Locamente Cuerdo

PROLOGO

La primera vez que escuché la palabra “loco”, fue seguramente el día que me dijeron
“loco”. En aquel entonces cuando ni Mago ni yo estábamos muy afianzados a la ética humana. Samus nos explicó con gran paciencia que lo que se  designó en su total imparcialidad como “locura”, era un determinado comportamiento que rechazaba las normas sociales establecidas tanto por el ser humano como por la naturaleza. Lo que se interpretó por convenciones sociales como locura fue la desviación de las “normas ordinarias” por culpa de un desequilibrio mental, por el cual un hombre padecía de delirios enfermizos, impropios del funcionamiento normal de la razón, que se identificaban por la realización de actos extraños y destructivos. Antiguamente, se creía que era consecuencia de maniobras sobrenaturales, o netamente demoníacas. También se pensaba que actuaba en el hombre como castigo divino por la culpa de sus pecados.

 

Lo que nos dejó locos, ya que el argumento estaba muy por encima. Luego dijo que en el Renacimiento, la locura surgió como una nueva encarnación del mal. Es en este momento en que aparece la denominada "stultifera navis" (nave de los locos) que determina la existencia errante de los locos. Dicha nave fue utilizada para eliminar del territorio a estos seres molestos que ponían en riesgo la seguridad de los ciudadanos. El furor sin causa era concebido como un síntoma inequívoco de locura y un motivo de confinamiento en la nave de los locos. Sin embargo, este viaje no sólo hacía las veces de barrendero humano, sino que otorgaba al loco la posibilidad de purificación, sumado al hecho de que cada uno es entregado a la suerte de su propio destino, pues «cada viaje es, potencialmente, el último».

También agregó que a partir de “Erasmo de Róterdam” y del “humanismo”, la locura pasa a ser parte directa de la razón y una denuncia de la forma general de la crítica. Es la locura la que ahora analiza y juzga a la razón. Los papeles se invierten y dejan ver que una no podría sobrevivir sin la otra, pues ambas son una misma cosa que, en determinados momentos, se desdobla para revalidar su necesaria presencia en el mundo.

Sólo en el siglo XVII se dominará a la locura a través del encierro, con el llamado “hospital de los locos”, donde la razón triunfará por medio de la violencia.

Nos tomó quizá algunos años llegar a entender el tema de la locura, que por poco nos vuelve locos. Y ver que las manifestaciones de la locura son muy variadas, se pueden considerar síntomas de diversos estados. En cada caso, el afectado muestra una conducta que se aparta de la normalidad de una forma determinada. Por eso, los afectados quedan desplazados de su entorno social. Frecuentemente se manifiesta como una pérdida de control, en la que los sentimientos se muestran desinhibidamente. La conducta se desplaza fuera de lo racional y las consecuencias de los propios actos no se tienen en cuenta. Los actos pueden ser objetivamente absurdos e inútiles. La diferencia entre lo real y lo irreal puede desaparecer, viéndose perturbada la percepción de la realidad. Las características perceptibles de la locura abarcan un área amplia entre la actividad frenética y la catatonia. De un lado están los maníacos; en el otro los depresivos, y del otro, los apáticos.

Luego llegamos a reflexionar en que la locura no sólo es importante debido a que su reconocimiento conduce a la verdadera razón. También lo es por la relación que establece entre el saber y la experiencia. De modo que no se da valor a las conversaciones banales ni a las falsas creencias. Es por esto que la locura no puede vivir sin la razón, ya que, por naturaleza, la una es la otra. A través de la locura, el hombre es capaz de reconocer la miseria que le rodea, porque conociéndola identifica sus flaquezas, sus errores y su verdadera incapacidad de razonar correctamente.

Entrando ya un poco en contexto de la historia, entablo el hecho de saber que dicen por ahí que no hay libro que por más malo que sea no tenga alguna cosa buena; aunque mayoritariamente los gustos y disgustos son diferentes, y a esto básicamente se difiere el vivir estando muerto. Porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues se hace sin trabajo y se espera ser recompensado, no con dinero, mas con que vean y lean sus obras, y si hay de que, se las alaben. Por este propósito decía Samus: "la honra cría las artes". Guiado a la misión de esta obra, llevar la locura a un plano más cuerdo, y viceversa.

Un guerrero merece la muerte, al igual que un cobarde merece la vida, no por cierto, pero el deseo de fe los hace poner en peligro desde ambos puntos de vista. Y así en el arte de las letras es lo mismo. Razón por la que insto a todos los lectores reciban con agrado este noble servicio de mano de este humilde, quien lo hizo con el más rico poder y deseo de honradez. Aclarando que nosotros los herederos nobles estamos cuando poco se nos debe, pues bien decía un loco que no solo se ve más allá de los ojos, si no más dentro de las pupilas.



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Editado: 11.03.2018

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