Los chicos de Roughet

Capítulo 2

Hago mi último esfuerzo para recordar los sucesos de mi sueño. Lo primero que recuerdo es el bosque y los chicos con ropa oscura. No logro visualizar como eran sus rostros, solo logro ver manchas oscuras donde deberían estar sus caras.

 

—parece que lo disfruto. —Trago grueso, solo con decir esa oración siento reseca mi garganta.

—esos sueños solo descontrolan tu equilibrio mental—dijo el psicólogo con las manos cruzadas —. Esta claro que las personas normales no disfrutan hacer daño.

 

Se acomoda los lentes y continúa: 

—¿Disfrutarías pasar un cuchillo en el cuello de tu tía? —cuestiona, su mirada es tan intimidante, que me encojo en la silla y respiro hondo antes de hablar.

 

—no claro que no, no podría agarrar el cuchillo y mirar a mi tía a los ojos —contesto lo más rápido posible.

 

Miro el reloj que está en la pared, no veo que la manecilla se mueva ni lo más mínimo, ruego al cielo que ya termine y me deje ir a mi casa. Cada sección se vuelve más desagradable que las anteriores.

 

—solo piensa esto; tu tía que te ha acogido en su casa para que no fueras a un internado, trabaja demasiado para que no te falte nada y llegas a matarla solo por que te satisface.

 

—pero no quiero hacerle daño, solo fue un estúpido sueño— explico, con frustración me paso mis manos por mi rostro.

 

—con tu sueño es más que suficiente para saber que son acciones reprimidas.

 

Dudo mucho que sea el mejor psicólogo, solo quisiera ponerle cinta adhesiva para que no diga más tonterías.

 

—Tienes que dejar de soñar esas atrocidades o me veré en la necesidad de encerrarte un tiempo. —Me apunta con su bolígrafo.

 

Parpadeo por lo que acaba de decir. Esta noche soñaré que soy dueña de una fábrica de chocolate, como si pudiese soñar las cosas que yo quiero.

 

Le he pedido a mi tía que me lleve con otro psicólogo, lamentablemente le tiene bastante confianza, el lleva mi caso durante años.

 

—no volverá a pasar Murray. —Me levanto del sillón molesta, solo pierdo el tiempo con este señor.

 

Camino hacia la puerta del consultorio, antes de que pueda girar la perilla, la voz de Murray me detiene.

 

—los sueños y tu vida normal son muy diferentes, si fueras como la chica de tus sueños, ya te hubiera encerrado.

 

Después de asentir, me dirijo a la salida donde mi tía Rosie me espera. Le mando un mensaje diciendo que ya acabo la sección y que voy en camino al auto.

 

Mi atención esta en la pantalla del celular hasta que tropiezo con algo duro, alzo la mirada y veo a Ernaline una chica que va en el colegio, nunca hemos intercambiado palabras aunque esté conmigo en la mitad de las clases.

 

Lleva una falda negra, una camisa de tirantes gruesos del mismo color, su cabello es negro con mechones pintados de verde.

 

—discúlpame Ernaline, no vi por donde caminaba. — Busco el bolsillo de mi suéter para meter mi celular.

 

—no deberías de venir. —Frunzo mi ceño confundida.

 

“Creo que es el día de confunde a daryan”. Pienso

 

—tu tía y tu psicólogo. —Hace comillas con sus dedos —. Solo quieren controlarte, te meten culpabilidad solo para que tu diagnostico siga así durante años.

 

La culpabilidad siempre está cada día presente, tengo que ser la chica perfecta, me esfuerzo mucho para que mi promedio sea arriba de ocho.

 

Mi tía no me permite juntarme con otras personas que no sea Kenna. Probablemente tenga razón, busca cualquier justificación para mandarme con Murray. Pero ella llega culpándolos sin saber nada de ellos o mi diagnóstico.

 

—préstame tu celular. —Saco el aparato de mi suéter, miro mi celular y luego a ella, con un suspiro se lo extiendo.

 

—¿Que estas haciendo?. —Trato de ver lo que escribe pero lo apaga cuando estoy cerca.

 

— le he escrito a tu tía que te espere un momento más —dice guardando el celular en su mochila.

 

—¿Por qué? —Cuestiono incrédula.

 

—necesito que me acompañes.—Empieza a caminar, sin voltear a ver si la sigo.

 

Es extraño que Ernaline me pida que la acompañe, en el colegio esta sola, no socializa con nadie, siempre la veo sentada en la cafetería o en las gradas. 

 

Entramos en el consultorio de Murray. Está de espaldas viendo a través de la ventana, lleva su cigarro a sus labios, le da una calada y después de unos segundos saca el humo, este se va por la única ventana que está abierta.

 

—tu tía te esta esperando Davis.—Me sorprendo por la mención de mi apellido.

 

Ernaline se queda quieta en su lugar, sin que Murray noté su presencia.

 

—¿como sabe que soy yo?. 

 

—todos sienten tu presencia, la de un pequeño pajarito encerrada en una jaula por miedo a que se convierta en un águila —dice dándole la última calada a su cigarro.

 

“Por qué todos se refieren aves, no pueden decir otro animal”. Después de ver la ventana por un largo tiempo, se da la vuelta, sus ojos me miran por unos microsegundos. Su atención queda en Ernaline su cara relajada cambia a una de asombro.

 

—Davis no deberías de juntarte con personas con actitudes rebeldes con la vida. —aconseja tirando la colilla al bote de basura, presiona el botón del ventilador.

 

Ernaline usa vestimenta que no aceptan en el pueblo, todos la tachan de "rebelde" tiene una perforación conocida como labret vertical.

 

—supongo que es psicólogo, pero no lo parece— mueve su cabeza en forma de negación.

 

—si puedes voltea hacia aquella pared verás mi titulo. —Su dedo apunta a un marco color café.

 

—un psicólogo con la mente cerrada, es tan absurdo. ¿No lo crees daryan?.

 

Demonios, aunque quiera darle la razón, no puedo. Murray es un superior y los superiores tienen la razón. Los dos pares de ojos están sobre la reacción que pueda dar, la presión es bastante, mi cuerpo se contrae, me abrazo para poder darme protección.



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En el texto hay: mentiras, muerte, pelea de pueblos

Editado: 09.04.2022

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