El traqueteo del coche comenzaba a hacerse insoportable, estar encerrada ahí tanto tiempo me volvía loca, necesitaba estirar las piernas.
-Espero que la carta que les envié llegue antes que nosotros o a mi madre le dará algo, bueno creo que le va a dar algo igualmente- Añadió Luis.- Repasemos por última vez. – Yo puse los ojos en blanco. Luis había creado toda una historia de amor y me la había repetido como ochenta veces.
-No seas pesado.
-Camille esto es importante, no puedes equivocarte.- Estaba histérico.
-Te recuerdo.- dije un poco enfadada.- que no soy estúpida y que la segunda vez que me repetiste nuestra increíble historia de amor ¡YA ME HABÍA QUEDADO CLARA!- Tomé aire y lo solté lentamente.- Yo estaba haciendo una visita a mis tíos y un día mientras paseaba por el invernadero tu apareciste, con mi tío, y fuimos presentados. Lo nuestro fue amor a primera vista, pero éramos demasiado reservados para declararnos, así que fuimos compartiendo preciosos paseos y momentos de lectura. Cuando mi tío me invitó unirme a la expedición ambos supimos que aquello quería decir algo, y al perdernos juntos terminamos de confirmarlo, por ello no pudimos aguantar más y nos casamos. FIN. – miré por la ventana desinteresa. La verdad es que Luis había cogido la verdad y la había enrevesado un poco bastante, pero que las bases fueran ciertas ayudan.- Es lo más pegajoso que he dicho en mi vida, espero no tener que repetirlo mucho ¿Enserio crees que tus padres no se van a dar cuenta de que no es verdad? Yo creo que a la primera que nos vean gritarnos sospecharán.
-Lo dudo…- dijo Luis sin mirarme.- Ellos se gritan y discuten diariamente y no por ello se aman menos.
-¿Enserio?- Pregunté sorprendida
-Sí, mis padres comparten las responsabilidades y constantemente están en desacuerdo sobre qué decisiones tomar y cuáles no.
¿Su madre trabajaba junto a su padre? Ni siquiera mi tía Penélope ayudaba al tío… quizás por desinterés de ella, pero eso era … ¡Maravilloso! Seguro que sus padres eran de lo más encantadores. Aquello me relajó, hasta que una enorme mansión hizo su aparición frente a nosotros.
-¡Ai mi madre! - dije sin ser consiente.
-Espero no perderme tu cara cuando veas nuestra casa… si esta ha hecho que hasta babees.- dijo risueño,
-¿E-Esta no es tu casa?- pregunté anonadada.
-Bueno en realidad sí, es la casa principal del ducado, y la que todos preferimos, pero la residencia unida a los Cigar no es esta. Esta era la casa de mi madre. –Concluyo.
El coche se detuvo y Luis me ayudó a bajar. Me sentía un flan, todo el cuerpo me temblaba. ¿Llevaba el atuendo adecuado?, no, seguro que no.
-¡Te voy a matar! ¿Cómo te atreves?- Una preciosa mujer se acercaba a grandes zancadas, por no decir corriendo, a nosotros, seguida por un hombre que no parecía tener prisa por llegar. - ¿Cómo has podido?- dijo lanzándose a los brazos de Luis.
-Madre.- dijo devolviéndole el abrazo y sin poder evitar sonreír.
-Tanto te habría costado esperar un par de semanas y casarte como Dios manda.- la madre de Luis parecía no haber reparado en mí. El hombre, que debía ser su padre, se paró frente a nosotros. Ya entendía de donde le venía a Luis su atractivo, menudos padres, ¡aquello no podía ser real!
-Madre, padre, os presento a Camille mi mujer.- Yo estaba a punto de hacer una reverencia cuando la madre de Luis libero su cuello y salto al mío.
-¡Qué alegría! Perdona mi entusiasmo, pero a pesar de lo que puede haber parecido mi escena estoy feliz de que Luis te encontrara.- Al ver mi cara de sorpresa sonrió y añadió.- Puedes llamarme Sira y él es mi marido Toni. El aludido se acercó y beso mi mano. – Supongo que estaréis cansadísimos del viaje, he mandado que preparen tus habitaciones Luis. –Porque ponéis esa cara dijo mirándonos a Luis y a mí.- No te sientas incomoda querida, no veía la necesidad de preparar dos cuartos cuando solo vais a usar uno, lo digo por experiencia.
-Sira.- dijo su marido en tono de advertencia y algo incómodo ante aquella situación.
- Sí querido.- respondió Sira haciéndose la inocente.- En fin, os dejamos que descanséis.- Añadió haciéndose a un lado para que Luis y yo subiéramos las escaleras hacia la casa.
Yo no pude evitar sonreír, aquel matrimonio era peculiar, lo normal hubiera sido que la mujer se escandalizara ante aquellos comentarios, pero no, aquí Toni parecía el afectado.
-Camille…- me llamó Luis casi en un susurro.
-MMM.- dije dándole pie a hablar.
-Mi madre no me perdonará jamás si no hager esto.- Y dicho eso me levanto en volandas pasa subir los últimos escalones y entrar por la puerta mientras la servidumbre aplaudía emocionada.- Yo no dije nada, pero le agarré del cuello y del peló que allí desembocaba lo más fuerte que pude para mostrarle mi descontento. Odiaba ser levantada.
-Creo que ya ha sido suficiente. –Dije con sequedad, pero pronto comprobé la belleza de aquel lugar y el mal humor se disipó.