Lo que soy (entre sombras)

Capítulo 1

 

Veía pasar las calles de Londres con lentitud atreves de la pequeña ventana del carruaje, la noche era oscura, sin luna, ni estrellas, una pequeña llovizna caía de manera lenta pero persistente, al parecer el clima estaba de acuerdo con su humor. No lograba comprender cómo era que se había dejado convencer de semejante estupidez. Ella no era una dama de sociedad, no podría nunca comportarse como esas damitas refinadas y descerebradas, nunca podría encajar en esos ostentosos salones de baile. Suspiro con pesadez y profunda resignación. 

-quita ya esa cara - la voz de su acompañante la hizo salir de sus quejas internas - sabes que esto será bueno para nosotros. 

-Aja 

Respondió sin muchas ganas de conversar. Sabía que él tenía razón. Pero eso no quitaba que detestaba la idea 

-Zari, vamos. Sabes que odio cuando me aplicas la ley del hielo. - ella no le contestó. El suspiro con cansancio. - si de verdad tanto te molesta esto, podemos volver. 

Ella lo miró fijamente unos instantes. En su rostro la sinceridad era notoria. Sabía que hablaba enserio, que haría lo que ella quisiera. Dio un suspiro de frustración 

-Por supuesto que no haremos tal cosa. Erick, sé que esto es importante, y por supuesto que no lo arruinare por un capricho mío. Pero sabes bien que me molesta este tipo de eventos. - cuando Erick estaba apuntó de hablar ella se lo impidió alzando una mano enguantada. - sé que harías cualquier cosa por mí, pero no vamos a perder esta oportunidad. Mucho nos ha costado llegar hasta aquí. Solo déjame hacer mi mala cara aquí, para que cuando entremos pueda sonreír. 

Zarina le sonrió y él le devolvió el gesto. Ambos habían vivido las mismas experiencias, ambos habían sufrido de igual modo, sus vivencias los habían unido de un modo que iba más allá del afecto. Ella sabía que Erick odia a ese tipo de gente tanto como ella. Tal vez incluso hasta más, la diferencia radicaba en la ambición. Érick tenía muchas razones para querer estar en ese círculo, para entrar en el mundo de la aristocracia. Ella no. No tenía ni motivos ni ganas. Pero por él lo haría. 

 

El carruaje se detuvo y el cochero pronto les abrió la puerta. Erick bajo primero y le tendió su mano, ella dio otro suspiro antes de descender, la residencia de los marqueses de Winchester estaba ubicada en una de las mejores zonas de Londres, el baile estaba muy concurrido. Según lo que le había dicho Erick era la presentación de la hija de los marqueses, y todo el mundo lo esperaba con ansias, ya que se decía que la belleza de la joven era sin par. A ella en lo personal todo eso le parecía ridículo, pero quien era ella para juzgar. 

 

Dejaron sus capaz en manos de los sirvientes y se encaminaron a él salón de baile. Ella inhalo hondo para lograr dominar su mal humor, pero eso sólo lo empeoró al sentir el ajustado corsé apretarle. Gruñó con rabia. Odiaba esa cosa de tortura. Erick soltó una risita burlona al percatarse, ella lo fulmino con la mira antes de recomponerse, atravesaron la entraba y se acercaron a los marqueses para los respectivos saludos. 

-milord, miladi. 

Erick saludo con cortesía, mientras les hacía una reverencia. Ella se limitó a inclinar la cabeza, pero lo compenso con una radiante sonrisa. La marquesa los miraba curiosa, ella no los conocía, su marido con el contrario les regalo la más amistosa de las sonrisas. 

 

-querida te presento a mi socio, el señor Erick Caruso y su... - el hombre dudo de en cómo presentarla y eso solo le molesto más. 

-Zarina Petrova, su socia. - se presentó ella misma con una sonrisa que ocultaba a la perfección su desagrado. 

 

- ¿socia? - exclamo la mujer con un jadeo escandalizado, ella evitó rodar los ojos antes de volver a sonreír. 

 

-así es, trabajamos juntos. Pero no se preocupe, la gente suele tener esa reacción. 

 

-eso es verdad, incluso he visto damas desmayarse, ante el hecho que mi querida zarina trabaje como mi igual. Ahora si nos disculpan 

 

Erick hizo otra pequeña reverencia antes de caminar. Ella solo movió la cabeza, todo ese protocolo le parecía estúpido. Mientras se alejaban aun podía escuchar las exclamaciones ahogadas de la mujer, es presiones como <no es posible> <es una sinvergüenza> <no tiene pudor> se repetían en sus oraciones. Sabía que esa misma relación he incluso peor se repetiría durante toda la noche. O mejor dicho su estancia en Londres. Se dirigieron asía la mesa del bufet, Erick la conocía tan bien, que sabía que estaba molesta a pesar que no había dejado de sonreír, y también sabía cómo calmarla, la comida sin duda era su debilidad. 

 

--no les prestes atención. 

 

--¿cuándo lo hago? --replicó con burla 

 

--siempre. No lo demuestras, pero siempre les prestas atención y sus palabras te molestan. 

 

--eso no es verdad, --replico seria --escucho lo que dicen es verdad, pero solo porque me gusta estar enterada de todo lo que pasa entorno a mi vida. Pará saber de dónde vendrá el siguiente golpe necesitas prestar atención, pero sus palabras no me afectan, en lo más mínimo, incluso me divierte sus podres intentos de insulto. 

 

Erick la observó serio un minuto más, intentando evaluar si le creía o no.  Luego le sonrió, y ella supo que le creía

 

--como digas palomita, ahora volvamos al motivo por el que aquí estamos. 

 

Zarina le sonrió antes de encaminarse del brazo de su acompañante por el salón. Toda la gente importante de Londres estaba en ese salón y ellos no podía desaprovechar la oportunidad. 

 

Los marqueses de Winchester eran personas muy respetadas en la sociedad británica, una familia de honor y tradición en toda regla. La única razón por la que ellos estaban allí era por los negocios que compartían. Mismos que habían dejado tan buena ganancia que habían duplicado el patrimonio del marquesado, sólo por eso estaban en ese baile. Su plan era simple, aprovechar al máximo la oportunidad, necesitaban que las invitaciones siguieran llegando, no sólo por sus negocios, porque realmente no lo necesitaban, pero si por razón más personales.




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