Hugo me recogió de la casa y nos vimos con Juan en el bar de siempre. Entre y pedí un par de tequilas.
-Woo woo- dijo Hugo mirándome sorprendido-¿ qué sucede ?
-Demasiado- dije y me tome ambos tragos de seguido- mi abuela oculta algo
-Tu abuela oculta muchas cosas, ¿vale?- dijo Juan y rodé los ojos pedí más tequila
-Oye, para un poco- dijo Hugo, quitando mis shots de tequila de enfrente y pasándole uno a Juan- cuenta- emitió y se bebieron mis tequilas
-Vayamos a una mesa- dije y asintieron, pidieron unas bebidas para la mesa y nos sentamos
-Habla ya - dijo Juan y rodé ojos-
-le das mucho drama al asunto
-bien, hoy estaba en la oficina- empecé mi relato, contando lo que había oído atraves del teléfono
-¿En el despacho?- dijo Hugo y asentí- debe ser el testamento
-Pero si ella tiene el testamento, que importa si Abi y yo estamos juntas o separas- dije al borde
-Quizás cree que si están las dos en el. Solo sitios, os sería menos complicado topar con el- dijo Juan a lo que Hugo asintió
-Es probable-dije, pero algo más no me cerraba- pero...- ambos me miraron para que siguiera
-¿pero que?- me dijeron ambos
-Mí Tía mencionó algo del pasado, de la infancia mía y de Abi - dijo yo
-bien... -ambos esperaban que prosiga
-No sé que oculta, pero debo averiguarlo- dije- entrare a ese despacho
-¿Ya sabes cómo?- dijo Juan y asentí
-Bien, eso es bueno- sonrió Hugo - tienes nuestro apoyo lo sabes
-Lo se- dije y sonreí- son los mejores, en serio gracias chicos - ellos levantaron sus vasos y brindamos
-Se que no es el momento- dijo Hugo y Juan lo observó -Solo quiero que sepas...- lo mire, y el trago seco- mis sentimientos por ti Andrea, nunca han cambiado- alce una ceja
-¿Que?- dije casi riendo
-Los míos tampoco Andy- dijo Juan y lo mire aún confundida- sé qué crees que nos amamos en tiempos distintos, pero creo que merezco una oportunidad
-Vale muy gracioso-dije y empecé a reír- en serio, está muy simpático lo que dicen pero... - tome un poco-mi abuela no está aquí y creo que no hay nadie grabando
-Te hablo en serio
-Yo también
Mire a ambos y por un segundo quise decirles que estaban locos, pero luego, luego me sentí inmensamente poderosa, podía hacer con ellos lo que quería. Sonreí coqueta y bebí más despacio mi bebida
-planean hacer algo al respecto supongo-dije y a ellos se les iluminó el rostro
-Por supuesto-dijo Juan
-Estamos a tu entera disposición- dijo y enarque mi ceja
- Me gustaría ver eso-emito
Y los tragos siguieron viniendo, entre risas y coqueteos, una mano en mi pierna, un roce de labios, el cálido aliento en mi cuello y un beso ahi. Suspiré y cerré los ojos, pero el corazón punzaba. Me levante y baile con los chicos, se pegaron a mi, sentía sus manos en todas partes, en todo mi cuerpo. ¿Quería esto? ¿Necesitaba de ellos? De una manera más sensitiva, extrañaba el contacto, mi cuerpo gritaba las ganas que tenía de sentir el tacto de otra persona, la humedad de los besos, las caricias. Despedía la necesidad por mis poros, o Dios , necesitaba un beso pero antes de que suceda la imagen de Roseline atravesó mi mente. Los empuje
-Lo siento- dije y salí a la calle, oi que me llamaron pero no quería estar con ellos, regresaría caminando a casa. Me puse el abrigo que lleve y me abrace a mí misma. Camine por las calles sabiendo que corría peligro pero no me importaba, yo la extrañaba demasiado.
Los kilómetros que recorrí, me pase pensando en ella y en como me sentía.
Sentir, sentir era claramente algo que no podía decir con ella, si bien su tacto me quemaba como nunca nadie había hecho y el simple roce de nuestras pieles provocaba un escalofrío que recorría todo mi cuerpo, eso no era sólo sentir como cuando sientes lo frío de la nieve o al suavidad de la seda, no con ella se trabara de...¿sentir? Pero a un nivel aún más elevado.
Yo podía sentir su risa, aunque claramente no tiene lógica, sentía su sonrisa, la sentía por qué al oírla está acariciaba mis oído y llegaba a mi mente imaginando perfectamente la sonrisa que tenía en su cara.
Yo podía sentir su mirada, sin lógica alguna, podía saber que me estaba observando y grabando en su mente cada detalle de mi, de mis movimientos y todo lo que hacía.
Tenía la facilidad de sentir su tono enfado, como parece muy estupido, pero tenía esa habilidad podía, sentir lo frío de sus palabras. Tan frías como este viento de la noche, me encogí un poco más de hombros
Incluso, ella podía hacerme sentir el filo que podía tener sus palabras, sus palabras eran filosas, tan filoso como un cuchillo de carne. Podía ver cómo con dos palabras, destrozaba al que la enfrentaba.
Podía recordado la maravilla de sentir sus nervios y su entusiasmo por algo. Yo a ella la sentía, de una forma más astral, de una unión más espiritual. Mire a cielo, y las estrellas iluminaban la noche y la luna llena nos regalaba su presencia.