Introducción

Me senté en la montaña observando el atardecer, era color carmesí, llenaba mi alma, me hacía sentir viva, si no fuera carmesí seria sólo un rojo claro, parecido al amor, bastante similar a lo que llamamos pasión. Una puesta de sol semejante a su sangre, ese flujo un poco viscoso que recorría cada centímetro de mi cuerpo, sin darme cuenta me hizo sentir contenta, excitada y dispuesta a todo.

No supe como consolarme, había hecho algo horrible a una persona que era importante para mí, ¿Cómo fui capaz de semejante cosa?

Me dije que a veces cuando te enamoras de alguien haces cosas que jamás pensaste que harías, ¿eso mismo hice yo?, porque si él no era mío, no iba a ser de nadie más. Que idiotez eso de que si no te aman debes rendirte, habría de tenerlo a mi lado aunque fuera en contra de su voluntad.

Me senté a mirar como el sol desaparecía poco a poco, mientras me preguntaba si valía la pena haber llegado hasta tal punto, la respuesta me causo un gran escalofrío, ring, ring sonó mi despertador no lo sabia en ese momento, pero, la historia acababa de comenzar.

Entre las viejas cosas que mi madre dejo antes de morir, encontré un pequeño cuaderno el cual se convertiría en el testigo numero uno de cuanto le ame.

Lo metí en mi mochila y me dirigí directo al trabajo.