Lo que nunca dije.

Fructificar.

Capítulo 11.

< “Tuve que morir un par de veces para aprender a valorar la vida, y cuando hablo de morir no hablo de dejar de existir. Hay situaciones que matan tu espíritu y mueres, aunque estés respirando”

 Miro por la ventana, pero no logro ver nada que no sea más allá de mi reflejo todo se ve tan lento, las personas caminan con algún rumbo, pero, ¿será ese el que ellos quieren? Todos caminamos dirigiéndonos a alguna parte con el alma arrastras y el espíritu vacío, muerto tratando de aparentar que todo está bien.

_ ¡Adara! Estoy hablándote ¿no oyes? ¿¡Estas sorda!? _   ruedo los ojos ya cansada de sus gritos, creo que comienzo acostumbrarme a sus alegatos matutinos, pero hoy está aún más insoportable, no entiendo por qué tiene que “descargar” su molestia conmigo, desde temprano en la mañana he tratado de no hablar de estar atenta a sus órdenes sin rechistar a nada, pero al parecer es inútil.

_ ¿Qué necesitas ahora? _ dijo con el tono de voz bastante cansado he irritado, suelto un bufido obstinado, Meredith me mira apretando la mandíbula entrecierra sus ojos y se acerca de forma peligrosa, aunque yo ni me inmuto, ya su cercanía no me causa miedo, ya no puede amedrentarme cuadro mis hombros relajando un poco la espalda, la miro con desgana hasta que se posiciona justo enfrente mío.

_ ¿Qué necesito? ¡Que te muevas a traer esas cajas! ¡ya!  Deja de estar viendo por la ventana como estúpida y muévete. _ asiento con la cabeza y me muevo en contra de mi voluntad a cargar más cajas y subirlas al camión de mudanzas, sentía una extraña sensación que me revolvía el estómago, ese tipo de sensaciones de las cuales te advierten que algo malo va ocurrir.

 Así me mantuve por un buen tiempo, subiendo cajas, muebles y entre otras cosas. Estaba agotada llevaba toda la mañana sin parar, mi estómago ruge en protesta, ya que tengo hambre y no he comido nada tan siquiera he desayunado… 

_ ¿Tú no vas con nosotros? _ dicha pregunta llama mi atención, desvío mis retinas hasta la conversación, Meredith habla con Lucca y al ver su aspecto se ve ¿preocupada?, ya quisiera yo que ella se preocupara por mí o por lo menos le importara, pero no es así, agacho la vista hasta chocar con el suelo empolvado, si quizá ni hubiera nacido todo sería diferente mucho mejor, no lo sé, tal vez sería otro cuento uno donde no molesto o fastidio a nadie.

 

No me siento perdida.

Es sólo que aún no se donde termina éste mar de sufrimiento;

Y a veces me ahogo.

 

_ ¡¿Estás loca?! Solo vos crees que me voy a ir contigo, sos un "puñal" y de madre no tienes nada, dime… ¿qué mujer deja a su esposo para irse a vivir con un “amigo”? solo tú crees que yo soy imbécil, no soy estúpido y sé muy bien que ese hombre no es solo un “amigo” así que no vengas a decirme que me vaya con ustedes, ¡me das lástima!  _ abro los ojos de hito en hito espera qué acaba de decir, suelto un jadeo de puro nerviosismo, la respiración se me entrecorta es decir que nos vamos a ir a vivir con un hombre que ni conozco es más ni tengo idea a donde nos iremos a vivir.

_ ¡Lucca! Cómo puedes hablar así de tú madre, tú no sabes nada me lastimas hijo yo te amo y me serias de gran apoyo si vienes conmigo, por favor no me dejes sola esto no es fácil, ¿no ves que Arnold me echó de casa? Por culpa de… de esa miserable, no me abandones te lo pido por favor. _

Aprieto la mandíbula tan fuerte como me es posible y disimulo que no estoy prestando atención a su conversación, al oír como me llamó la ira comenzó a quemarme en el pecho, comencé a caminar para tomar la última caja y subirla al camión, poco a poco el enojo comenzó a gobernar en mi interior, arrojé dicho objeto con tanta fuerza que escuché como su contenido se dañaba captando la atención de ambos, no me importa si tendré represalias por dicha acción.

Meredith me miraba con la vista envuelta en llamas, le rodé mis ojos y levanté mis hombros en señal de desinterés, tratando de fastidiarla con todas las intenciones posibles.

_ No me interesa nada de lo que digas, tu eres una manipuladora mentirosa que cree que me va a convencer con palabras dulces, entiende algo de una vez, vos me perdiste como hijo yo no te veo como madre, y ahora menos que sé que te vas con otro, y después no te andes quejando que hablan mal de ti, porque tu sola te ganaste esa reputación, no me busques más no quiero saber nada más de ti ¿oíste? Ahora dejame en paz. _ quedé estupefacta al oír esas palabras, pero no me preocupó en lo más mínimo, quizá en otro tiempo la hubiera defendido, pero ahora hasta siento cierta satisfacción por ver su semblante realmente dolido, realmente Lucca lastimó a esta mujer.

 

Y cómo sé qué la lastimó, bueno noto como sus escleróticas comienzan a enrojecerse, está a punto de echarse a llorar que patética ¿ahora si siente? Acaso tiene sentimientos, siendo sincera estoy de acuerdo con lo que le acaba de decir Lucca.

 

Meredith comienza a llorar como ya lo había predicho, mostrando lo débil que es. _ Pe-pero Lucca cariño yo nunca te he negado nada siempre te doy y hago lo que quieres, no entiendo el por qué tratarme así, soy tu madre y me estas lastimando con tus palabras, solo quiero que vengas conmigo, no quiero que te quedes con tu padre, él nunca está en casa, siempre se encuentra trabajando él no podrá cuidar de ti a como es debido, no te cuidará a como lo haría yo por favor Lucca yo te amo. _ él rueda sus ojos en notable fastidio ya cansado de escuchar a Meredith rogarle, sin él tan siquiera saber que yo aún una pequeña parte de mí moriría por oír, suelta una carcajada y la mira con desprecio se acerca peligrosamente a ella, hasta un costado de su cuerpo se agacha desconcertando la, toma su mochila negra la coloca en su hombro y comienza a caminar en dirección de la puerta principal.

_ ¡Lucca espera! No te vayas. _ camina apresuradamente hacia él, e intenta tomar su muñeca, pero este la aparta velozmente.




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