Capítulo 01.
AIDEN BURGESS
Aiden se estaba volviendo loco. Él no era un hombre rencoroso, pero no podía evitar sentir amargura respecto a las noticias que había recibido el día anterior.
Él no estaba seguro de seguir amando a Eleanor Armitt, pero sí estaba seguro de que no quería verla casada.
Se recostó sobre el respaldo de su silla, sin saber qué hacer. Estaba atrapado en la oficina y su secretaria, Caroline, iba cada segundo a darle más recados que lo único que lograban era desesperarlo más.
Eleanor Armitt era… era una novela de terror con portada de cuento de hadas. O, mejor dicho, Eleanor Armitt era una enfermedad, pero no terminal, crónica.
Tenía curiosidad sobre quién era el novio de ella, el que sería su futuro esposo. Federico Simone era el nombre impreso en las invitaciones, justo al lado del de Eleanor. Sus dedos picaban por las ganas que tenía de buscarlo por internet, pero eso sería ir demasiado lejos… O quizás no.
Tecleó el nombre del sujeto y justo antes de ingresar, se arrepintió y borró lo que había escrito. Él no era un hombre inseguro, ¿por qué tenía que investigar al futuro esposo de la mujer que lo había marcado? Apagó la pantalla del computador de escritorio y volvió a recostarse en la silla.
—¿Problemas amorosos? —le preguntó Caroline entrando nuevamente a su oficina.
—Algo así —murmuró Aiden abriendo el primer cajón de su escritorio y sacando la invitación para pasarsela a Caroline.
La abrió con cuidado, desatando el nudo de cinta marrón que envolvía el papel translúcido. Sacó los dos papeles blancos contenidos y los leyó, fijándose en el estampado floral de las esquinas.
—Ah, este es el menú… Que lindo detalle, ¿no crees? —murmuró Caroline dejando el pequeño menú a un lado. Tomó el papel más grande y comenzó a leer—. Junto a sus seres queridos, Eleanor Armitt y Federico Simone te invitan encarecidamente a la celebración de su matrimonio. Sábado diez de noviembre del 2018, a las cuatro y media de la tarde. La Pradera, Londres, Inglaterra. Esperamos tu confirmación.
Caroline elevó su mirada y levantó una ceja, no entendía por qué esto era un problema amoroso. Pero luego cayó en cuenta.
—Oh… —murmuró con sorpresa—. La amas.
Aiden rodó los ojos.
—No la amo… O quizás sí —se retractó—. No lo sé. Lo que sí sé es que me duele el pecho cuando pienso en que ella se casará. Y no conmigo.
—Diablos, Aiden, no puedes estar enamorado de una mujer que se casará. No te irás a aparecer por allí, ¿no?
—Ya confirmé mi presencia —murmuró Aiden con algo de vergüenza. Caroline lo miró con severidad—. No me mires así, como buen latino puedo decir que el dramatismo va en mi sangre.
—¿Sabes qué? Cuando vuelvas de la boda, tienes que contármelo todo —demandó ella entre risas antes de salir de la oficina.
—¡Tienes que contármelo todo! —exclamó Eleanor sonriendo ampliamente—. Me encantan los matrimonios, tu hermana se verá hermosa en su vestido blanco.
Aiden y Eleanor se encontraban camino a casa luego de salir de sus clases. Acababan de comenzar su año como estudiantes de undécimo grado, por lo que la emoción de ser un año más grandes aún estaba intacta. Llevaban sus manos entrelazadas mientras caminaban, apreciando las hojas secas de los árboles caer.
Llevaban seis meses juntos, los seis meses más hermosos de la vida según Eleanor. Aiden le estaba contando sobre el próximo matrimonio de su hermana mayor, y Eleanor era una romántica empedernida, así que lo escuchaba atentamente.
—¿Para qué quieres que te cuente? Creí que querrías ir conmigo —le dijo Aiden provocando que ella se detuviera y lo mirara con los ojos abiertos.
—¿Me estás invitando a una boda? —preguntó Eleanor para asegurarse de que había escuchado bien. Aiden asintió, sonriendo ampliamente. Creía que Eleanor se veía muy tierna cuando estaba sorprendida—. ¡Te adoro!
La rubia se abalanzó a los brazos de él, quien la recibió con gusto. Hace algunas semanas Aiden se había dado cuenta de lo mucho que quería a Eleanor, ya estaba comenzando a creer que, efectivamente, la amaba.
Muchos dirían que ellos no eran capaces de comprender lo que era el amor porque sólo eran unos niños, recién habían cumplido los dieciséis años. ¿Qué sabrían unos críos del amor verdadero? ¡Nada! Pero Aiden estaba seguro de que sabía el significado del amor, sino, ¿Cuál era la explicación de las mariposas en su barriga cada vez que estaba con Eleanor?
Eleanor volvió a entrelazar su mano con la de Aiden, y mientras retomaban el camino, ella comenzó a divagar con emoción sobre lo hermoso que sería casarse.
Cuando Aiden llegó a su casa, ya eran las seis de la tarde. Mientras se quitaba la corbata y desabrochaba el cuello de su camisa blanca, puso a calentar la tetera. Quizás era uno de los pocos que usaba tetera, pero era un objeto al que le tenía mucho aprecio, además de dejar el agua hirviendo, como a él le gustaba.
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Editado: 19.08.2021