La puerta de la habitación que estaba usando Lug en Baikal se abrió de repente. Lug y Merianis volvieron automáticamente la mirada hacia la entrada: era Liam.
—Lo siento —se asomó Bruno por detrás—. Dijo que era urgente, dijo…
—Está bien, Bruno —lo tranquilizó Lug. El detective italiano asintió con la cabeza y cerró la puerta para darles privacidad. Comenzaba a pensar que no era muy bueno en su puesto como guardia, pero eso a Lug no parecía importarle.
—Dana, Augusto y Morgana fueron a negociar con Lorcaster —anunció Liam, como para sacudir a Lug de su desinteresado letargo.
—No me sorprende —se encogió de hombros Lug—. Lo que sí me llama la atención es que tú no hayas ido con ellos. Eres un negociador nato, ¿qué te llevó a decidir no participar?
—No estoy seguro de que los demás estén interpretando las cosas correctamente —declaró Liam.
—¿Oh? —inquirió Lug con curiosidad.
—No estoy seguro de que Lyanna necesite ser liberada de la Tríada —manifestó el otro, clavando su mirada en Lug.
—¿Qué os hace pensar eso? —intervino Merianis.
—Lug sabe algo, algo que nos ha ocultado a todos deliberadamente —porfió Liam, y luego a Lug: —Lyanna tiene un plan, ¿no es así?
—Debí suponer que tú serías el primero en darse cuenta —sonrió Lug—. ¿Sospechan algo los demás?
—No. ¿Por qué ocultarnos algo así? ¿No confías en nosotros? —lo cuestionó Liam.
—Mi razón principal para actuar de esta manera fue la necesidad de que Lorcaster crea que tiene una chance de convencer a Dana y a Morgana de los términos de su pacto. Para eso necesito que Morgana y Dana realmente crean en lo que están diciendo, que su intervención no sea una actuación, pues Lorcaster puede ver sus intenciones sin problemas y es imposible engañarlo.
—¿Me estás diciendo que como no podías engañar a Lorcaster tú mismo, manipulaste a tu esposa para que lo hiciera por ti?
—Así es —le confirmó Lug—. No pude darle a Lorcaster al padre desesperado por liberar a su hijita de la fuente de la maldad de Nemain, pues el Tiamerin borró de mí toda consternación emocional y toda culpa de mis actos pasados, presentes y futuros.
—Entonces, ¿tu desinterés en todo este asunto es fingido? —lo cuestionó Liam.
Lug apartó la mirada sin contestar. En cambio, preguntó a su vez:
—¿Cómo supiste que Lyanna tramaba algo?
—Hizo cosas innecesarias para dejar pistas —respondió Liam—. Trazó una cruz en tu pecho para cerrar el centro de energía de tu corazón. Lo hizo sabiendo que yo interpretaría el gesto e intentaría revertir tu muerte. Creo que también sabía que Augusto tenía el Tiamerin en su poder y nos puso a todos en una situación que nos llevó a usarlo sobre ti. Después, bloqueó la cúpula del bosque de Walter, cortando nuestro acceso al Círculo. Es como si cada una de sus acciones nos hubiese llevado inequívocamente a traerte a Baikal para que enfrentaras a Lorcaster. Al principio, pensé que de alguna manera, este encuentro beneficiaba a la Tríada, pero ahora opino distinto: creo que Lyanna tenía un plan, un plan que no obedece a los designios de la Tríada, sino a los de ella como persona individual.
—Tienes razón en todo, Liam —aplaudió Lug.
—¿Y cuál es su plan? —inquirió Liam, ansioso.
—No estoy seguro —confesó Lug—. Por eso necesito forzar a Lorcaster a revelar sus intenciones verdaderas. Espero que Dana logre hacerle creer que puede obligarme a pactar.
—¿Cómo supiste tú que Lyanna no estaba con la Tríada? —se interesó Liam—. ¿Tuviste acceso a ese conocimiento cuando moriste?
—No, fue al volver. Recordé el último momento antes de mi muerte, cuando Lyanna y Marga se acercaron a mí y me dijeron algo al oído.
—Lo vimos, sí —asintió Liam—. ¿Qué fue exactamente lo que te dijeron?
—Una frase que hacía mucho tiempo que no escuchaba: Escucha, no importa lo que pase, confía en ella. No importa si recuerdas o no todo lo demás, solo recuerda que debes confiar en ella sin importar lo que pase. Promételo. Fue la frase que Strabons, es decir yo mismo, me dije antes de enviarme al Círculo por el portal de la casa de Nora, la misma frase que mi madre escribió en un mensaje para mí para que confiara en Dana. Entendí que esta vez el mensaje no era sobre Dana, sino sobre las propias Lyanna y Marga. Cada una de ellas me estaba pidiendo que confiara en la otra, y decidí confiar al menos en Lyanna, como lo había prometido aquella noche en el bosque en Praga, cuando ella se encargó de Meldek.
—Si lo que decís es cierto, y Lyanna provocó deliberadamente vuestra muerte de esta forma particular —reflexionó Merianis—, su intención debió ser manteneros en este estado ambiguo en el que no estáis del todo encarnado. Tal vez esa es la única forma en que podéis encargaros de Lorcaster.
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Editado: 11.12.2019