Dos semanas después de lo ocurrido en mi casa todo volvió a la normalidad. Mediante pasaron los días los tres comenzamos con una amistad maravillosa, Matt tiene la alegría que necesitamos Kenna y yo.
Matt esta acostado en la cama comiendo frituras las moronas están esparcidas por toda la colcha, mientras Matt tira la mitad de frituras y la otra mitad se las devora, nosotras metemos en las mochilas todo lo que podríamos necesitar esta noche.
Cada año el colegio organiza un campamento en la escuela, las dos canchas del colegio son bastante grandes para que todos los estudiantes puedan convivir con sus amigos.
Hace una semana nos dieron el comunicado de que sigue el programa de convivencia de todos los años. Los chicos de último grado hicieron lo imposible para que este año fuera en el bosque, los encargados dieron las mismas escusas de cada año para hacerlo en el colegio. Es estúpido dormir en el frío e incómodo piso del lugar donde te estresas cada día del año.
Por nada del mundo podemos faltar al magnífico campamento. Los directivos nos amenazan con bajarnos la calificación en los promedios que tenemos bajos o por la vieja leyenda del pueblo.
Hace un par de años, todos los estudiantes no asistieron al campamento escolar. Se fueron al bosque que esta cerca del pueblo. Todo transcurría perfecto, disfrutaban de la gran libertad que hacía sentir el bosque. Los estudiantes juraban que iba hacer una fecha que marcará sus vidas y que nunca olvidarían. Paso el tiempo y algunos se metieron a sus casas de campaña, otros caminaban por el inmenso bosque disfrutando de la naturaleza.
La noche no es para los humanos, la noche es para todo que no tiene una pizca de humanidad.
Los organizadores del campamento, caminaban por el gran bosque, de pronto vieron a dos personas sentadas debajo de un árbol, se acercaron a ellos para mandarlos más cerca del campamento. Cuándo los apuntaron con las lámparas, vieron que tenían un largo corte en el cuello y en las muñecas, sus torsos estaban atados al tronco del árbol. En ese momento el caos se desató, ese día era el comienzo del ocho de noviembre.
—A mitad de la noche vamos a un salón a dormir. —Matt se limpia los pequeños trozos de chettos que cae en su ropa dejando más moronas en mi cama.
—Cierran todos los salones, no quieren que entre las parejas a darse amor. —Kenna abraza la chamarra y da besos al aire.
—¿Cómo vamos a dormir los tres? —cuestiona Matt ayudándome a cerrar la mochila.
—Mi madre y su tía compraron una casa de campaña grande para 10 personas con tres habitaciones —dice como si no fuera gran cosa la enorme tienda, a Kenna le encanto cuando nos las entregaron.
Saco del armario la caja de pequeño tamaño a comparación de lo que está ahí adentro, se la entrego para que se de una idea de lo grande que es.
—¡POR DIOS¡ mi plan era enredarme en una manta como taco —exclama al ver la imagen de la tienda ya hecha.
—Los tres vamos a tener espacio suficiente en cada habitación.
En la mochila de nuestro alegre amigo metemos nuestro almuerzo de toda la noche. Diferentes tipos de snack, diferentes tipos de gaseosas y botellas de agua, linternas, baterías de repuesto, mantas y colchonetas.
Matt dice que es necesario para un campamento, Kenna y yo sabemos que es innecesario algunas cosas, pero es su primera vez en esta actividad escolar así que no arruinaremos su noche.
Entre las dos llevamos mantas extras, ropa cómoda y calentita, llevo mis pantuflas de oso pardo y repelente para mosquitos.
Subimos todo al coche de Elizabeth que se ofreció llevarnos al colegio, Kenna pone la radio, el par de cantantes empiezan a bendecir nuestros oídos de Elizabeth y míos. Irritada por los gritos abro una bolsa de chettos, me llevo un par y las demás las quiero meter en sus bocas.
Elizabeth detiene el auto en la entrada del colegio, con una mirada agradezco Elizabeth por pisarle al acelerador.
No queremos colocar la tienda de campaña cerca de un grupo escandaloso, damos vuelta por las dos canchas hasta elegir un lugar retirado. El cielo empieza avisar que la noche está por salir. Esto es malo muy malo todavía no tenemos la casa de campaña armada. cada año es más difícil de construir.
Matt solo nos ve mientras come una bolsa de frituras y dándonos órdenes. En un largo y estresante rato logramos armarla, al clavar el último tornillo brincamos por este gran éxito.
—Wow, es muy grande para los tres.
—Es mejor, así no escucho tus ronquidos Matt. —Mi amiga malhumorada se mete en la tienda, coloca su colchoneta en su habitación.
—Yo no ronco —grita ganándose la atención de un grupo de personas. —Es verdad, no ronco —les dice al grupo.
—Claro que si, si yo fuera ustedes me iría a otro lado, ronca como oso invernando. —Pelean afuera de la tienda. Doy la vuelta para entrar a la casita y dejarlos con su discusión. Coloco la colchoneta en mi habitación, acomodo la comida y snacks.
El director del colegio empieza a dar la bienvenida, salimos de la tienda para ver a los supervisores de esta noche y escuchar las recomendaciones. Como cada año los salones de clases y la cafetería están cerrados con llave, solo el baño está del otro lado se encuentran abiertos.
Miro la hora apenas son la 1:00 de la madrugada, estamos jugando uno, Kenna y Matt se desconocen en este juego.
—¡Unoo! —exclama Matt con una sonrisa burlona hacia Kenna.
Kenna pone una tarjeta color azul con el número tres.
—Te beso los pies si le pones un mas cuatro a Matt. —Me mira con súplica.
—Yo te beso los pies si me dejas ganar. —Ahora exclama Matt.
—Chicos es solo un juego para pasar el...
Editado: 09.04.2022