satisfacer el hambre que mi estómago reclama.
¿Les ha pasado alguna vez que tienen hambre pero no se levantan por qué tienen sueño?, ¿o que no pueden dormir por qué tienen hambre? A mí me pasa todo el tiempo.
Cuando llego al comedor, todos están ya comiendo sin mí. Lo veo como una traición, pero decido no hacer una escena y simplemente me uno a ellos.
—Dejen de llorar, ya llegó la reina —grité pretendiendo ser dramática.
—Lloraremos por tu presencia cuando los cerdos vuelen —se quejó Bryan.
—Oh, eres un amargado —dije acercándome a Peter para agarrarlo y darle un beso en la mejilla. Rápidamente el hizo una morisqueta de asco limpiándose la cara.
No me pude contener y me reí mientras me burlaba de él.
—¡Ah! Madie, sabes que odio que hagas eso.
—Y por esa razón lo hago.
—Si claro y yo estoy pintada en la pared —me regaña mi madre molesta de que no la haya saludado, ni a ella, ni a mi padre.
—No se pongan celosos, que su hija favorita les dará un beso.
—No, ya no queremos —responde mi padre, cruzando los brazos y fingiendo indiferencia.
—Ay sí, háganse de rogar.
Empiezo a devorar la comida como si no hubiera mañana, y debo admitir que mi apetito no es precisamente elegante.
—Madie, Peter y yo iremos a una fiesta, ¿te unes? —me preguntó mi hermana pequeña con una bolsa de gomitas en la mano.
—¿Y desde cuándo les di permiso para salir? —cuestiona mi madre con una ceja levantada.
—Ayer mamá —responde Peter, haciéndonos a todos reír.
—A veces creo que eres Doris, mi amor -?—se burla mi padre.
—¡Cállate, que tú tampoco te escapas! —le señala con el dedo, molesta, aunque todos sabemos que su enfado durará poco. Mi madre ama demasiado a mi padre y no pueden dejar de demostrarse su amor.
—Los quiero a los dos aquí veinte minutos después de la medianoche —ordena nuestro padre con voz firme, haciendo que asintamos al instante con pose militar, lo cual le hace sonreír por nuestras locuras. —Debería meterlos en una escuela militar para ver si les sigue pareciendo gracioso —bromea, pero todos sabemos que es solo una pequeña amenaza y bajamos la mano rápidamente.
Gabi me hace una señal de afirmación y yo asiento mientras sigo comiendo rápidamente, mientras ella se lleva otra gomita a la boca.
Miro mi plato vacío, pero por algún motivo, me parece ver todos los tenedores que normalmente solo se encuentran en un restaurante de cinco estrellas. Siempre se me ha dado bien usarlos, aunque no es algo que me guste demasiado.
—¿En qué estás pensando? —pregunta mamá al ver mi plato vacío, sorprendida de que no haya pedido más comida, como suelo hacer.
—En nada —intento evadirme, pero ella no me deja escapar tan fácil y levanta una ceja esperando una respuesta más convincente. —Demasiados pensamientos y ninguno en lo que realmente debería estar pensando.
—Oh, así que la vieja filósofa ha vuelto —se queja Bryan rodando los ojos.
Después de comer, subo a mi habitación buscando algo que me distraiga del aburrimiento. Gabi ya me ha informado que iremos a Bulex Night, uno de los mejores lugares de Bruselas. Menos mal que Bryan nos ha conseguido identificaciones falsas. Pero todo eso será en otro momento.
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Editado: 21.03.2024