El clima era maravilloso, pensó zarina mientras la lluvia caía sobre su rostro y escuchaba las olas golpear el acantilado, era simplemente perfecto.
Se sentía en paz en ese momento, mientras la lluvia la empapaba, por fin sentía que tenía el control, que estaba en paz, y eso la hacía sonreír.
En Londres había estado muy desequilibrada, los nacientes sentimientos que tenía por Aidan le habían hecho perder el control, lo que causaba que hubiera perdido el enfoque. Pero ahora, mientras la lluvia caía sobre Génova, sentía que tenía el control de vuelta.
-mi señora – la voz de uno de sus hombres la hizo suspirar, no necesitaba preguntar para saber que pasaba.
Entro a la mansión a paso firme, ese viaje que a ella le había traído paz, a Erick solo lo había atormentado más. De los dos él era el más desequilibrados, lo había sido durante toda la vida, pero luego de todas las pérdidas que había sufrido era peor, se había vuelto un tanto sádico, cruel, purgaba sus demonios torturando a aquellos que amenazaban con dañar a los que amaba, en un modo de redimirse por no haber protegido a quien debía proteger en el posado.
habían salido de Londres bajo la excusa de los crecientes rumores que circulaban alrededor de ella, mismos que ella misma había plantado. Pero la verdad era que debían salir para evitar a ciertos nobles y para resolver la otra cara de sus negocios.
Porque si, sus negocios no eran del todo honestos, era imposible que lo fueran, después de todo no eran más los hijos bastardos de dos prostitutas baratas –aunque Erick se negara a referirse a Aileen con ese término- criados en el más sucio de los burdeles, entre prostitutas y ladrones.
Y era justo asi que se habían macreado una fortuna, a base de robos, desde muy pequeños habían empezado con esa empresa, robaban a los borrachos, a los distraídos y a cualquiera que diera blanco, incluso habían robado a un obispo y eso en lugar de condenarlos como este predicaba en su sermón había sido su salvación.
Un grito la sacó de sus pensamientos, apresuro el paso por el estrecho y oscuro pasadizo, ese antiguo castillo estaba lleno de pesadillos, túneles y calabozos, era muy lujoso en apariencia, pero bajo sus brillantes pisos había todo un centro de tortura, y era hay donde Erick estaba.
Al entrar hizo una mueca, Erick estaba golpeando a casi un cadáver.
-para – le ordeno desde la puerta, pero este pareció no irla. Se acercó a él, lo tomo con fuerza del brazo y grito – para.
Este parpadeo un varias veces, como si se acabara de despertar de una pesadilla, la miro y se volvió asía el tipo que estaba más muerto que vivo, lo miro con desagrado antes e darse la vuelta y salir sin decir ni una palabra.
-¿ha dicho algo? –presunto a nadie en particular.
-no, mi señora. Se niega a revelar quien lo mando a atacarla. –respondió diego.
-la pregunta correcta seria, ¿Quién no me quiere muerta? –anuncio con retintín –manténganlo vivo. Yo lo interrogare después –ordeno, soltó una sonrisa irónica al percatarse de las muecas de sus hombres.
Por alguna razón todos le temían mas a ella que a Erick, lo cual era irónico, ya que ella nunca había torturado a nadie, no ese no era su fuerte. No soportaba causarle una larga agonía a las personas, ella lo resolvía de un modo más rápido. Pero era buena mintiendo y manipulando, y era la única que podía controlar a Erick, tal vez esa era la razón, decidió.
Camino despacio hasta su habitación, estar mojada no era la mejor de las ideas en ese momento, si quería seguir viva, era mejor que evitara a toda costa un resfriado. Puso su mano en su cintura y se dio cuenta que estaba sangrando, no mucho, pero si lo suficiente para recordarle que debería haber estado en cama, no recorriendo los jardines en medio de la noche mientras llovía.
-toma- dijo Erick a su espalda asiéndola dar un pequeño salto, lo que la hizo fruncir el ceño, debió haberlo escuchado venir.
Erick pareció pensar lo mismo, porque puso su mano sobre su frente para luego maldecir en voz baja, acomodo la toalla que antes le ofrecía sobre sus hombros para cargarla en brazos. Ella no protesto se sentía cansada, y algo mareada.
Erick entro a la habitación y la dejo en medio de la misma, Mass y Mess la ayudaron a desvestir mientras Erick rellenaban la bañera, luego salió, para que las gemelas la ayudaran a bañarse con agua caliente.
Ella dejo que las chicas la bañaran mientras recordaba lo cerca que había estado de morir solo una semana atrás.
Navegaban rumbo a Génova, había un pequeño ladrón intentando quedarse con lo que era de ellos y sobre todo, debía evitar a Aidan, era de madrugada, pero ella estaba en la cubierta mirando el horizonte por la borda cuando escucho pasos, no le dio demasiada importancia, seguro era algún marino, pero los pasos eran demasiado suaves noto un momento después. Estaba en la parte más oscura de la cubierta, sola y desarmada, era un blanco fácil, hecho que quedó demostrado cuando tres hombres intentaron matarla uno de ellos logro apuñalarla en la cintura.
Estaba viva gracias a saber esgrima y boxeo –algo prohibido para las mujeres- y a que Erick nunca permitía que estuviera realmente sola, ni siquiera en uno de sus barcos, ya que no paso ni dos minutos antes de que diego y otro de sus hombres estuvieran junto a ella. Aun asi su herida había requerido puntos, y la había mantenido en cama el resto del viaje.
Pero ahora tenía indicios de fiebre lo que no era buena señal en ningún caso, y eso era culpa suya, no fue buena idea caminar bajo la lluvia.
Se acostó intentando dormir, luego de haberse tomado un chocolate caliente.
Aidan están de mal humor, no había podido ver a la italiana descara, y había tenido que retrasar su viaje, y cuando por fin lograba llegar a Palermo no mujer no lo recibía. Solo faltó decir, Stone, para que la mujer lo mandara a sacar de su casa. Era frustrante y lo tenía[H1] de muy mal humor, eso y la conversación con su abuelo.