II

Respiré hondo por última vez y todo mi cuerpo se relajó, ya había llegado, la mansión de mis tíos se alzaba ante mis ojos como una bellísima aparición de un de mis sueño.

-Querida sobrina ¡Qué alegría recibirte! Bienvenida- Mi tío, un hombre grande tanto a lo ancho como a lo largo, me esperaba al bajar del carruaje con los brazos abiertos. Junto a él se encontraba mi tía tan vivaz y alegre como siempre.

-Tío- dije devolviéndole el abrazo- Demasiado tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos.

-Cierto es querida, ahora pareces realmente una dama… no comprendo cómo los hombres no caen rendidos a tus pies.- Añadió mi tía.

-No exageres tía- dije besando su mejilla- ¿Cómo se encuentran mis primos? ¿Y mis sobrinos?

-Tus primos de maravilla, Paula dará a luz en unas pocas semanas y Javier… bueno continua reusándose a casarse…- Contestó mi tía mostrando su desilusión ante el comportamiento de su hijo.

-Bueno…- dijo mi tío para hacer callar a mi tía Penélope.- ¡Camille! Cuando Paula dé a luz le pediremos que venga con los niños… ya verás.- Dijo al tiempo que una tierna sonrisa de abuelo satisfecho y orgulloso se dibujaba en su semblante. Yo no pude evitar sonreír, aquel era un matrimonio envidiable.

-Camille… te presentaré al nuevo servicio y así te familiarizas con todo. Ya verás… no querrás irte de aquí jamás… -mi tía continuó hablando mientras entraba al interior de la casa y mi tío y yo la seguimos.

- Gracias por venir Camille- me susurró mi tío.- Desde que nuestros hijos se fueron de casa Penélope se ha sentido muy sola. Tú compañía nos vendrá de maravilla a los dos.

Aquel comentario fue muy gratificante, mis tíos sabían realmente como hacerme sentir a gusto con ellos. El tío Lucas acababa de dar la vuelta a la situación que estábamos viviendo, en vez de ser ellos los que me ayudaban a mí, pensaban que era yo la que venía a hacerles un favor.