Fuimos en la mañana a escuchar al chico de la feria llamado Walter.
Él nos contó sobre cómo vive solamente con su abuela y que él tiene que trabajar para ganar algo de dinero y así poder comer. Mick lo encontró un día pidiendo dinero y le dejó que lo ayudara en su puesto, ahora viven los tres juntos y Mick es el sostén de su hogar. Walter lo considera su papá y lo admira mucho, Mick ha sido su modelo a seguir desde siempre, él se siente afortunado de tenerlo a él y a su abuela.
Con Walter ya van once personas que cuentan sus historias, aun me faltó escuchar la grabación de una persona, alguien del hospital pero Anthony me dijo que pasó la grabación a su computadora y ya no la tenía en su teléfono.
Hoy estamos libres, no tenemos nada que hacer así que fuimos a la heladería y saludamos a Gabrielle, ella nos sonrío y nos regaló una calcomanía de esas que te dan para que al juntarlas, obtengas algo gratis.
Ahora estamos sentados en el parque de nuevo, moviéndonos lentamente en los columpios.
Pasar los días con Anthony es como entrar a otra dimensión donde las horas avanzan muy rápido y antes que nos demos cuenta, el sol se está ocultando de nuevo.
Me gusta venir aquí, podemos observar las nubes y ver como todo encima de nuestras cabezas cambia de colores. Me gusta sentir el olor al pasto y el viento contra mi rostro.
Quizás solo me gusta que por primera vez en mi vida, puedo disfrutar de una tarde cualquiera con alguien a mi lado.
Mientras pienso en como las cosas están cambiando gracias a Anthony, recuerdo lo que confesó Hugo de su hermano. He evitado hablar de cosas personales durante este tiempo pero eso me ha estado molestando. Sobre lo que le hacen en la escuela, eso no está nada bien.
Si hay algo que detesto es que las personas se aprovechen de otras, que usen las desventajas de los demás en su contra. Es una de las cosas que más me enfurecen.
—Oye Anthony —pienso mis palabras antes—, em, ¿Cómo te va en la escuela?
Me mira confundido — ¿Cómo me va en la escuela? Pues bien, tengo buenas calificaciones.
Niego. —No me refiero a eso, me dijiste que no tienes amigos, ¿Por qué? ¿En la escuela no hablas con alguien?
Él baja la mirada. —Isabelle —hace una mueca—. Sé que sonará imposible para ti pero… soy un perdedor básicamente.
¿Qué?
Definitivamente Anthony no es un perdedor. Él tiene todas esas cualidades buenas, es tan querido por muchas personas y me agrada. Si alguien me agrada sin duda significa que no es un tonto.
—Anthony —me levanto del columpio y me coloco frente a él con las cejas juntas—. ¿Qué acabas de decir?
Me mira un poco asustado por mi evidente molestia. —Yo… es que, si lo soy.
— ¡Levántate! —le ordeno y él lo hace sin pensarlo—. Mírame a los ojos —me acerco un poco a él—. ¿Cómo es que puedes decir algo así? Anthony, tu eres literalmente la mejor persona que he conocido en mi patética vida, ¿Quieres saber quién es la verdadera perdedora? ¡Soy yo!
Fue como si la palabra “perdedor” fuera un cerrillo en una habitación llena de combustible, me molestó tanto que se expresara así de él.
Él no es un perdedor, en absoluto lo es.
Él es la única persona que ha logrado ir sacando las cosas, las muy pocas cosas buenas de mí, ¿Cómo es que una persona así puede considerarse un perdedor?
Si yo no fuera tan… yo, estoy segura que estaría enamorada de él.
Yo sé que no siento nada por Anthony porque no puedo permitirme sentir amor por alguien. Yo misma me he frenado de todos esos sentimientos pero estar con alguien así como él sería maravilloso.
Él me ha hecho bajar la guardia, él me hace sentir cosas que no he sentido antes, él no me critica nunca y siempre busca como empujarme a un mejor lugar. Todo eso en tan poco tiempo.
¿Cómo alguien así puede pensar tan mal de sí mismo?
—Tú no eres patética —me contesta—. Eres asombrosa, Isabelle.
Aprieto mis labios unos segundos. — ¿Sabes algo? Eres el único que piensa así de mí —le respondo aún más enojada—. Que alguien piense que soy asombrosa eso es impensable pero tú lo haces, ¿Sabes porque? ¡Porque tu estas lleno de bondad! ¡Tú eres una buena persona! No hay nada de patético en ti, ¿Acaso no has visto cómo te agradecen las personas cuando los escuchas?
—Pero Isabelle, tú no sabes como soy… —lame sus labios—, soy un tonto más, no hago nada en especial. No… no sobresalgo, nunca puedo mantener una conversación sin aburrir a alguien, las personas simplemente me rechazan.
—Anthony —niego apretando los dientes—. ¿Por qué piensas eso? ¿Qué te han dicho para que pienses así? ¡Toda tu familia te ama! ¡Tu familia está siempre ahí! Tienes a todas esas personas maravillosas que te aman, ¿Cómo puedes decir que las personas te rechazan?
Él tiene tantas personas que lo quieren, ¿No lo ve?
Él me mira con un semblante triste —Porque, Isabelle —confiesa bajando la voz—: Yo tal vez no debí nacer.
No hay frío pero un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.
— ¿Qué?
Él se deja caer en el columpio y la cadena rechina. —Yo… —se quita las gafas—, esto no lo sabe nadie… bueno, mi mamá sí.
Me inclino para quedar a su altura y sentarme a cuclillas, él retira su rostro hacia el lado opuesto de mí — ¿Qué cosa?
Respira profundo. —Mi mamá… ella estaba con alguien antes de Peter… mi papá.
Sigue sin verme.
Traga saliva ruidosamente. —Sé que lo sabes de alguna forma, te he dicho que él es mi padrastro pero mi papá biológico era muy malo con mamá, él quería que ella me abortara —cierra los ojos y comienza a llorar—, ¿Sabes que es lo peor? Que ella intentó abortar naturalmente… sé que me ama ahora pero…
Mis ojos se llenan de lágrimas mientras lo escucho. —Anthony…
Abre sus ojos, se quita las gafas subiéndolas a su cabeza y se limpia bruscamente las lágrimas. —Nací y él se fue, no quiso tener nada que ver conmigo. Mi mamá no lo admitirá jamás pero ella me dejó a los seis meses con mis abuelos y mi tía, la madre de Hugo. Ella también me cuidó algunas veces —siento una presión en el pecho mientras lagrimas caen por mis mejillas y por ver las suyas—. Ella regresó a los dos meses y bueno, se arrepintió y sé que se arrepiente de eso… yo ya la perdoné pero, no puedo evitar pensar en eso cada vez que alguien me rechaza.