Desconozco muchas cosas, pero te quiero, eso es seguro.
Andrés Ixtapan.
Hilary
La final había llegado, ambos equipos tenían cuarenta puntos, el que logrará encestar ganaba, la tensión se sentía en el aire, todos los presentes estaban sumamente concentrados en el juego y los dos equipos estaban dándolo todo, Max intentaba encestar a como diera lugar.
Estábamos a menos de cinco minutos de que terminará el cuarto tiempo, si ninguno de los dos equipos encestaban deberían jugar cinco minutos más para desempatar.
-Le dije que no tuviera miedo de decir que era gay-siguió contándome Luca-Y me contesto que no lo era, que sólo le gustaban las mujeres.
Llevaba casi media hora explicándome como se había humillado esperando más de cuatro horas para declararle su amor a un chico que no era gay.
-No te preocupes, ya aparecerá un chico mejor-le tranquilice intentando dar por terminada la conversación para poder centrarme en el juego.
Un chico alto, moreno y con el número setenta y uno en su camiseta casi logra encestar, pero por suerte el balón no logró entrar al aro.
-Que Dios te escuche-simuló que oraba y yo no le preste atención hasta que volvió a hablar-¡Ah!, había olvidado decirte que ayer vi a Samanta y Oliver en la cafetería.
Volví a verlo mientras fruncía el ceño, que fueran juntos al café era extraño, desde que terminaron-hace más de tres años- no se les había visto juntos, casi ni se dirigían la palabra.
-Talvez ya volvieron-me encogí de hombros y mire al susodicho.
Estaba sentado en la segunda grada mirando a Max con cierto enojo y era comprensible, debe ser muy frustrante que te eliminen de tu equipo un día antes del partido más importante que han tenido en los últimos seis años.
-No lo creo, mi pequeño monstruito-opino Luca-Estaban…-busco la palabra correcta-..¿raros?
Yo igual lo pensaba, sin embargo ese no era mi problema, además me convenía que volvieran, así Oliver me dejaría en paz.
Estaba por contestarle cuando Max logró tomar el balón y se preparaba para lanzar cuando un jugar del equipo contrario lo empujó por el hombro, fue muy suave, casi ni logró moverlo, pero bastó para que el árbitro hiciera sonar su silbato indicando falta, era la tercera que llevaba ese equipo.
Luego de resoplidos y reclamos Max se dispuso a hacer su tiro libre, sin detenerse a pensarlo mucho lanzó el balón y encestó de manera increíble.
Todos los que apoyábamos al Instituto nos pusimos de pie y inundamos el gimnasio con nuestros gritos.
Nuestro equipo ganó con cuarenta y dos puntos.
Todos los integrantes del equipo pasaron a tomar el trofeo y colocarse las medallas, cuando todo terminó baje para irme con Max, quien estaba rodeado de varios integrantes del equipo y de porristas.
-¿Por qué no vamos a celebrarlo esta noche?-propuso un chico rubio.
-Si, me parece increíble la idea-lo apoyo Samanta colgándose del brazo del chico-Podemos ir a un antro que está a unas doce cuadras del hotel.
Todos estuvieron de acuerdo y decidieron reunirse en lugar a las nueve, yo preferí no opinar y cuando se alejaron de Max me acerqué más a el.
-Felicidades-abrí los brazos para abrazarle.
El me sonrió como siempre lo hacía y luego me envolvió con sus brazos haciendo que suspirara.
Sus brazos eran mi lugar feliz.
-Gracias-se alejó de mi y se quito la medalla-Esta es para ti-me la coloco y lo observe confundida.
- No Max, es tuya-intente quitármela pero el me lo impidió tomando mis muñecas.
-Ahora es tuya.
-Pero es la primera que ganas.
- Lo sé-se encogió de hombros y le restó importancia.
- No puedo aceptarla, mejor quédatela tú y cuando ganes otra me regalas-le propuse en un intento de convencerlo.
No era capaz de quedarme con ella sabiendo lo mucho que trabajo para obtenerla. Era su primer medalla y apuesto que desea-muy en el fondo-guardarla como un recuerdo.
-No seas tan necia y acéptala-rodo los ojos.
-Per..-intente insistir, pero el me interrumpió.
-Nada de peros, quiero que la tengas tú porque mis triunfos son los tuyos-aseguro sin ni una chispa de diversión en sus ojos-Además es muy pequeña para estar en mi colección.
Le hice mala cara, pero por dentro estaba muy feliz.
-No tienes una colección-le recordé y el lo pensó por unos segundos.
-Cierto no la tengo, pero la tendré.
-A puesto que si.
-Gracias, pero el punto es que es tuya-espeto sin lugar a réplicas.
Aunque no estaba del todo de acuerdo acepte y le abrace en agradecimiento, poco tiempo después fuimos al hotel y cada quien entro en su habitación para hablar con su familia e arreglarse para la salida de esa noche.
Llegadas las ocho treinta baje a la entrada con los nervios de punta, Max estaba parado junto a la entrada, llevaba sus típicos vaqueros azules, camiseta blanca y convers blancos, un atuendo tan simple a el lo hacía lucir como todo un actor.
Yo por mi parte me había decidido por un vestido blanco con flores azules-algo flojo- que me cubría las rodillas y los brazos, era muy simple, su único detalle era la pequeña abertura en el pecho.
Lo acompañe con mis zapatillas blancas, esas que llevaba puestas la mayor parte del tiempo.
Me veía y me sentía extraña.
Siempre había pensado que los vestidos no eran para mi, algunas veces no podía llenarlos o me hacían ver aún más delgada y escasa de curvas, por eso los evitaba a toda costa, pero Clara había insistido mucho en que debía ponerme uno, de hecho el vestido era de ella.
Cuando estuve junto a el le abrace por la cintura colocando mi rostro en el hueco de su cuello.
-Que guapo estas.
El tomo mis manos y me obligó a colocarme frente a el.
Me sonrió de manera cálida haciendo que mi corazón se volcara.