Prólogo

la lluvia caía con lentitud, un tenue pero persistente roció que no había cesado durante todo el día, el siendo un muchacho aplicado intentaba terminar los deberes, pero las matemáticas no eran lo suyo, no importaba cuanto se esforzara simplemente no lograba entender los complicados ejercicios que su profesor le obligaba a hacer.

Cansado de intentar entender decidió salir a jugar con sus amigos el ver a estos por la ventana de su habitación, mientras recorría el camino hacia el viejo roble donde solía jugar casi podía escuchar la voz de su madre quejarse por mojar y llenar de lodo sus caras prendas, soltó una risita al imaginarse como su padre abogaría por él, e incluso en los días buenos correría a jugar bajo la lluvia también, su padre el mejor sin duda. Pronto el recuerdo de lo acontecido durante sus vacaciones vino a su mente. Los gritos, el llanto, el disparo, la sangre.

Se quedó inmóvil, sin saber cómo reaccionar ante esa imagen, ante los recuerdos, le había pasado cada vez que recordaba ese maldito día desde el momento en que aconteció, pronto su respiración se hizo trabajosa y su corazón empezó a latir demasiado rápido. Ataques de pánico los había llamado el doctor.

Un fuerte golpe lo hizo reaccionar, aturdido por el reciente episodio miro a su atacante solo para encontrarse con quien consideraba su amigo, el hijo del marqués de Bristol.

- ¿Qué pasa quieres llorar? - hablo con la vos burlona.

-claro que quiere llorar, es una nenita – siguió otro de los que consideraba sus amigos.

-eres un cobarde, igual a tu padre. – hablo alguien mas mientras le escupía.

Las burlas siguieron y luego se le unieron más golpes, lo hicieron hasta un profesor pasaba por el lugar y debieron huir. Rápido manaron a llamar al médico, los golpes habían sido fuertes, pero no lo suficiente como para lastimarlo con gravedad después de todo el entrenaba junto a su abuelo y padre desde que tenía memoria.

Ese día mientras yacía en cama, con el cuerpo adolorido, se dio cuenta que la sociedad no perdonaba el mas mínimo error, que si encontraban un peque vestigio de un defecto lo usaban para destruirte, asi que se juró que nunca en su vida volvería a tener tal cosa como un defecto o debilidad. El sería un caballero perfecto.

La voz de su tío tomas vino a su mente, él siempre le decía que la felicidad era lo más importante, pero por primera vez estuvo de acuerdo con su abuelo, la felicidad no era nada cuando se podía llegar a experimentar tal sufrimiento infligido por la sociedad al más mínimo error.