Lo Que Nunca Esperas

Capitulo 1

Me despierto por la mañana sintiéndome completamente cansada y con dolor de estómago, anoche me vi un maratón de mi serie favorita hasta terminarla y comí todo tipo de porquerías junto con una compañera de clases a la cual comencé a hablarle recientemente debido a aquel gusto mutuo por las series.

No soy una persona que se haga de amigas muy seguido, de hecho soy una persona sumamente solitaria y un completo cero a la izquierda en clases, es por eso que, cuando Mónica me invito a su casa a un maratón de películas, no me negué ni me lo pensé dos veces.

Salgo de mi cuarto aun vistiendo la ropa de anoche y sintiéndome pegajosa así que entro al baño dándome una ducha rápida para ponerme algún pantalón de franela y una blusa de algodón cómoda.

Bajo sintiéndome mejor pero aun cansada.

-Buenos días cariño- me saluda mi madre besando mi mejilla- Espero que te hayas divertido mucho anoche- dice mi madre depositando un beso en mi mejilla- ¿Cómo estuvo tu maratón de películas?- pregunta poniendo mi medicamento en la barra junto con un vaso de leche que me tomo al instante- ¿Qué series vieron?- sigue preguntando.

Sé de antemano lo feliz que esta de saber que finalmente he hecho una amiga, sin embargo debería saber que no es mi amiga, es mi compañera, aun así creo que fue bueno haber salido al menos una primera vez de casa.

-Me fue muy bien- digo animada- Vimos varios capítulos de mi serie favorita he incluso…-

-No sé porque siempre le crees sus mentiras- me interrumpe Tiffany mi hermana mayor entrando a la cocina- Es obvio que se fue de fiesta y estuvo tan borracha que no pudo volver a casa y se quedó a dormir con un chico- gruñe sentándose a mi lado.

Mi hermana tiene 26 años y es idéntica a mi madre, al menos en rasgos físicos; es de estatura promedio, tan solo es 5 cm más alta que yo, tiene el cabello castaño claro, piel blanca, ojos marrones y una actitud de lo más amargada del mundo, eso sin mencionar su sobrepeso el cual es verdaderamente preocupante.

Mi madre se acerca a ella besándole la frente con ternura y frunzo la boca mirando mi cereal.

-No entiendo como puede ser tu hija favorita- gruño molesta- Es odiosa- digo muy bajo más para mí que para ellas.

Mi madre suspira.

-Sabes que a ambas las amo por igual- dice caminando hacia nosotras con dos platos repletos de huevos revueltos.

-Y es por eso que yo uso siempre la ropa nueva y tu mi ropa usada- dice Tiffany sonriente.

Entrecierro los ojos molesta.

-Si a ti te compran ropa nueva es porque eres gorda y deja de quedarte- digo dándole en su punto débil.

Puedo ver la furia emanar de sus ojos, el repudio que me tiene y lo mucho que le molesta que le devuelva los insultos.

Frunce la boca.

-Solo estas celosa porque mi papá me llamo ayer- dice satisfecha- Y ti no te quiere- asegura con suficiencia.

Siento una punzada en el pecho como siempre que mi padre sale a relucir en el tema, sintiendo como mis sentimientos se arremolinan en mi ser y las lágrimas tratan de salir de mis ojos sin que pueda hacer nada por evitarlo, por lo cual me levanto de mi lugar rápidamente y salgo de la habitación sintiendo la estúpida sonrisa de Tiffany detrás de mí.

Mi padre es un bastardo en pocas palabras, él se casó con mi madre y procreo a mi hermana y a mi siendo sus primeras hijas, pero nos abandonó cuando mi mamá estaba esperando mi llegada, como pueden adivinar yo no fui planeada como lo fue Tiffany; después de que se fue sin tener contacto con nosotras por años, volvió y supimos que teníamos otras dos hermanas, Sesasi, tan solo 2 años menor que yo y Belén 3 años menor que Sesasi.

Mi padre no tuvo demasiado contacto con nosotras conforme fuimos creciendo ya que nuestra existencia lo tiene sin cuidado, sin embargo cuando volvió un día tan solo para vernos, mis padres hablaron y poco después de eso, él volvió a tener contacto con Tiffany… Pero solo con ella y no conmigo.

Toda mi infancia traté de hacer méritos para que él me mirara, trataba de llamarlo para poder charlar con él, sin embargo todo era en vano, él me tenía repulsión.

Entro a mi habitación y me recuesto en la cama decidida a dormir para ignorar estos malditos pensamientos y así lo hago, cierro los ojos obligándome a perderme en la inconciencia y gracias al medicamento, logro dormir sin tener sueño alguno.

Cuando mis ojos se vuelven a abrir son ya pasadas de las 10 de la noche, mi cuerpo se siente más relajado y yo me siento un poco más animada, sin embargo mi estómago ruge de hambre por tantas horas sin probar alimento, por lo cual decido bajar en busca de comida.



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En el texto hay: secuestro

Editado: 18.04.2018

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