—No entiendo cómo pudo escapar —apretó los puños Nemain con frustración, examinando las cadenas con los grilletes colgando vacíos de la pared de roca de la cueva.
Lyanna se agachó y recogió uno de los enormes clavos de hierro del piso con sus pequeñas manos. Observó que no estaban mellados ni doblados. Quien los había quitado no lo había hecho usando fuerza bruta: Augusto.
—Tuvo ayuda —dijo Lyanna.
De inmediato, la imagen del rostro de Augusto se proyectó desde la mente de Lyanna hacia Nemain y Macha.
—Ese marido tuyo es un dolor de cabeza —gruñó Nemain entre dientes—. ¿Alguna idea de a dónde la llevó?
—Con Morgana, por supuesto —respondió Lyanna.
—Bien —asintió Nemain—. Mataremos dos pájaros de un tiro.
—¿Para qué necesitas ir tras Merianis y Morgana? —la cuestionó Macha.
—No lo necesito, pero lo deseo. Es parte de mi venganza personal —contestó la otra, disgustada por el cuestionamiento.
—Tu venganza personal es un obstáculo para el plan mayor de la Tríada —le retrucó Macha.
—¿Te atreves a desafiarme? —le clavó una mirada de hielo Nemain.
—No nos unimos a ti para desafiarte ni contrariarte —trató de calmar las cosas Lyanna—, sino para llevar a cabo tu plan. Si lo que quieres es dominar el Círculo y luego extender tu poder a este mundo, debes escuchar a Macha. Recuerda que ella es la que puede ver las cadenas de sucesos en el tiempo, por lo que es la estratega de la Tríada.
—Ir tras las dos mitríades nos distrae de acciones más urgentes que son necesarias en este momento —dijo Macha.
—¿Como cuáles? —la cuestionó Nemain.
Fue Lyanna la que respondió:
—En este momento, mi padre está siendo llevado hacia el portal para cruzarlo al Círculo y así poder revertir su estado. Tenemos que evitar que crucen.
—No entiendo por qué no lo mataste directamente —protestó Nemain.
—No era necesario ni conveniente —explicó Lyanna con desapego—. Servirá mejor a nuestros propósitos de esta manera.
Nemain asintió, poco convencida.
—Tu trato con seres inferiores y volubles terminó, Nemain —le dijo Macha—. Tu sana desconfianza ya no es necesaria, no con nosotras. Somos una unidad, tal como siempre soñaste. Relájate y disfruta el trato con tus hermanas, quienes por fin están a tu altura y comparten plenamente tus objetivos.
—Tienen razón, lo siento —se disculpó Nemain—. He estado fragmentada y en conflicto con otros por tanto tiempo que había olvidado el deleite de no estar sola contra el mundo.
—Te comprendemos —le sonrió Lyanna con cariño.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —inquirió Nemain con entusiasmo.
—Debemos llegar al portal antes que ellos —comenzó Macha—, cruzar primero y luego bloquear el acceso. Con Lug y Merianis varados de este lado, el Círculo será lo suficientemente vulnerable como para caer en nuestras manos sin demasiada resistencia. Mi paso por el Ojo Verde nos da legítimo acceso al trono de Medionemeton. Desde allí, ejerceremos nuestro dominio y los que se nieguen a obedecer nuestra autoridad pagarán caro su osadía.
Nemain sonrió. Le agradaba el plan. Le agradaba mucho.
—Conozco de sobra el emplazamiento de la cúpula, así que podemos teletransportarnos allá de inmediato —ofreció sus manos Lyanna para iniciar el transporte.
—Está bien —consintió Nemain—, pero antes debemos regresar a la mansión por un momento. Necesito recobrar algo importante.
—¿De qué se trata? —inquirió Macha.
—Del Tiamerin —respondió Nemain, proyectando en sus mentes la imagen de la gema, junto con la información de su poder para que las otras dos entendieran la importancia de buscarlo y llevarlo con ellas.
—Eso sería una pérdida de tiempo —dijo Lyanna—. Esa gema ya no está en la mansión. Percibí su firma energética en el bolsillo de Clarisa.
—¡Esa maldita ladrona! —gruñó Nemain con furia—. Tenemos que encontrarla, tenemos que recuperar el Tiamerin. Su poder nos será útil, tal vez hasta indispensable.
—No lo necesitamos —la contradijo Lyanna con calma—. El ejercicio de mis habilidades no necesita de rituales ni símbolos, tampoco de instrumentos de poder.
—Pero si ellos tienen el Tiamerin, podrán cruzar al Círculo aun con el portal bloqueado —la cuestionó Nemain.
—No se puede dominar el uso del Tiamerin sin un largo y trabajoso entrenamiento. Tú más que nadie en el mundo lo sabes bien —replicó Lyanna—. Además, con lo que acaban de hacer con el Ojo Rojo, dudo que se atrevan a usarlo de nuevo.
—¿Qué acaban de hacer? —preguntó Nemain, interesada.
—Lo apoyaron sobre el pecho desnudo de Lug.
Nemain abrió la boca, asombrada. Ahora entendía las acciones de su nieta. Había llevado a Lug a un destino peor que la muerte. Asintiendo con un nuevo respeto hacia Lyanna y a su fidelidad para con la Tríada, Nemain extendió su mano hacia la niña:
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Editado: 11.12.2019