Lo mucho que odio amarte

CAPÍTULO 11

Capítulo 11

¿Qué nos pasó, Mauricio?

Entre el beso y el partido, fuimos a comer todos juntos. Pedimos unas empanadas de carne y unas latitas de coca-cola. Estábamos sentados en una de esas mesas redondas, en donde me encontraba pegada a aquel y Sebas junto a otro compañero de cancha que había invitado. En ocasiones, Miguel, buscaba tomarme de la mano y pegarse más a mí, sin que mi hermano nos notara. Creo que en ese instante sentí esas mariposas en el estómago, las cuales antes lo había acusado de comérselas, por lo cursi que sonaba. No negaré que era agradable esa sensación, su compañía y lo mucho que se me antojaba volver a besarlo. Sin embargo, hay un temita, ese temita se llama Mauricio y no puedo evitar pensar en él y en lo mal que puede terminar todo esto.

 

—Así que Migue, —habló el invitado con la boca casi llena de comida— ¿se puede saber quien es la chica que besaste en la tribuna?

 

Tomé mi bebida como si estuviera sedienta. Lo miré esperando su respuesta.

 

—Ah, sí, sí. 

 

—¿Qué? ¿Besaste a alguien? —Se sorprendió mi hermano— ¿En qué momento? ¿No me lo ibas a contar?

 

—Sí, ¿a quién besaste, Migue? —Le seguí el juego a todos. Sus ojos grises se abrieron como platos y apreté mis labios para evitar una carcajada.

 

—No sabía que les interesaba mi vida amorosa —expresó y todos fruncimos los hombros—. Bueno, esta bien, se los voy a contar. Pero, prométanme que no se lo dirán, es un secreto y moriría si se lo contaran.

 

—¡Ya, confiesa tigre quien es la mujer! —Saltó emocionado el chismoso de Raúl.

 

—Ella es hermosa, sus ojos son claros, su cabello es castaño y corto, su tez es morena blanca y tiene un lunar debajo de su parpado izquierdo. Sus miradas son de esas que no sabes si va a asesinarte o solo está loca de amor por vos. Es muy curiosa, analítica, un poco perezosa, inteligente, valiente, toda una guerrera, orgullosa, un poco bipolar y perfecta para mí. Cuando la tengo cerca, quiero todo de ella, en especial la forma que tiene de apreciar el mundo. Le gusta la pintura, como a Victoria, quizás algún día puedan conocerla.  —Hizo una pausa remarcándolo— Ella no suele expresar mucho sus sentimientos, es un poco cerrada en eso, suele proteger su corazón como si fuese lo más valioso y frágil que puedan romper. Ella busca ser feliz, un buen chico y saber que se siente ser amada. Bueno, al menos es lo que yo pienso, tal vez no la conozco demasiado. Sin embargo, hay un problema…

 

—¿Cuál es el problema? —dijo atento Sebas.

 

—Ella no me ama. Está enamorada de alguien más.

 

¡Auch! Escuché cómo su corazón se rompió y como ese balde de agua fría caía en mí despertándome. 

 

—¿No crees que si no te lo ha dicho o hubo veces en las que te evito, fue para no lastimar tus sentimientos, no tener que cargar con el pesar y el dolor que serás capaz de sentir después de enterarte? —formule con la mirada en la mesa—. Supongo que otras de las razones fue porque tampoco quiso arruinar la bella amistad que tienes con tu mejor amigo. Es desagradable ver como eso, tal vez algo que tendrás por muchos años, se rompe.

 

—No lo sé, Victoria, no hasta que pueda hablar con ella.

 

—¡No entendí nada! —Reclamó Raúl molesto—. ¿Nos dirás el nombre si o no?

 

—No.

 

—Amigo, estoy acá para lo que necesites, igual sabes que hay muchas chicas con las que puedes salir. —Le asegura Sebas— Aun así, ¿por qué la besaste si no te amaba?

 

—Por eso, porque la amo y sé que no podré tener otro de esos momentos a su lado.

 

Necesitaba contarle a Miguel lo que me estaba pasando, necesitaba que entendiera porque no es él y si alguien más. Así que espere, espere hasta que nos subimos al auto, mientras Sebas bajaba a comprar un efervescente en la farmacia para su estómago. 

 

—Fue muy lindo lo que dijiste ahí, pero… —Quise aprovechar el momento para hablar, ahora que estábamos solos, aunque él me interrumpió.

 

—Te preguntarás cómo lo supe, bueno resulta que eres muy evidente y no sabes para nada disimular.

 

—Eso ya lo sé. —Confirmé.

 

—Lo noté aquella vez cuando te dije que fui a verte y luego te hablé sobre mi padre. ¿Lo recuerdas? ¿La parada para tomar el colectivo, el chico que no dejabas de mirar todo el tiempo, quien también nos observaba curioso? Ahí lo supe. —Se volteó a verme en el asiento trasero— Pero yo insistí, quería ser yo quien tuvieras al lado y no a ese chico que ni siquiera conozco. Sentí que podía ser capaz de conquistarte, sentí que podía hacer que te enamores de mí.

 

Mis ojos amenazaron con inundarse del líquido transparente.

 

—Nunca quise lastimarte, Miguel, tampoco ser la persona que rompa tu corazón. No estoy lista para ver cómo alguien se derrumba por mí, mientras yo estoy con alguien más. —Un sollozo se me escapó— Pero yo no elijo a quien amar.

 

Apoyó su dedo sobre mis mejillas, limpiando mis lágrimas.

 

—No hagas eso, Kiki, no llores por mí ni por mis sentimientos hacia ti. No hay que estar juntos, eso sería una relación forzada y falsa, sabes que no es necesario. Estoy más que conforme con habértelo dicho.

 

Mi hermano volvió y ambos nos acomodamos en nuestros respectivos asientos como si nada hubiera pasado. Cuando dejamos a aquel en su casa, le susurré en su oído antes de que se vaya, que nos volveríamos a ver y que a pesar de todo esto no sería una despedida. Estaba dispuesta a volver a coincidir con él en cualquier lugar, como buenos amigos de toda la vida, de la misma manera en la que nos hemos estado tratando: con respeto y cariño. 

 

***

 

Todos sabemos que los comienzos de semana no son buenos, principalmente los días lunes, y conmigo no fue la excepción. Ese día era mi cumpleaños y fui al instituto con el uniforme equivocado, cosa que hizo que el director nos terminé retando y mandado un comunicado a nuestra casa. 




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