El odio incrementa en mí, parado en medio de la calle, con los ojos cristalizados, siento que quiero matarlo por haberle dicho.
“Maldita sea en la hora en que te conocí, Alex” —Pensé y mis pies se mueven por sí mismo, sin pensar en nada, simplemente sintiendo todo este odio por el hombre que alguna vez amé y que estaba complicándome la vida.
Después de veinte minutos de camino, mi puño llega a esa puerta, ignorando el timbre y provocando un ruido excesivo a los vecinos del chico de ojos negros.
Todo dentro de mí arde en odio y aberración.
—¡Ya voy! ¡Maldita sea! —Exclama por el otro lado de la puerta, él la abre y su rostro se ve sorprendido. Una pequeña sonrisa llega a sus labios. —Jackson... ¿Qué haces…? —No lo dejé terminar y mi puño llegó pronto a su nariz.
Él retrocede y siento que no ha sido suficiente ese golpe, me tenía en rabia absoluta. Sus ojos se cristalizan y pronto su nariz comienza a sangrar, el miedo está en sus ojos.
—¡¿Qué mierda, Jackson?! —Exclama.
Mi pecho es un vaivén. —¡Te dije que te mantuvieras callado! —Le dije y pronto mis puños toman la tela de su camiseta, llevándolo hasta la pared. —¡¿Por qué sigues haciéndome esto?! —Dije con tanto odio. —¡Tú fuiste él que me engañó! ¡Dos veces! —Sentí que mi garganta comienza a cerrarse. —¡Dos malditas veces que estuve en mi cama preguntándome el por qué no era suficiente para ti! ¡El por qué tenías que buscar todo lo que te daba en alguien más! —Sus ojos se cristalizan, al escuchar mi voz quebrada y mis ojos cristalizarse.
Sus labios tiemblan al escucharme quebrar de esa manera. Sus ojos están fijos en los míos, y todo dentro de mí sabe que he hecho mal al venir aquí a golpearlo, por qué había un pasado entre los dos, uno en donde todo había sido bonito, donde hubo paz alguna vez y amor de por medio.
—¿Por qué?...—Digo y siento que no puedo más. Me dolía el saber que la había perdido, sin oportunidad alguna, ahora ella me detestaba por culpa de mi primer amor.—La amo, Alex.
Estaba defraudando a aquel Jackson que se había enamorado perdidamente de Alex Davies, destrozando pedazo a pedazo todo eso bonito que habíamos formado ambos, y había roto toda esa ilusión de un chico de quince conociendo a su primer amor.
—Porque te sigo amando. —Dice con un nudo en la garganta. —Y el pensar que estás siendo feliz sin mi… junto a ella…de un lado a otro, amándola como solías amarme, me vuelve loco, Jackson. —Dice y sus lágrimas caen, dejando a un lado el dolor de su nariz, posiblemente rota. —¿Por qué es tan difícil para ti entender que sigo amándote como esa primera vez que nos vimos fuera de tu casa? —Susurra, y mi agarre se afloja y niego.
Limpio mis lágrimas que acaban de caer, sintiéndome enojado por su egoísmo, por no dejarme seguir a pesar de ser el culpable de todo esto.
—¿Por qué es tan difícil para ti entender que fuiste tu quien rompió todo? —Le respondo sin retroceder, manteniendo la misma distancia. —Tú rompiste mi corazón, Alex Davies. —Tragué el nudo. —Es muy egoísta de tu parte que estés haciendo esto.
Sus lágrimas caen y pronto su sollozo se escucha.
Mantuve la mirada hacia él, viendo en él al viejo Alex…ese que lloraba en mis brazos, el que decía que era su cura de todo y que era yo a quién amaba.
—No fue justo que me dejarás atrás por ella. —Dice al cabo de segundos, y con sus mejillas empapadas, ahora mi enojo había disminuido tras involucrarme en los recuerdos del pasado. —Lo habría aceptado si hubiera sido un chico. —Me dice con el nudo en su garganta. —pero ¡¿Ella?! —Me mira con odio.
Fruncí el ceño. —¿Por qué te importa tanto que sea Joanne a quién amo ahora? Es una chica extraordinaria y llena de virtudes y defectos que me vuelven loco. —Le dije.
—¡Porque siento que no es verdad que la ames! —Exclama. —¡Estás confundido! ¡Sé que es así! —Me grita y pronto me abraza, no hago nada, simplemente lo veo. —¡Sé que te dejaste engañar por ella! ¡Sigues amándome! ¡Y tú sólo quieres convencerte de que no es así!
Exhalé, mis manos lo toman de los hombros y lo alejo. Él agacha la mirada, sintiendo mi rechazo.
—¿Por qué no te das cuenta de lo egoísta que estás siendo? —Le susurré. —Me engañas ¿y crees que después de todo puedes decirme si amo o no a una persona?
Él me mira y sus manos van a mis mejillas. —Quiero que me ames de nuevo, que me perdones por haber sido un idiota. —Sus mejillas caen y susurra. —Quiero volver a sentir tus labios en los míos, y no en los de ella. —Me dediqué a mirarlo. —Quiero que el único que esté en tu mente sea yo. —Susurra y se acerca un poco. Él mira mis labios, y pronto sus manos rodean mi cuello. Podía sentir su aliento.
Ese aliento que me hacía derretirme siempre, ese aliento a menta que me hacía elevarme al cielo cuando nuestros labios se unían otra vez.
—Sé que sigues amándome. —Susurra. —Y te lo mostraré. —Él pega sus labios a los míos y comienza a besarme. Me quedo quieto, dándome cuenta de que no lograba transmitirme nada… nada de eso que solía extasiarme, ni una sola gota. Sus manos presionan mi cabeza para que lo bese, pero sigo ahí sin hacer nada, sin sentir nada.
Él se separa de mí y se ve anonadado ante mi escaso entusiasmo. Su mirada está perdida y sus manos caen levemente.
—¿Has terminado? —Le dije con el ceño fruncido.
Él traga saliva, sus labios tiemblan y comienza a llorar en silencio.
Asentí.
Mis manos van a mi pantalón sacando mi billetera y sacando dinero, se lo extendí, no lo tomó entonces lo arrojé en el mostrador.
—Quizá no pueda reparar tu podrido corazón, pero quizá te sirva para reparar tu nariz quebrada. —Dije y comenzó a llorar, y entonces me dirigí a la puerta, hasta que me detuvo su voz.
—No puedo creer que estés siendo un idiota conmigo.
—No soy el malo en esto. Te lo he dicho antes, la amo y avancé sin ti…porque tú rompiste mi corazón. Te amaba tanto, Alex…que…estaba decidido fugarme contigo a donde sea.—Su rostro refleja sorpresa.— Pero entonces supe que nunca iba a ser suficiente para ti, si siempre te revolcabas con alguien diferente cada noche. —Le dije. —Ya me has hecho mucho daño, por el amor que nos teníamos, sólo déjame ser feliz con la persona que ahora amo.