Lo que no está escrito

CINCO

Bebí un poco de agua cuando terminé mi rutina de ejercicios, caminé hasta tomar la toalla para secar el sudor en mi cara.

Di un aplauso lo suficientemente fuerte para llamar la atención del grupo de chicas. —Eso ha sido todo por ahora, vuelvan a clases y nos vemos por la tarde en la practica.

Todas suspiraron exageradamente felices por finalizar la rutina. Sonreí divertida y dije. —Recuerden que deben estar puntuales para realizar las pruebas.

Había pasado dos días desde la dichosa plática con el chico de los lunares y ciertamente cumplió con mi pedido, se limitaba en hablar solamente de cosas necesarias u respecto al trabajo de los chicos; y yo estaba más que complacida de que fuese de esa manera.

No pretendía ser su nueva amiga ni mucho menos su conquista. Desde lejos podía sentir su mirada, pero pretendía no darme cuenta u ignoraba su presencia.

—¡Nos vemos!— gritaron varias de las chicas, unas cuantas hicieron un ademán con su mano para despedirse.

Imite su acción y me despedí. Al contrario de ellas debía quedarme e incluso debía preparar todo para la próxima llegada del grupo de chicos de 𝐻𝑎𝑟𝑟𝑜𝑤 𝑆𝑐ℎ𝑜𝑜𝑙.

Sabrina llegó a mi lado sonriendo acompañada de una muy seria Juliette. Esta ultima irradiaba furia y yo sabia el motivo.

—¡¿Puedo golpear a James?!— Gritó exasperada y yo simplemente negué.

Sabrina ganó mi respuesta y contestó. —No puedes arriesgarte a quedar descalificada por culpa de un idiota como él.

Sonreí para tranquilizarlas.  —Tranquilas, lo importante ahora es hacer que los chicos ganen esta competencia y poder llevar en alto el nombre de la preparatoria— ambas asintieron comprendiendo y agregue. —además este año vuelven de los reclutadores del equipo nacional.

Miré el reloj para corroborar la hora, hoy no estaba atrasada en absoluto. 
Tomé los papeles de mi mochila y los alce en señal de que debía ir a mi infierno.

—Uh— dijo Sabrina haciendo una mueca de asco. Yo reí.  —¡Que Dios te ayude porque yo, no puedo!

Juliette frunció el seño y luego pareció recordar algo pues sonrio maliciosa. —No sé que opines tu, Sabrina, pero yo soy team Alonso— la mencionada soltó una carcajada y yo me limité a rodar los ojos.

Sabrina aún sonriente dijo. —¡Vamos Alex! ¡Admite que se ven bien juntos! ¡Admite que es muy sexy!

Comencé a caminar, ignorando sus bobos comentarios hasta llegar a la puerta donde me esperaba una muy inpaciente entrenadora y un aburrido Alonso.

No era tonta, sabia que si sumas uno más uno el resultado siempre seria dos.  Ella no iría, me acompañaría él. 

—Entonces, ya sabes lo que tienes que hacer— decía apresurada, y él solo asentía aburrido. —Bien,— me miró y sonrió.—¡Llegaste! ¿Tienes lo que vas a necesitar?

Asentí mostrando los papeles en mi mano, sonrió complacida y afirmó lentamente, señaló con su dedo índice al chico quien asintió desinteresado y sonriendo con falsedad, caminó hasta mi lado suspirando.

—Nos vamos cuando gustes, compañera— dijo apretando los dientes. 

Me despedí de la entrenadora y seguí mi camino a la tortura.

Minutos más tarde.

Este es sin duda el día más incómodo de mi vida, estar rodeada de hombres que me conocían a la perfección no era una buena idea, prefería incluso morir a estar aquí.

—Entonces, tienes contigo la petición de cambio de sala de entrenamiento— Cuestionó el entrenador del Harrow School, un hombre en excelente condición física que no sobrepasa los treinta.

—Así es, como pudo notar en el documento se muestra claramente el motivo por el cuál no podemos admitir la estadía de los estudiantes— sonreí amablemente. El chico de los lunares a mi lado no pronunció ninguna palabra, talvez fue totalmente advertido por la entrenadora y es por ello que se mantiene como simple compañia. —El salón de practica será renovado y si no le parece molestia podríamos practicar en mi propia sala de entrenamiento.

—¿Por qué es opción tu sala deentrenamiento?— preguntó el entrometido de Jael.

Lo miré mal, él y muchos de estos chicos sabían perfectamente porque sugería mi sala, podría jurar que estaba incluso mejor equipada que su antigua sala de entrenamiento.

Si, en mis palabras y pensamientos es muy común tal frase.

—No voy a responder a ello porque sabes muy bien la respuesta— conteste aún de forma amable. Me concentré en el entrenador y solté.  —Si desconfía de que sea el lugar cómodo para practicar, puede visitarlo, no tengo problema alguno.

Compartió una mirada con James, como si pudiese su aprobación y no era para menos.  El ya mencionado asintió efusivamente aprobando mi idea provocando una sonrisa en mi rostro. 

—Así será— contestó el entrenador.

*********
Caminamos con rumbo a la salida, el silencio era muy incómodo, demasiado para mí gusto.

Aunque no quería darme tiempo para admitirlo la persona a mi lado me atraía en inmensidad, de querer negarlo seria mentir y de querer decir sería una locura.

Simple atracción, sí, claro. Una simple atracción que me hace mirarlo cuando creo que no se da cuenta, buscarlo cuando no lo encuentro e incluso provocar "encuentros accidentales".

Lo miré de reojo, diablos, es tan guapo que  si no fuese porque se comportarme habría saltado sobre él para besarlo como en esas novelas que me gusta leer. 
Luce tan genial, tan sexy y tan despreocupado que me aterra, puedo observar su perfil y me paralizó al ver sus labios.

Estos no son muy carnosos, pero si tienen ese toque rosado que provoca ganas de probarlos.

Dicen que entre más miras a una persona y entre más la niegues en tu corazón más esencial se vuelve. Y justo en este momento empiezo a creer que no lo decían de broma.

—Lo siento— fue lo único que salió de mis labios.

Se giró para mirarme pero no le di tiempo de razonar u refutar. 
Tan pronto como canta un gallo mi boca atacaba la suya con desesperación, puedo jurar que me desconoci totalmente. 
Aunque en mi mente sonaba una canción muy romántica... el momento no lo era.




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