Los chicos de Roughet

Capítulo 1

¿Dónde estoy?  
Mi mirada recorría los metros de las inmensas paredes, se podría decir que este es un pueblo con muros tan altos que eran imposible de escalar. 

—¡Vamos daryan! —.Escucho la voz de una joven. La cual estaba con un grupo de chicos y chicas. 

Tomo la mochila que esta tirada a lado mío y la cuelgo en mi hombro. Comienzo a trotar hacia el grupo de chicos. Quienes caminan hacia un enorme muro. 

En un abrir y cerrar de ojos estamos del otro lado del muro, todo lo que podíamos ver era el inmenso bosque que ocultaba a el inmenso muro. 

En un punto del bosque nos encontramos a un par de chicos amarrados a un árbol. 

—Que daryan nos haga el favor de matar a uno de ellos —habló un chico con cabello blanco, este me sonreía con un coqueteo. 

De mi mochila extraigo un cuchillo filoso. Me acerco a él chico con un movimiento ágil le hago un corte del ojo hasta el cuello, las gotas salpican mi rostro, no me molesto en lo más mínimo en limpiarlas. 

Me despierto de un salto por la alarma de mi celular, mi cuerpo suda frío por la atrocidad de sueño que acabo de tener. 

Con pereza me levanto de mi cómoda cama, me dirijo al baño para tomar una ducha y relajar mi mente. Mojo mi rostro varias veces con agua, froto mis manos en mi rostro con frustración para borrar las repeticiones que hace mi mente sobre mi sueño. 

Cuando termino mi ducha me colocó un vestido color coral y unos zapatos del mismo color, en mi bolsillo meto mi celular y cartera. Bajo a la cocina, mi tía coloca los platos con fruta y tostadas de mermelada.  

—Hoy te levantaste temprano. —Hace un gesto de sorpresa. 

—Tuve una Pesadilla —menciono, dándole una mordida a mi tostada. 

Terminé de contarle la pesadilla de anoche a mi querida tía que se mueve incomoda de su silla.  

—Que bien que solo fue una Pesadilla, deberías ir con tu psicólogo, tal vez te diga por que sueñas esas atrocidades —expresa. 

Ruedo los ojos cuando se voltea, me siento incomoda en las secciones de Murray.  

Desde hace años tengo que ir con un psicólogo, mi tía dice que es un apoyo emocional y si tengo dudas sobre como actuar sobre un problema, recurro con Thomas. Se que mi tía puede llegar hacer un poco paranoica y por cada suceso me mande a una cita con Thomas.  

—Me voy al colegio no quiero llegar tarde. —Dejo la servilleta con la cual me he quitado las moronas de la tostada, paso la división de la cocina a la sala, agarro mi mochila que está en el sillón y atravieso el lumbral de la puerta. 

Paso por el parque más grande del pueblo, solo hay dos niños que están en los juegos, sigo mi camino  hasta llegar a una zona poco transcurrida. Siento que alguien me sigue pero no debo de preocuparme, Kenna y yo nos encontramos en este lugar para ir al colegio juntas. Comienzo a disminuir mis pasos para que kenna pueda alcanzarme. Volteo para ver por donde viene y esperarla.  

Hasta que veo a un chico con vestimenta negra, trae un cubre bocas del mismo color. Camina hacia donde estoy sin quitarme su mirada. 

El miedo comienza aparecer en mi cuerpo, si camino rápido podré prevenir un asalto. A mi tía y a mi nos ha costado mucho comprar mi celular, tuvo que tomar tiempo extra en su trabajo y yo en vacaciones busqué un trabajo de medio tiempo. 

Acelero el paso pero los zapatos amenazan con salirse de mis pies. 

“estupidos zapatos”. Empiezo a ver a lo lejos la puerta del colegio, nunca me había a legrado de ver la puerta. Volteo para ver si ya no me sigue y todo fue una mala jugada.  

El chico sigue caminando detrás de mi, tal vez mi paranoia está yendo demasiado lejos y también estudia en el mismo colegio. 

Inesperadamente el chico empieza a correr hacia mi dirección. Me asusto dando un brinco, sin pensar comienzo a correr. 

Miro mis zapatos y maldigo el momento que los elegí. —Por favor no se salgan —les murmuro como si me escucharan. 

El vestido se va pegando en mis piernas, las esperanzas iban aumentando cada vez que veía el colegio más cerca. Doy un grito mental por la felicidad. 

Mi festejo se Interrumpe cuando unas manos toman mi cintura y me llevan a un callejón, su mano tapa mis labios, sus ojos me miran fijamente causando que me incomode. 

Del bolsillo saco el celular y lo dirijo a su mano desocupada.  

—No quiero tu celular, es hora de volver a casa —dijo con ligereza. 

¿Volver a casa? Seguro este tipo me confundió y me acaba de dar el susto de mi vida. 

Quita su mano de mis labios, la baja a mi cuello y empieza apretar poco a poco. ¿Qué le pasa a este tipo?. 

—Perdón pero creo que te has confundido. —Trato de apartar su mano pero poco a poco aumenta su fuerza. 

El oxígeno cada vez me hace falta, trato de no perder la paciencia para no caer en pánico y perder más oxígeno. 

—Es hora de volver —susurra. 

La presión de mi cuello fue disminuyendo, el aire volvió a mis pulmones pasaron algunos segundos para volver a regularizar mi respiración. Cuando levanto la mirada me encontraba sola en el callejón. 

Las clases pasaban sin embargo no me concentré en ninguna, para mi mala suerte la profesora de física me regañó por no contestar de que trataba la clase. 

La campana  suena, ¡al fin¡ cierro el cuaderno que no tenía anotaciones por el día de hoy y lo meto en la mochila. Camino hacia el comedor y pido un sándwich de pavo y una lata de refresco, me dirijo a la misma mesa donde esta kenna sentada con su celular, el sonido de la charola hace que levante la mirada con una sonrisa.  

—¿Qué te pasó en el cuello? —inquirió con preocupación. 

—Un tipo se hecho a correr y me ahorcó —contesto, antes de darle una mordida a mi sándwich.  

—¿Estaba guapo? —preguntó con una sonrisa pícara. 

—Ese loco me dio el susto de este año —espeto molesta, me paso la mano por mi cuello lastimando. 

—Todavía falta el susto de tu cumpleaños —susurra para ella misma pero si logro escucharla. 

—Por esa razón odio mi cumpleaños —suspiro, le doy una última mordida a mi sándwich. 

Cada cumpleaños mi tía me encierra en mi habitación después del colegio, no puedo festejarlo por que al día siguiente nadie se acuerda de lo que ocurre el día anterior. En la mañana kenna y mi tía me traen un pastel de chocolate y mis regalo. En la tarde nadie está despierto o inconsciente para saber que es lo que pasa en el exterior. 

—¿Por qué en tu cumpleaños? —Cuestiona kenna. 

—Solo tuve la mala suerte de que fuera en mi cumpleaños, si no hubiera sido ese día seria cualquier otro —dije sin darle tanta importancia. 

“Ya no me molesta festejar mi cumpleaños en la mañana”. El timbre suena avisando que solo falta 4 horas de clases para poder ir a mi casa a ver una buena película. 

—¡Demonios! Tengo examen de química  —exclama agarrando su mochila de la mesa, sale corriendo sin despedirse. 

Siento un líquido frío en mis piernas, bajo la mirada y un hilo de refresco cae sobre mi vestido, me paro rápido de mi asiento para que no se expanda la mancha.  

Miro la hora en el celular, tengo 10 minutos para ir al baño y entrar a clase, camino por los pasillos hasta llegar a los baños, abro el grifo y comienzo a limpiar la zona que esta manchada.  

Alzo la mirada hacia el espejo, mis ojos caen en mi cuello que esta un poco rojo, llevo mi mano a mi cuello para masajear. 

—Ya es tiempo —dijo una voz gruesa. 

Mediante el espejo veo que en un cubículo hay dos pares de pies. Camino hacia el cubículo de a lado, subo mis pies en la tapa del retrete, para que cuando salgan no vean que los he estado espiando  

—Todos lo sabemos —dijo una voz femenina. La voz la conozco pero no me acuerdo de quien sea la dueña de esa voz  

—Por ese motivo te he venido a buscar —contesta  el chico. 

—No pudiste esperar a cuando saliera, si te ven aquí me meterás en problemas. —Escucho que suspira  

—Ya estoy acá, va a ver una reunión en casa de gadeon. 

Suelo ser muy chismosa y ahora mismo desearía saber en donde se encuentra su casa de gadeon para escuchar la reunión, También quiero ver quien esta del otro lado de la pared delgada que nos separa. 

Con cuidado coloco mis manos en la pared para impulsar y ver quien esta del otro lado, me quedo quieta cuando vuelven hablar. 

—Bien, en la tarde los veo en la casa de gadeon. 

—Ya es tiempo de que vuelva pajarito —anuncia. 

Me bajo del retrete con delicadeza para que no se escuche el eco de mis zapatos. Entre la pared y la puerta hay un pequeño hueco donde me asomo para ver quien sale del cubículo. Espero unos segundos hasta que el pasador suena y sale un chico vestido de color negro,  solo logro visualizar su espalda. 

Reconozco esa vestimenta del chico, no la he olvidado en todo el transcurso del día. De algo estoy segura, el chico que acababa de salir es el mismo que me ahorcó en la mañana. 
 



#4532 en Thriller
#1772 en Suspenso
#2382 en Misterio

En el texto hay: mentiras, muerte, pelea de pueblos

Editado: 09.04.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.