Comenzó a llover.
En la iglesia vacía, dominaba un silencio denso, apenas interrumpido por las gotas de lluvia. Clic-clicliclim, clic-clicliclim, cae la lluvia. El desconocido agachado y arrodillado, oraba en voz baja. Alzó el rostro pálido a la gran estrella de tres puntas sobre el altar de mármol; símbolo de la religión del Dios Creador, única creencia en el nuevo continente.
Se persignó, tocándose con dos dedos los hombros y el vientre, formando la estrella de tres puntas. Se levantó, a la pila llena de agua sagrada, sumergió un collar de plata y replicó un rezo mientras movía el collar, se lo llevó goteando. El agua cristalina, fría y con suave aroma a incienso, le fluía por el cuello.
Un sacerdote gordo, arrastraba las zapatillas por la sala de la iglesia. Le entregó al desconocido, dos hojas amarillentas, sin decir nada, y se retiró por la entrada principal.
La primera hoja era una orden escrita, la segunda un dibujo
Una mujer llorando lágrimas negras, la piel cadavérica, cubierta de cicatrices podridas, vestía un manto blanco, rasgado, las garras largas, cabellos negros que le caían sobre los hombros.
El desconocido enrolló las hojas, guardándolas en su ropa. Se dirigió a los corredores y pasadizos de los dormitorios de la iglesia, extensos como laberintos de piedra iluminados por antorchas, llegó a una puerta. Entró a un dormitorio; solamente había una cama y un armario de hierro. Abrió el armario; dentro, colgando en las paredes, había armas de múltiples minerales, de fuego y blancas, amuletos mágicos, cadenas, estacas y balas, y otros instrumentos extraños.
Empuñó dos espadas, una de ellas colosal, y los revolver, los guardo en sus vainas y fundas, las empacó en la alforja. Miró hacia la ventana.
Clic-clicliclim, clic-clicliclim, cae la lluvia.
Salió de la iglesia a los establos de al lado. Ensilló a un poderoso caballo negro. Lo montó de un saltó. Sabía lo que debía que hacer.
Clic-clicliclim, clic-clicliclim, cae la lluvia.
Sabe lo que debe que hacer
Salió de los establos.
Las gotas de lluvia caían.
"Cae la lluvia" pensó "Llorando sangre... lloverá... lloverá... lloverá sangre".
El cabalgó.
El llanero cabalgó.