Loco amor

Capítulo 6

«Espero por ti». ¿Espera por mí? Tiene que estar tratando de tomarme el pelo, ¿Por qué razón lo haría? ¿Para continuar burlándose de mí? Seguramente eso. Él no parece alguien inestable, no es el sentido stricto y eso me confunde aún más. ¿Qué hace aquí?

―¿Hannia? ¡¿Hannia?! ¡Tierra llamando a planeta Hannia! ―Parpadeo un par de veces antes de enfocar el rostro de Giova. Quien agita la palma de su mano derecha frente a mis ojos. ¡De nuevo me he distraído!

―¿Qué pasa? ―pregunto intentando fingir que le prestó atención. Suelta una risilla y niega divertida.

―¿Y a ti que te pasa? ¿Eh? Has estado todo el día en las nubes. ―Lucho por disimular, pero tiene razón. Las palabras de ese chico me han dejado mucho en que pensar. ¿Respuestas? ¿Me las dará? ¿Las quiero? No estoy segura. Ha estado jugando conmigo y sin embargo, estoy considerándolo. Soy una mala psiquiatra.

―Nada ―contesto encogiéndome de hombros, mientras tomo el formulario del paciente de la habitación 134.

―¿En serio? ―pregunta llevándose la pluma a los labios y entrecerrando los ojos. Asiento nerviosamente concentrándome en escribir―. No me digas que tienes miedo.

―¿Qué? ―Me mira divertida y siento ligero alivio. Desde luego que no podría imaginar lo que llena mi mente.

―Algunas chicas, después de unos días de estar aquí, deciden renunciar. ¿Es eso?

―Claro que no ―descarto de inmediato la posibilidad. A pesar de todo lo extraño que ha ocurrido con ese chico, sigue sin ser una opción.

―Entonces… ¿es por el director? ―El color se me sube al rostro.

―¡No! ―grito captando la atención del par de enfermeras que están cerca de nosotros.

―¡Uy! Respuesta demasiado emotiva ―farfulla riéndose disimuladamente.

―Giova…

―Tranquila ―se defiende levantando las manos en señal de rendición―. No te estoy juzgando, Hannia. ―Su sonrisa desaparece y se inclina un poco más sobre la mesa―. Pero no deberías hacerte ilusiones con tu superior. Muchos menos si se trata del director. No se arriesgaría, aunque seas tan bonita.

Me quedo pasmada. ¿Qué está pensando? ¡Rayos! Lo que faltaba.

―No es eso. Ni ilusiones, ni nada ―aclaro rápidamente. Aunque, creo que eso sería menos escandaloso que relacionarme con un paciente. ¿Qué cosas estoy pensando? No voy a relacionarme con ese chico, ni siquiera lo conozco y es evidente que intenta jugar conmigo, pero ¿Por qué? ¿Por qué yo? Sigo sin comprender. ¿Por qué actuó de esa forma en el jardín? Y no solo eso ¿Qué significa la actitud de Jack? Lo noté, fue un instante, pero vi una expresión desconocida en su rostro. Todo esto es muy extraño. Y lo peor, es que quizás las respuestas las tiene él. Es evidente que ese chico no está enfermo, pero aun así permanece aquí. ¿Por qué? ¿Realmente nadie se ha dado cuenta? ¿Ni siquiera el médico a cargo?

―Solo tú lo sabes ―murmura desviando la atención de mí. Suspiro con cansancio, no tiene caso intentar hacerla entender―. Pero ten cuidado. Resoplo, volviendo a escribir.

****

¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estás haciendo Hannia?, me pregunto mentalmente. Avanzo con sigilo entre los pasillos de la clínica, abrigada por la poca claridad que se cuela entre a través de los cristales de los ventanales. Hoy es una de esas noches frías y sin luna, que evocan el aspecto de las fauces de un animal salvaje. Tengo los nervios de punta y ni siquiera entiendo porque me siento tan nerviosa. Me detengo frente a la puerta. De nuevo estoy aquí, pensando si debería dar marcha atrás y volver a mi cama, pero… no puedo. Tengo demasiadas dudas y mi curiosidad es más fuerte que yo. Si obtengo las respuestas, podrá quizás ayudarlo, si es que de verdad tiene problemas mentales. Respiro profundo un par de ocasiones, intentando ordenar mis ideas. He estudiado el comportamiento, sé que no debo mostrar debilidad. ¡Puedo hacerlo! Tomo la llave y la introduzco en la cerradura. Escucho como cede y lentamente empujo la superficie de metal. Me encuentro envuelta en sombras. Entrecierro los ojos tratando de ver algo, acostumbrarme a la oscuridad. Doy un paso, pero no tengo oportunidad de avanzar más. La puerta se cierra y detrás de ella, de la nada, aparece una mano. El aire se atasca en mis pulmones y antes de que grite, algo bloquea mis labios.

―¡Shh! ―Su mano cubre mi boca, evitando que el sonido escape―. ¡Shh! ―repite mientras me rodea la cintura con el otro brazo. Mi miedo es sustituido por una sensación que no puedo explicar. ¿Excitación? ¿En serio estoy excitándome con esta situación tan extraña? Creo que he perdido un tornillo―. Alguien viene ―susurra en mi oído, provocando que se me erice la piel.

¿Por qué actúa de esta forma? Forcejeo intentando librarme de él, pero entonces escucho algo en el pasillo. Pasos y susurros que se vuelven cada segundo más claros. Dejo de luchar y permito que me arrastre a un costado de la puerta, justo detrás de ella. Inmovilizándome con su agarre, pegándome a su pecho. Huele bien, a pesar del olor característico del lugar.

―¿Ha estado tomando la dosis? ―su voz ahora parece distinta. Destila indiferencia, incluso desdén, pero continúa siendo él, Jack.

―Por supuesto, señor ―responde Celes con voz autómata. Escucho el sonido de las llaves y mi pulso se acelera. ¡Dios! Si me encuentran dentro… adiós estancia, adiós especialidad. La puerta se abre hacia donde estamos, de forma que oculta nuestros cuerpos. La luz pálida de una linterna ilumina el fondo de la habitación. Dejando a la vista la cama y algo sobre ella que parece ser el cuerpo de alguien. Del paciente de la habitación 256, quien me mantiene aprisionada entre sus brazos.




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