Ani caminaba lenta pero nerviosamente de un lado al otro al lado de la piscina. Estaba sumamente preocupada. El joven Santiago se debatía entre la vida y la muerte y eso le angustiaba, más aún sabiendo el dolor que seguramente estaba sintiendo Lucas, su tierno y amado Lucas. Como si no fueran suficientes todas las cosas que habían trastocado su vida, había que sumarle una más para añadirle desazón a su corazón. Estaba inmersa en esos pensamientos cuando de reojo vio una figura aparecer a su lado.
_Así que aquí estabas, “preciosa”_ le dijo Tomás con sorna.
_¿A qué vienes, Tomás?_ le dijo fastidiada.
_Pero qué manera de tratar a un invitado de los Müller, “preciosa”_ Ani solo guardó silencio apretando los labios llena de furia y tratando de comportarse civilizadamente para no hacer ninguna escena.
_Está bien. Te escucho_.
_Por hoy, sólo vengo a dejarte un regalo_.
_¿Un regalo?_.
_Sí. Un regalo. No mío, si no de Lucas. Ya sabes…..con lo que pasó con Santiago, le será imposible estar en tu cumpleaños, por eso me pidió que te trajera su regalo y yo, como su fiel amigo, cumplo con sus deseos. Sin embargo, quiero que sepas de antemano, que yo sí estaré contigo en ese día tan especial. Ese día no solo te daré MI regalo, si no también me cobraré lo que me debes_ se lo dijo mirándola fijamente como un cazador a punto de atrapar a su presa pero que sigue aguardando paciente hasta el momento exacto.
De pronto, una idea cruzó por la mente de Ani. Había estado devanándose los sesos acerca de cómo zafarse de lo que Tomás le estaba exigiendo sin tener que pagar las consecuencias y lo único que se le ocurrió fue drogarlo para quitarle el teléfono y así borrar la evidencia que incriminaba a su padre en conductas nada castas. Para ello había “tomado prestado” un par de relajantes musculares que Manuel siempre dejaba olvidados en la cocina cuando las tomaba después de un día completo de cortar el césped. El pobre sufría de una hernia lumbar que hacía de las suyas cuando forzaba su espalda más de lo normal. El problema se suscitaba al no saber cómo, cuándo y dónde llevar a cabo su plan. Ni de chiste iría a casa de Tomás como él quería. Pero el destino parecía sonreírle y ese obstáculo, aparentemente infranqueable, parecía desaparecer justo en ese momento. Pensaba que Mahoma tendría que ir a la montaña. Nunca imaginó que la montaña vendría solita a Mahoma. Ahora solo tendría que hacer tiempo, el suficiente para darle las pastillas y que se quedara dormido.
_Bueno….si se trata de eso, al menos podríamos hablar de ello ¿no te parece?, digo….para ponernos de acuerdo_. Le dijo Ani sin la aspereza ni la molestia con que lo recibió en un principio, actitud que a Tomás le agradó en gran manera.
_¿Y qué propones?_ .
_¿Te parece que nos tomemos un chocolate caliente y hablemos de….de lo que quieres.?_ Tomás arqueó una ceja y aceptó con gusto la invitación de Ani.
Tomás se sentó en una de las tumbonas de la piscina esperando pacientemente a que Ani volviera con el chocolate. Mientras tanto, en la cocina, Ani tomó las pastillas y las molió entre dos cucharas hasta hacerlas polvillo y las vertió en uno de los tazones. Rogaba al cielo que su plan funcionara, pues no sabía si se le presentara de nuevo otra oportunidad.
_Toma, aquí tienes_ le entregó el tazón con sus manos temblando levemente de nervios. Esperaba que Tomás no se hubiera percatado de ello.
_Está delicioso, Ani, como todas las cosas que tú preparas_ la halagaba sinceramente. Aún tenía la esperanza de que ella se enamorara de él sin tener que recurrir a medios tan bajos para conseguirlos.
_Gracias_.
_¿Ani?
_¿Mmmm?_.
¿Por qué no me das una oportunidad? Sabes de sobra lo que siento por ti. No quisiera obligarte a estar a mi lado, pero no encuentro otra forma de estar junto a ti_ intentó convencerla una vez más.
_Tomás…_.
_”Tomy”, Any, “Tomy”. ¡Cuántas veces tendré que pedírtelo! Al menos concédeme eso, ¿sí?_ le pidió casi con súplica.
_Tomy… ¿puedo saber por qué te fijaste en mí?_ le preguntó, no porque realmente estuviera interesada en saber la respuesta. En esos momentos, lo único que quería era que las pastillas empezaran a hacer efecto y terminar de una buena vez con ese suplicio. Y para eso, necesitaba tiempo.
_Porque eres lo que necesito para ser feliz, porque me das la paz que mi alma busca con anhelo, porque haces que me sienta completo y porque deseo con todo el corazón que llegues a entenderme, comprenderme, aceptarme y amarme._ dijo esta última frase con la legua traposa. De a poco las pastillas empezaban a hacer efecto.
_Tomy, lamento mucho no poder corresponderte. Ya te lo dije antes y te lo vuelvo a repetir…..no…puedo….amarte_le respondió Ani con toda la ternura del mundo.
_¿Es acaso por Lucas?_ la increpó, con los ojos pestañeando cada vez más lento.
_¡¡Qué tiene que ver Lucas en todo esto!!_ se levantó de golpe dándole la espalda, nerviosa por verse descubierta.
_¿Crees que no sé que están juntos? Créeme que puedo ser muchas cosas, pero ser estúpido no es una de ellas_ trató de levantarse para tomar el brazo de Ani, pero no pudo hacerlo. Perdió el equilibrio y cayó sentado en la tumbona tratando de apoyar sus manos al costado de su cuerpo para no irse de bruces.