Los colores de mi cielo

capitulo 23

¿Por qué lo hizo?, si tan solo me lo hubiera dicho, todo sería diferente.

Cada paso que doy un paso, duele como un demonio, como si caminara por vidrios, que se clavaran en mis pies. La opresión mi pecho es tán fuerte que siento que me falta el aire, como si respirar fuera una tortura.

Comienzan a caer gotas del cielo. Que conveniente.

Una gota

Dos gotas

Tres gotas

Sin darme cuenta ya estaba empapada, caminando sin rumbo alguno.

Tropiezo con mis propios pies debilitados por el frio que cala mi sistema haciéndome tiritar. Sangre comienza a salir de mis rodillas y manos, raspadas por la caída. Me pierdo viendo el líquido rojo ligarse con el agua y desaparecer por el asfalto provocando en mí, envidia.

Quisiera desaparecer...

— ya basta— dicen detrás de mí.

Volteo con la esperanza que sea Nick diciendo que todo fue una broma, que diga lo patética que me veo y reírnos por la situación.

Mis esperanzas se van al caño cuando veo a Liam.

Rompo en llanto, me es imposible controlarlo, me engaño, me uso para limpiar su conciencia.

—Karen vámonos, puedes resfriarte—dice con tono suave acariciando mi pelo mojado. 

El solo siente lastima de mí, lo puedo ver en sus ojos. Me da coraje, ganas de arrancar cada hebra de mi cabeza.

Solo se producir pena y compasión hacia mí. soy repulsiva.

—aléjate—digo entre sollozos, quitando su mano de mi cabeza— no quiero tu lastima —suelto desgastada, mis ojos pesan.

—nunca sentiría lastima de ti— dice con ternura. En sus ojos destellan tanto amor y calor que me abruma y me hacen sentir la peor mierda de este mundo. Si simplemente no existiera sería mejor para todos, la opresión en mí, crece. Llevo mi mano hacia mi pecho como si eso la disminuyera.

—quiero morir— mi voz sale rasposa y casi se escucha como un susurro, pero esto no impide que Liam lo escuche.

—no, no, no— alza mi rostro y aparta el pelo que se posiciona en mi cara. Sostiene mi rostro en sus manos mientas acaricia mis mejillas—no digas eso—  sus ojos hacen contacto con los míos y puedo ver su preocupación. Me abraza, a pesar del frio que hace, su cuerpo desprende un calor impresionante.

—suéltame— lo golpeo con las pocas fuerzas que me quedan—¡suéltame por favor! — suplico, trato de apartarlo, pero es inútil. Me abraza más a él.

—no lo haré— susurra en mi oído. Su tono es firme y a la misma vez apacible.

Lo dejo estar, porque por más que quiero que se aleje me reconforta y brinda paz. Nos quedamos ahí, bajo la lluvia, el tratando de consolarme y yo de olvidar lo que sucedió.

La lluvia poco a poco va calmándose, pero el cielo sigue nublado.

—ya es tiempo de irnos.

Liam extiende su mano cuando se levanta para que me apoyara en él, la tomo sin protestar.

Intento levantarme, pero mis pies fallan cuando siento un mareo envolver mi ser y la oscuridad arropadora me lleva a su merced.

 

 

 

 

De mi boca sale un quejido de dolor, mi cuerpo duele a horrores. 

Cuando estoy consciente completamente, visualizo a mi alrededor, estoy en un lugar desconocido, mis nervios salen a flote. Comienzo a imaginar mil cosas a la vez.

¿cómo llegue hasta aquí?

Mi pregunta se responde sola, cuando de una puerta se abre dejando ver a Liam, mi jefe.

Sonríe hacia mi desde su posición. 

—despertaste— dice sonriendo y camina hasta sentarse al borde de la cama.

—¿qué hago aquí? — mi voz sale rasposa y mi garganta duele. Una punzada en mi cabeza, se hace presente.

—¿no recuerdas? — pregunta curioso y frunciendo el ceño formando arrugas ligeramente pequeñas a cada lado de sus orbes —te desmayaste y te traje a mi hotel, me tenías muy preocupado.. comenta, pero lo dejo de escuchar cuando los recuerdos aparecen de golpe.

 Una lagrima traicionera se desliza por mi mejilla.

Confié en él.

Me engaño.

"Odio que me mientan"

Él fue quien mintió, como es capaz de mirarme a los ojos y mentir de tal forma. Sonreía, me acompaño en mis días de miseria, le conté como la lloraba cada día, como tuve que vivir después de su muerte y aun así no tuvo el valor para contarme.

  

La culpa y la opresión en mi pecho me está matando.

—toma— salgo de mis pensamientos al oír la voz de Liam. Alza una taza de un líquido, que descifro es té por el aroma que desprende.

—gracias —tomo la taza de sus manos. Tozo cubriendo mi boca con el antebrazo.

 —no hay de que—dice llevando su mano hacia mi frente —tu temperatura se está elevando de nuevo, el medico dejo unas pastillas para que te las tomes— comenta con simpleza. Un sin número de preguntan llegan a mi cabeza.

 —¿qué hora es? — debe ser muy tarde, no fui por noah, que clase de madre soy.

—son la 2: am— mis ojos se abren más de la cuenta por la impresión.

—debo irme— comentó levantándome de la cama, me detengo en seco. Siento mis mejillas arder.

—¿dónde está mi ropa? — digo al fijarme de mi vestimenta, consiste en un camisón blanco que llega hasta mis muslos.

—este— se pone nervioso. Rasca su nuca— yo... tu ropa estaba empapada y tenía que quitártela para que tu cuerpo entrara en calor —dice mirándome a los ojos.  Suspiro— tu ropa debe estar en el baño, esta seca y planchada por si te quieres cambiar—dice señalando una puerta, indicando el baño— pero por mi está bien si te quedas así, no tengo problema— sonríe pícaro.

Niego —prefiero cambiarme de ropa —comienzo mi camino al lugar donde indico que queda el lavabo, pero mi andar es detenido por su firme agarre.

—Karen, no creo que sea buena idea que te vayas —dice mirándome con sus penetrantes ojos. Frunzo el ceño —digo—suelta su agarre y carraspea —es de madrugada y estas enferma— dice preocupado. Suspiro, tiene razón, pero tampoco quiero incomodarlo, ya tuvo suficiente de "Karen, el desastre andante".



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En el texto hay: triste, drama, drama amistad

Editado: 12.04.2021

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