Lo que no esperaba encontrar

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Estoy de pie frente al mausoleo donde descansa en paz mi madre, una lágrima traicionera se resbala por mi mejilla, la limpio rápidamente, le dejo un ramos de rosas rosas, siempre fueron sus flores favoritas.

 

 

—Aunque yo no este, nunca te faltaran estas flores mientras viva mamá — digo en voz baja.

 

 

Me doy la vuelta caminando hacia mi deportivo azul, ser luchadora desde muy joven me dejo bien económicamente hablando pero su partida me dejo vulnerable, muchos me juzgan por escoger una vida de luchadora, no es tan difícil tener una vida ruda si tienes tacones. Manejo hacia mi casa, siempre viví en Baltimore, cuando no estaba luchando he estado investigando mucho, el notario me dejo las especificaciones para llegar al llano. 


Al entrar en mi casa subo las escaleras, he mandado unos de mis autos hacia Bogotá y aunque me cueste más prefiero tomar el camino largo, no conozco a nadie haya, mi deportivo azul ya debió de haber llegado al aeropuerto.

He preparado dos maletas grandes, reviso mis documentos, mi chofer junto con su esposa se encargaran de la casa, son de toda mi confianza. Reviso mi aspecto nuevamente y bajo las escaleras detrás de, Ronda, quien me ayuda con una maleta. Salgo de la casa dirigiéndome hacia la entrada y desde afuera le doy un último vistazo en mucho tiempo.
Jefferson acomoda el equipaje y yo en el asiento del copiloto, me coloco el cinturón de seguridad, enciendo la radio, subo un poco el volumen. El chofer maneja en silencio y agradezco que lo haga porque tengo sentimientos encontrados en este momento, no sé cómo interpretarlos.


Enterarme que mi madre me ha heredado una hacienda de la que nunca me hablo en mis veinticinco años es por demás sorpresivo, nunca he visitado Colombia, presiento que ese lugar cambiara mi vida.
Hoy si me he vestido un poco elegante pero sin exagerar, mi madre quiso que el mismo día de su entierro yo me fuera y así lo hago, siento que mi cuerpo tonificado se asfixia con este tipo de atuendos, soy más de ropa sencilla al estar en mi casa.


Llegamos al aeropuerto y aunque he preferido caminar sola mi buen amigo, Jefferson, no lo ha permitido, así que caminamos en silencio hasta el punto de seguridad, hago la fila para que revisen todo lo que traigo y mi persona también.

Después de todo la revisión de pagar un extra por mi maleta, abordo el avión en primera clase, dos hora para llegar a Colombia y algo en mi me dice será una travesía muy interesante, hago una trenza con mi cabello azul, amo ese color y me acomodo en el asiento al mismo tiempo que ajusto mi cinturón de seguridad, una de las azafatas dan las indicaciones de seguridad y pronto veo las nubes de una mañana soleada, la ciudad es preciosa desde las alturas.

 

 

 

***

 

 

 

Hablo con uno de los guardias de seguridad para obtener información sobre mi auto y muy amablemente con un acento precioso me ayuda, claro no sin antes hacer otra revisión, en el google maps pongo el nombre de mi destino, pongo un poco de música para aligerar el camino pero después de que llevo dos horas avanzando la señal desaparece.
El paisaje del lugar es precioso, las personas de los alrededores me miran con mucha curiosidad, es un pueblo muy pintoresco, lleno de naturaleza pero por lo que veo muy mala señal para los celulares, estaciono mi auto en una tienda y al bajar muchos curiosos están atentos.

 

 

—Buen día señor — saludo — ¿Podría darme indicaciones de cómo llegar a la hacienda Las garzas?

 

 

 

El sujeto en cuestión es un hombre de mediana edad, con barba, alto, un poco panzón, le extraña mi pregunta y me observa. Después de darme las indicaciones, vuelvo a mi auto, enciendo la música otra vez aunque no esté de ánimos y pronto un camino de terracería retrasa mi llegada a la que será mi nueva casa, veo a personas en sus caballos, mucho ganado en los ranchos, quedo maravillada con lo que mis ojos ven.
El campo abierto de este país es una maravilla desde cualquier punto que uno lo vea, continuo el recorrido del trayecto lentamente porque mi auto no es para este tipo de terrenos. Una hora y media después veo el nombre de la hacienda que busco, inhaló y exhalo antes de girar el auto para entrar en la propiedad, veo varios hombres que giran su cabeza, unos están bajo un árbol descansando otros están con unos caballos cepillándolos, la hacienda es de dos plantas con un corredor en los dos niveles, estaciono el auto, muevo mi cabello un poco que se ve un poco rizado por haber estado trenzado, tomo mi bolso de mano, pongo mi gabardina de color rosa palo en mi ante brazo y salgo lentamente del auto.
Observo los alrededores, el olor a excremento de caballo llega a mis fosas nasales, todos me miran expectantes a mi próximo movimiento, mis zapatos de tacón se hunden un poco en la tierra, el ligero viento mueve mi cabello azul.
Un hombre delgado pero con musculo de los que estaban en la entrada platicando baja las escaleras y cuando llega hasta a mi observa de la cabeza a los pies, pero sobre todo mi cabello azul.




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