—Creo que hay cosas que necesitáis saber sobre Lorcaster —la voz de Morgana sonó calmada y profunda desde la punta de la larga mesa del comedor.
Sus palabras serenas y seguras acallaron las vociferantes y entrecruzadas discusiones de los demás. Todos hicieron silencio enseguida y se sentaron en torno a la gran mesa con sus miradas expectantes posadas sobre la reina de las hadas.
—Lorcaster es una entidad antigua —comenzó Morgana—, más antigua que este mundo. Entre los suyos, es llamado Patriarca, no sólo por su larga existencia, sino por su gran poder. Su nombre original era Lord-Caster, el Hacedor de Señores, pues por mucho tiempo estuvo en sus manos la elevación y destrucción de reyes y emperadores. Todos los soberanos que decían reinar por derecho divino, lo hacían sólo porque Lorcaster los había puesto allí. Su mano podía ensalzarlos hasta la gloria y la riqueza, o aplastarlos como insectos según fuera la conveniencia de sus compañeros Arcontes. Cuando se aburrió de jugar con sus soldados humanos, pidió estar a cargo de la administración de la red electromagnética que obstruye el conocimiento en este mundo. Algunos dicen que incluso fue uno de los que ayudó a construirla. Por entonces, su nombre cambió a Lore-Caster, el Dador del Saber, pues en sus manos estaba el velo que podía descubrir u ocultar el conocimiento que pertenecía por derecho a las razas habitantes de este planeta. Finalmente, tomó el nombre de Lorcaster, fusionando sus funciones, o tal vez ocultándolas a los incautos. Uno de esos incautos fui yo misma —confesó con un suspiro—. Cuando traté con él, su ayuda pareció genuina, pero él tenía su propia agenda y solo me usó para preparar el camino para sus designios. Su poder no solo comprende conocer las líneas de tiempo como lo hace Macha, sino que también tiene la habilidad de doblegarlas a su gusto. Acomodar las líneas de tiempo es un trabajo minucioso y los resultados son a largo plazo, pero la longevidad de Lorcaster juega a su favor en ese aspecto y no le falta la paciencia necesaria para esperar que sus metas sean finalmente alcanzadas. Todo este tiempo, hemos creído que sus manipulaciones tenían que ver con la Tríada, pero en mi conversación con él pude vislumbrar que la Tríada solo fue un escalón más para llegar a su verdadero objetivo: Lyanna.
—¿Qué quiere él con Lyanna? —preguntó Dana.
—No lo sé exactamente —meneó la cabeza el hada—. Pero sí sé que algo le salió mal y ahora necesita usar a Lug para que arregle su problema.
—¿Es por eso que Lug se negó a negociar con él? —preguntó Liam.
—Tal vez —respondió Morgana.
—No —negó Augusto rotundamente—. Todo esto es especulación. Lug ni siquiera escuchó la propuesta de Lorcaster.
—Creo que no quiso caer en sus manipulaciones —opinó Morgana.
—Entiendo que Lorcaster es una entidad traicionera, pero ¿qué opción tenemos excepto tratar con él? —cuestionó Augusto—. Es claro que él es el único que puede desarmar la Tríada, liberar a Lyanna… ¿No deberíamos al menos escuchar lo que propone?
—¿Y qué pasa si el precio de la liberación de Lyanna es demasiado alto? —cuestionó Morgana.
—¿Más alto que dejar que la Tríada masacre y esclavice a dos mundos? No lo creo —intervino Juliana.
—¿No les parece que al menos deberíamos escuchar lo que Lorcaster pretende? —propuso Augusto.
—Lo que Lorcaster pretende, solo él lo sabe y no va a revelar sus verdaderas intenciones —retrucó Morgana—. Confiar en él es como ser ciego y permitir que un vidente os guíe por un camino que parece bueno, pero que os llevará inexorablemente a un precipicio.
—Nada se pierde con escuchar —habló de pronto Polansky. Los demás se volvieron hacia él—. Como lo veo —continuó el científico—, esta discusión es pura especulación sin base. Para llegar a una conclusión, necesitamos datos que analizar. Para conseguir esos datos, tenemos que escuchar a la fuente. Luego podemos discutir si los datos son o no válidos, pero mientras tanto, debemos obtenerlos primero.
—¿Escuchar a Lorcaster con la esperanza de que deslice algo útil? —inquirió Juliana.
—Escuchar lo que no está diciendo, más que lo que él pretende que creamos. A veces hay más información en la omisión que en lo explícito —respondió Polansky—. Pero la escucha debe hacerse con un desapego total de las emociones, como si fueran a probar una teoría científica, sin sesgos, sin prejuicios. Esa es la única forma de evitar la manipulación.
—¿Y qué les hace pensar que Lorcaster va a acceder a hablar con alguien que no sea Lug? —intervino Mercuccio.
—Lo hizo con Morgana —le retrucó Augusto.
—Lorcaster necesita a Lug —dijo Dana—, pero Lug no quiere saber nada con él. Así que creo que estará más que dispuesto a tratar con las personas que pueden cambiar la opinión de Lug.
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Editado: 11.12.2019