Lo Que Nadie Sabe De Ti

42: continuará.

Corro a mi puerta y coloco el seguro, en caso alguno de ellos venga a hablarme o algo.

Regreso rápidamente a la ventana y lo ayudo cuando está en el marco de ella, él entra lentamente y cuando sus dos pies están en el suelo de mi habitación, deja salir un suspiro.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí? —susurro.

Hugo tiene el rostro hacia abajo. —Lo siento… no tengo idea que hacer ahora… —y se lleva las manos a su rostro.

— ¿Hugo? —me quedo sin saber qué hacer.

—Mi abuelo… —habla—, está enfermo.

Bajo el rostro, entonces si se los dijo.

—Ven —le pido y se sienta en mi cama.

—Mi abuelo no quiere recibir medicina ni siquiera quiere ir a otros médicos o buscar otras opiniones, dice que fue al hospital y el doctor tiene sospechas de un tumor, no quiere…

Comienza a llorar de forma silenciosa. La habitación está oscura, solo un poco de luz que entra por la ventana y nada más, no sé porque vino conmigo pero quisiera hacer algo más para ayudarlo con todo esto.

—Él quiere irse a un hospicio —afirma.

¿Un hospicio? — ¿Qué? ¿Por qué?

Limpia sus lágrimas. —Porque quiere solo… él no quiere tratamientos, cirugías y no quiere que lo veamos mal.

—Pero los hospicios son para personas que… bueno, ya sabes.

Asiente. —Pero él dice que ocultó algo —sorbe por su nariz—. Él ya fue hacerse los otros exámenes, dice que… una vez, que fue con tu abuelo.

Una vez que fue con mi abuelo, ¿la vez que fueron ellos solos? ¿Fueron al hospital?

Mis ojos se llenan de lágrimas. —Pero…

Tenía esperanzas que el señor Bradford no estuviera tan grave, pensé que quizás fue un error o algo. No quería imaginarme que a él no le quedara mucho tiempo.

—No quiero perderlo —me dice.

Yo tomo su mano. —Hugo, tranquilo —una lágrima se sale de mi ojo derecho—. Escucha, aun no es el final. Puede… hay que convencerlo…

Sé que él no lo cree, Hugo recuesta su cabeza en mi hombro y comienza a llorar más. Mis lágrimas también salen. No es posible que esto esté pasando, ¿mi abuelo sabe más? ¿Mi abuelo lo sabía? ¿Cómo se lo diré?

—Perdón por venir aquí —limpia su cara—. Tenía que hablar con alguien y todos estamos tan mal ahora. Leonor no deja de llorar, mamá se molestó tanto con él por hacerle eso… Anthony simplemente se encerró en su habitación.

Suspiro. —Está bien, no te disculpes. Estoy aquí para ustedes, para ti también.

Asiente. —Gracias Isabelle.

Es la primera vez que él me llama por mi nombre real. — ¿Necesitas agua? ¿Quieres algo?

Me iba a levantar pero él toma mi mano. —Quédate un rato conmigo, por favor.

Asiento y lo hago, él se queda recostado en mi hombro y nos sostenemos las manos. No pienso en nada sobre esto, no es un momento para pensar en cosas, él está triste y necesitaba a alguien. Ojala yo pudiera estar con Anthony también y con Leonor, ojala pudiera estar ahí para ellos.

—Te confesaré algo —aclara su garganta—. Yo sé algo sobre mis padres, algo que mamá me ha ocultado —se reincorpora—.  Bueno, déjame explicarte algo. Mi mamá real no es ella, mamá es mi tía, su hermana era mi madre biológica.

Asiento, eso ya lo sé.

—Mi mamá real se llamaba Leonor, como mi hermana —oh, por eso la llamaron así—. Ella estaba con un hombre, mi papá biológico. Ellos murieron cuando yo tenía dos años, todo este tiempo pensé que habían muerto por un accidente de auto, eso me dijeron mis abuelos y mis papás, estos padres que tengo ahora.

Asiento de nuevo, las lágrimas siguen saliendo de sus ojos.

—Sabía que básicamente mi tía me había adoptado y pues, para mí ella siempre ha sido mi mamá. No tengo casi nada de recuerdos de Leonor, mucho menos de quien era supuestamente mi papá. —Pasa la mano por su cabello—. Ellos… hace dos veranos sentí curiosidad, no tengo fotos de ellos y solo algunas que mamá guarda pero nunca me dejaron verlas por mucho tiempo, creo que no querían que me sintiera triste.

Lo escucho mientras sorbe por su nariz, me acerco a mi mesa de noche y le doy un pañuelo desechable.

—Gracias, entonces… este año empecé a buscar en internet pero descubrí cosas, no en internet, descubrí documentos en la habitación de mis padres. Mi madre se llamaba Leonor pero el nombre de mi padre nunca me lo dijeron, se llamaba Howard Ortiz —Hugo no puede dejar de llorar—, busqué su nombre en internet y el de mi mamá, no sé qué estaba esperando encontrar, tal vez el accidente o algo. Solo quería tener un cierre o algo, no sé.

— ¿Encontraste algo? —pregunto.

Toma aire. —Encontré más de lo que quise… —cierra los ojos—. Mis papás si murieron pero no en un accidente.

Se cubre el rostro y recuesta sus codos en las piernas.

—Mi papá mató a mi mamá y luego se suicidó —afirma y empieza a temblar mientras llora—. Mi padre era un asesino y mató a mi mamá.

Mis ojos se abren, no puedo creerlo. Me quedo con la mente en blanco, eso parece de una película de terror.

—Ahora entiendo porque nunca querían… ellos no querían decirme lo que sucedió realmente.

Lamo mis lágrimas. —Te estaban protegiendo.

—No lo hacían —rasca su mentón—. ¿Sabes lo asqueroso que se siente saber que un asesino te trajo a la vida? Luego leí que él ya había estado en la cárcel por robos violentos y cosas así, ¿Por qué ella estaba con un hombre así? ¿Por qué ese idiota me dejó sin mi mamá? ¿Por qué no acabó conmigo también?

—Oye no —le pido—. No digas eso, no por favor. Hugo… eso es horrible y lo sé, ese hombre hizo algo horrible pero no digas que también debió hacerte algo a ti, Samantha y Peter te aman, Anthony y Leonor…, tu abuelo y tu abuela, ¿Cómo estarían ellos sin ti?

—No sé —traga fuertemente—. Pero hay días como ahora que yo no puedo hacer esto, no puedo… no sé qué hacer.

Me acerco a él y lo abrazo. —No tienes que pasar por esto solo —cierro los ojos—. Tu mamá no es la culpable, tu tampoco. El único responsable fue él y sé que es horrible y que no puedo decir nada para cambiar tu situación pero, sé que tú eres necesario en esta vida. No pienses en esas cosas, por favor.




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