Lo siento...

8. QUERÍA SER EL SOPORTE DE ELLA

“Maldición, ¡cómo fui tan estúpida! Nunca debí confiar en ese imbécil. Enamorado de mí….¡JA! Sí, seguro. Lo único que quería era hacerme daño otra vez, pero esta vez se le pasó la mano. Intentar propasarse conmigo…..¡¡Cómo pudo!! Qué ganas de decirle a Lucas la clase de amiguito que tiene, pero no estoy segura de que me crea. Es como si el maldito lo mantuviera con un velo sobre sus ojos que le impide ver lo malvado y miserable que es. ¡¡AAHHHH!!!_gritó. _¡¡Qué frustrante!! Mejor lo dejo así. No quiero que Lucas se vaya alterado mañana”.

Ani estaba muerta de cansancio. Por culpa del innombrable había llegado sumamente tarde a casa. El viaje que debió haberse hecho en minutos en auto, terminó por durar horas a pie. Cuando llegó, ya todos estaban acostados durmiendo. Ella también lo deseaba con ansias. Se dijo que mañana se levantaría temprano para despedir a Lucas y entregarle su regalo. Sin embargo, llegado el momento, Ani fue incapaz de siquiera abrir un ojo. Lucas partió sin poder despedirse de ella. Claro que su embarque fue bien corto esta vez. En solo un mes ya estaba de vuelta, eso porque su padre había convocado a toda la familia para una reunión de carácter urgente.

_Familia. Papás, hijos, hermana.....tengo algo muy importante que decirles. Todos saben que este último tiempo no ha sido fácil para mí después de divorciarme de Antonia. Creía que sucumbiría a la tristeza y mi vida sería un infierno en soledad, pero ahora, dentro de toda la angustia, ha llegado a mí una luz de esperanza, una nueva razón para vivir...._.

_No me digas papá que te volviste a enamorar_ le dijo Lucas con la picardía de siempre.

_Bueno, algo así_ les dijo Emilio con sus mejillas rojas y una mirada avergonzada pero feliz.

Todos lo miraron con asombro. No creían que hubiera olvidado tan rápido a Antonia, aunque si ese era el caso, y él era feliz, no se opondrían.

Antonia había vuelto con el amor de su vida y Emilio ahora estaba libre de cualquier compromiso, así que no veían ningún inconveniente.

_Ya saben que después del divorcio me fui a visitar a mi amigo Pedro......_ . Emilio les contó los detalles de su viaje y cómo se había enterado después de 25 años de que tenía una hija. Su familia no podía creerlo, sin embargo, al ver lo feliz que estaba Emilio, decidieron aceptar a la muchacha.

Había una nueva nieta, una nueva sobrina, una nueva prima y una nueva hermana.

Ya deseaban conocerla, en especial Lucas, quien necesitaba urgente suplir la falta de una figura femenina lo más cercana a una madre. Presentía que ambos se llevarían muy bien. Y así fue. Una semana después del gran anuncio, su hermana por fin había llegado a casa. Su nombre era Olivia. Tenía casi la misma edad que Santiago, solo un par de meses mayor. Lamentaba que éste último no hubiera podido conocerla. Había tenido que retornar a su asignación militar en Bosnia.

Olivia se parecía, según Emilio, a su madre. Era pelirroja y de notable belleza. Lo único Müller que tenía, eran los tradicionales ojos verdes que tanto los distinguían como familia a todos…bueno, a casi todos exceptuando a Santiago.

Lucas tenía muchas ganas de conocer mejor a su hermana, pero su estadía esa semana estaba fuera de lugar. No se suponía que ni él ni Esteban estuvieran en casa. Solo por las influencias de su padre fue posible que ambos pudieran estar presentes para darle la bienvenida a Olivia junto al resto de la familia. Ahora debían volver cuanto antes a embarcarse, esta vez por al menos tres meses.

La semana en que estuvo en casa apenas cruzó palabras con Ani. Había estado ayudando a su padre a preparar la habitación de su nueva hermana. Habían salido de compras para remodelar todo el mobiliario. Emilio no escatimó en gastos. Le compró una cama nueva, sábanas de seda a tono con el cobertor de plumas, un calientacamas por si le daba frío por las noches, un escritorio de roble, una lámpara de sobremesa Tiffany y un notebook de última generación. Junto a Esteban tuvieron la tarea de pintar las paredes. Su padre quería darle una apariencia más femenina e iluminada al lugar que velaría los sueños de su hija, además colgaron un hermoso cuadro pintado por la abuela Amelia en su juventud.

Sin duda fue una semana agotadora, pero estaban felices de haber hecho todo por ellos mismos. No quisieron delegar las labores a nadie más. Olivia merecía tener todo lo que ella quisiera. Fueron muchos años lejos de ellos y ahora estaba allí para volver a darle frescura y vitalidad a su trizada familia.

Ani lo entendía y estaba feliz por todos ellos, particularmente por Lucas, a quien había visto sufrir por lo de su madre. Es cierto que no pudo compartir con él como hubiese querido, pero a la larga creyó que fue para mejor. Mientras más alejada estuviese de él, menos probabilidades tendría éste de avivar sus complejos sentimientos.

_¿Mañana partes?_ le preguntó a Lucas mientras ambos tomaban el chocolate caliente que Ester les había preparado antes de irse a acostar.

_Sí. De madrugada_ le respondió un tanto deprimido, sin saber a ciencia cierta por qué, si se supone que siendo marino debería sentirse feliz por retornar al mar.

_¿Cómo te sientes con lo de tu hermana?_ inquirió Ani.

_Para ser sinceros, saber que mi papá embarazó a una chica un par de meses antes de embarazar a mi mamá, no es algo que me haga sentir muy orgulloso, sobre todo porque esa chica lo pasó muy mal sabiendo que él al final terminó casándose con otra. Por otro lado, sí me enorgullece, que ahora que supo de su existencia, se quiera hacer cargo de ella e intente recuperar el tiempo perdido. Ella soportó muchas carencias, tanto materiales como afectivas sin tener culpa de ello. Por eso estoy contento de compartir con Olivia todo lo que nuestra familia pueda darle, en especial amor y yo la voy a querer mucho como mi hermana mayor, tanto como te quiero a ti, mi hermanita menor_ le dijo queriendo convencerse estúpidamente a sí mismo, de que tan solo por decir que la quería como hermana sus sentimientos le obedecerían así sin más.




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