Locura de amor

-25-

—Han pasado dos semanas desde el accidente, y no has ido a visitar a mi hija al hospital. ¿Por qué, Tess? –preguntó Georgina, en el umbral de su puerta, y Tess no supo qué decir; había pedido a Phillip que le consiguiera la dirección de Tess para ir a reclamarle, y allí estaba—. Eras su amiga, ¿no? ¿O era todo mentira?

—Georgina…

—No, no. Sé clara, dime si tienes problemas con los hospitales, que, aunque fuera esa la explicación, nada te excusaría por dejar de ir a ver a tu amiga, a la que todo el tiempo hablaba de ti, de tus hijos, y no hacía sino buscar formas de ayudarte.

Tess se mordió el interior de la mejilla sin saber qué decir. Si fuera Samantha la que estuviera en ese cuerpo, en coma tras el terrible golpe en la cabeza, de verdad que sí se vería mal que no la fuese a visitar, pero no era Sam, Sam ya se había ido para siempre. Sacudió su cabeza y dejó salir el aire, Georgina se mantuvo en el umbral.

—Ve a verla –suplicó Georgina—. He estado con ella cada día en estas últimas semanas… No es que esté pidiendo un relevo, o algo, no me canso de estar a su lado, así como no te cansarías tú si fuera uno de tus hijos… Pero ella no reacciona a mi voz, le es desconocida, así que te suplico, Tess, si la clave está en ti, o en Raphael, yo rogaré todo lo que tenga que rogar.

—No tienes que rogar, Georgina –dijo Tess, poniéndose en el lugar de ella y comprendiendo su dolor—. Iré… iré a verla.

—Gracias. Raphael no contesta mis llamadas…

—No creo que Raphael esté en condiciones de…

— ¿Por qué? ¡Es su novia! ¡Su prometida! Estuve allí cuando pidió su mano, jurando que se había enamorado de ella, ¿era todo falso?

— ¡No! ¡No pienses eso!

— ¡Pero han pasado dos semanas y mi hija permanece sola! –gritó Georgina, desesperada, confundida—. Si no son ustedes las personas más falsas sobre la tierra, ¡explícame qué sucede!

—Yo iré a verla… y trataré de contactar a Raphael…

—Mi hija no se merece que vayan a verla sólo porque su madre lo suplicó, pero si ustedes pueden ayudarla, juro que haré lo que sea necesario… Habla con Raphael, por favor, trata de convencerlo para que vaya a verla…

—Lo intentaré, Georgina.

—Te lo agradezco –le dijo ella, abrazándola. Cuando la soltó, Tess vio que se limpiaba unas lágrimas—. Me haré cargo de tus niños, si quieres…

—No es necesario, en este mismo edificio está la niñera. Sólo dame un momento para llamarla y para cambiarme—. Georgina asintió, y cuando Tess le pidió entrar y pasar a la sala, ella lo hizo. Miró a Kyle y a Rori, que la observaban asomándose a la habitación. Rori le sonrió.

—Tú eres la mamá de Heather –le dijo. Georgina asintió con tristeza. Verlos le recordaba la noche de la tragedia. La policía no había logrado decirles qué motivos había tenido la anciana para agredir a Heather, y al morir ésta, la investigación careció de sentido. Sospechaba que Phillip no se había quedado con esas, y había seguido investigando, pero hasta el momento, no le había dicho nada.

¿Quién era esa anciana? ¿Por qué había lastimado a su hija? ¿Qué motivos había tenido? Ella, particularmente, no creía la historia de la demencia senil, ni nada de eso. La mujer se las había arreglado para escapar del hospital y entrar a esa mansión específicamente. John había sido despedido luego de lo sucedido por su irresponsabilidad, y lo que éste había dicho era que nunca creyó que alguien como esa mujer fuera a tener tan oscuras intenciones.

Sabían que el nombre de la mujer era Samantha Jones, que vivía en un barrio de bajo estrato, y que había muerto esa misma noche por un paro cardiorrespiratorio.

Georgina se sentía en la más terrible oscuridad, desesperada porque luego de la cirugía su hija no despertaba. Los médicos no se explicaban cómo había sobrevivido, y ahora se preguntaban por qué no despertaba. Era un simple vegetal, parecía no escuchar, no sentir, pero su corazón seguía latiendo, y sus pulmones funcionando.

 

Tess salió a los pocos minutos de su habitación para abrirle la puerta a Keren, la adolescente que siempre se quedaba con sus hijos en los casos en que necesitaba salir. Luego de hacerles las debidas recomendaciones a los niños, las dos mujeres salieron del edificio.

Tess iba sintiéndose un poco culpable. Georgina tenía razón, ella debió haberla visitado, pero como la muerte de Samantha aún la tenía en shock, se sentía sin fuerzas para afrontar otra prueba difícil, y realmente, casi ni se había acordado de que el cuerpo de Heather estaba vivo y lo más lógico era que su amiga fuera a verla, aunque fuera una vez.




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