ITALIA
-¿Eran necesarias las bodas? - No quiero verlas sufrir, como mi hermana y yo lo hicimos. Pero no puedo hacer nada, me tiene atada de manos y pies.
-Karol no puede seguir al mando de la empresa, desde que asumió el puesto de presidenta todo se va por la borda. Y yo necesito a alguien a quien dejar al mando, y sabes que las mujeres no pueden quedar al mando. Eso significaría el fin de nuestro klan. Parece que olividas lo que le paso a tu hermana.-Ella lo buscó y fue lo que encontró, muerte.
-Lo entiendo, padre. No volveré a insistir con estas cuestiones. Pero por favor haga lo que sea necesario no quiero que ninguna termine como Alessandra.-Es lo único que puedo pedirle, que sé que hará hasta lo imposible por cumplir.
Toc toc toc_ Rompió una conversación de aquel hombre lleno de experiencia y por ende sabiduría. Elemento que faltaba a aquella señora que es una hija desesperada por haber tomado la decisión correcta, para todos.
-Bien. Es lo mejor, ahora ve a calmar a Ángella. Yo me ocuparé de lo mío.- Es lo único que tal vez pueda cumplir mientras viva. Lo único que puedo hacer por ellas.
-Si, tiene razón. Lo dejo, con su permiso.-Ojalá hubieras cambiado de opinión, después de 18 años no cambió en lo mínimo. Ni siquiera por aquella "tragedia".
Una sonrisa de lado salio de sus labios al dejar el despacho, y dirigirse a las escaleras y recorrer los corredores hasta llegar a una gran puerta blanca. La cual se abriría del interior de la alcoba.
Una bella joven de 19 años abrió la puerta, dejando entrar a su madre. Para luego de unos segundos abrazarla.
Así una hora después, todos los invitados vestidos de etiqueta para la ocasión. Esperaban en el bello y gran jardin de una mansion perdida entre los bosques y la naturaleza. Se reunian para la boda entre dos amigos de la infancia que de alguna manera unirían sus vidas en este " acto de amor";
Ángella D'Angello y Guiovanni Gallesi.
GUIOVANNI
Era hora de cumplir con mi palabra, casarme con aquella niña con la que he compartido la mayor parte de mi niñes, adolescencia y ahora la vida entera. Formar un lazo irrompible con ella, con la bendición de dios. Jurar que siempre estaré con ella, en la salud y enfermedad, en la pobreza y riqueza. Hasta que uno de los dos valla al cielo para esperar al otro para volver a estar juntos.
Estaba muy nervioso de hacer lo que pensaba, en mi cabeza pasaban unos, muchos recuerdos con ella. Cada momento vivido, cuando lloramos, reímos, cuando nos regalaban por hacer travesuras inocentes. Sin darme cuenta una sonrisa se posó en mi rostro, al verme en el amplio espejo en el rincón de la habitación. Mientras todo eso pasaba en mi, a la puerta llamaban;
-Es hora, todos esperan a la novia. No al novio.
Sus pasos se alejaban de la puerta, al final la señal de que por fin me casaría con un bello e inocente angelito que me robó, el corazón, alma y pronto hasta mi cuerpo le pertenecerá a mi Ángella. Salí con un traje blanco, camine lo más rápido y apropiado hasta llegar al jardín, donde toda la familia se reunía. Solo saludé al abuelo y al obispo que nos casaría. Y sólo esperaba la llegada de ella. Cada minuto eran como horas para mí. La espera se alargó, me preocupé pasaron 30 minutos, y sé que se tardan las mujeres en arreglarse y más si es su vida. Pero algo me decía que tal vez esta boda no se realizaría ahora.
Con una mirada entre el abuelo y yo, nos dimos cuenta que algo pasaba. Así él entró a la mansión, y cada vez se aljaba más de mi vista, hasta que ya no se podía ver el abuelo...