Después de tantas veces que mi madre me pidió que trajera a Damián a casa para que conociera a la familia, creo que ya era momento ideal para presentarlo.
Aun no éramos novios oficiales, mas ya había muchísima confianza. Y me gustaba. Admito que no fue fácil convencer a Damián para que aceptara venir pero al final de cuentas acepto.
Veo que ahora él es el nervioso, ya que no deja de apretar mi mano con fuerza. Mi familia sé que no es normal, es un poco de lo inusual, mi familia prácticamente está loca en buena forma.
(…)
Cuando mi familia me vio entrando con un chico tomada de la mano, les juro que fue como si una bomba hubiera explotado. Tenía cientos de pares de ojos en nosotros y ni se diga mi madre que me miraba bastante orgullosa y mis primas ni se digan.
Ellas no tenían ni idea de que yo salía con alguien solo mi madre y hermanos.
Seguro se sentían traicionadas, ya que siempre nos contábamos todo, solo esta fue la excepción, quería que solo las cosas pasaran y las personas se enteran en su debido tiempo.
Ahora Damián está sentado junto a mí y mis tías, tíos, primos nos hacen un juego de preguntas… que realmente quería evitar.
Realmente se los estaba ganando.
Mis primas más cercanas son la rizada llamada Bella y la pequeña Delia ya que prácticamente desde muy pequeñas hemos sido como uña y mugre.
Esas palabras me volvieron loca y le sonrió para después tomarle la mano.
Veo como en el fondo mi padre me giña el ojo para después salir de vista con ese pequeño gesto sé que mi papa aprobó a Damián sin haberlo tratado.
Es una forma rara pero sé que mi padre es un hombre serio y calculador y todo lo que le parezca bien, no hay ninguna equivocación en él.
(…)
Mis primas y yo habíamos decidido dormir en la casa de la abuela y así contarle todo con Damián.
Aunque ella sea la más pequeña no le quita lo conquistadora y rompe corazones. Es la que tiene más pretendientes ya que no aparenta su edad de catorce años.
Esa noche trascurrió sobre Damián y de cómo había comenzado todo y sobre nuestras salidas. No dormimos nada ya hasta pasada de las cuatro y eso porque nuestra abuelita no había llamado la atención.
Tenía razón Damián lo merecía todo.