Lo que me queda por escribir

Romina

No es la gran cosa, cambia de besos cada que se le antoja.

Mucho menos creas que ama, es solo un reflejo de su triste herida que no ha podido cerrar. 

Poco a poco se le va conociendo por muchos como la chica fácil que pueden obtener, lo que ellos no saben es que aquí la que lleva todas las de ganar en este juego de ajedrez es Romina, aquella que lleva en su nombre el amor y algunas letras de ruina.

¿Que qué tanto puedo describir yo? Ya lo sabrás.

¿Y qué si tiene diez pretendientes detrás y veintiséis ex?

¿De qué le sirve toda esa fachada en la red si en el fondo sabe que no puede  mirar de nuevo a aquella persona que sabe bien le saca más sonrisas que todos sus nuevos prospectos? Aquella que no puede verle sin desearle, no puede superarle, aquél que sigue siendo el dueño de su corazón.

Qué triste que vaya aparentando cariño para saciar esa soledad que odia, pero no va creando historias honestas, recuerdos leales.

Tranquilo, que al rato se le pasa el efecto de ensueño y busca a otro para ser destruido sin razón. 

Pasénle a un inexperto, el siguiente que no halla mirado más allá de la barrera, (alguien que sea como ella cuando inició en estas cosas del amor). Deja que le regale sonrisas, que finja sorpresa, que las fechas le delaten porque su pareja no sabe el lío en el que se emboba. Deja que le mienta en la cara diciéndole que es la primera vez que ama, que cuando logre llevarle a la cama lo bote en una discusión de fin de semana. 

Duele saber que todos hemos sido Romina en algún momento.

Duele más saber que hemos sido pareja de Romina alguna vez.




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