Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 52. Una señal de vida.

Viernes 1 de junio.

Corría de un lado a otro. —¡Vamos, Williams! —Grita el entrenador. —¡Lewis, quítasela! —El entrenador parece estar algo estresado.

Zack quiere quitarme el balón, pero entonces lo evado, va a la par mía y está a punto de quitármela y sin querer lo hago caer. Paso el balón a otro compañero y me contengo.

—¿Estás bien, Zack? —Me detengo y le ofrezco la mano. Él me sonríe, tomando mi mano.

—Sí, gracias. Fue una buena tacleada. —Dice, asentí y miro hacia las gradas, las veo vacías, sintiendo ese vacío en mi pecho.

Él nota mi reacción, pero no dice nada, sólo toma mis hombros como apoyo.

—¡Williams! ¡Lewis! ¡A correr! —El entrenador nos llama, ambos nos miramos y comenzamos a correr por el campo.

El juego comienza a ser un poco más intenso, éramos cinco contra seis, habíamos dividido al equipo para practicar, Zack y yo, competíamos con Jasón y el resto de sus amigos idiotas. Zack cae nuevamente por haber sido empujado por el equipo contrario.—¿Estás bien, amigo?—Le pregunto, deteniéndome y entonces siento que alguien me taclea. Mi rostro se desplaza por el rasposo pasto.

Mierda, arde.

El idiota de Jason está sobre mí y se levanta. —Mierda, Williams. ¡Fíjate por donde te atraviesas! —Dice tratando de culparme, fruncí mi ceño, levantándome y empujándolo por detrás. Ya estaba hartándome.

—¡El que debe de fijarse eres tú, imbécil! —Dije enojado. Jason se gira y me da el primer golpe, me ha partido el labio, escupí un poco de sangre y entonces pierdo el control. Le regreso el golpe y ahora el campo es un ring de boxeo o algo así.

Brad toma a Jason, mientras que Zack me toma a mí. —Tranquilo, amigo. —Me dice, pero estaba que ardía, lo detestaba tanto que quería volver a molerlo a golpes.

—¡Me las pagarás, idiota! —Grité y el entrenador se interpone entre los dos.

—¡Oye, Williams! —Se ríe. —Ahora que Joanne está soltera, podrás ver cómo le atravieso la lengua en toda su boca. —Dice arrogante.

—¡No se te ocurra acercártele, imbécil! —Grité, dispuesto a pegarle nuevamente.

—¿¡Quieren comportarse!? —Dice furioso el entrenador. —No me hagan que los reemplace en el partido de mañana. —Nos señala. —Si no cambian esa actitud tendré que sacarlos del equipo y seguro eso no les ayudará en la beca. —Nos mira a ambos.

—Cálmate, Jackson. —Me dice Zack. —Tranquilo, viejo. El entrenador tiene razón.

—Los quiero en la oficina del director en veinte minutos. —Nos señala. —Y tú Williams, vete a la enfermería, ahora. —Me dice molesto, me zafé del agarre de Zack y caminé.

Odiaba que ese imbécil creyera que podía burlarse de mí.

Frente a mí estaba Zack, esperábamos unos minutos, en la enfermería nos dijeron que el personal había ido a comer así que demorarían un poco.

Había ido a la oficina del director antes de venir aquí, nos había sentenciado o a la próxima nos suspendería por una semana, era injusto, por que ese idiota era quién me provocaba y siempre se salía con la suya.

Estábamos en los vestidores de la universidad.

Robert estaba en una esquina, había venido en cuanto se corrió el rumor de nuestra pelea. Me miraba en desaprobación. —No puedo creer que nuevamente estés buscando peleas. —Me dice mi mejor amigo molesto.

Zack no dice nada.

—¿Quieres dejar tus reclamos para después? —Solté, miraba mis pies, estaba harto de regaños de todo el mundo.

—Hola, cielo. —Dice Zack, al ver a Alli entrar a los vestidores, la observé y ella traía un par de bolsas en sus manos, nos mira a todos y le da un beso rápido a Zack.

—Hola, supe de la pelea. —Nos dice. —Y aproveché para traerles la camisetas. —La observé, asintiendo y luego mirando hacia mis pies. No podía evitar sentirme así, hoy cumplíamos nuestro primer mes juntos y estábamos distanciados, ella me entrega la bolsa y me muestro serio.

—Gracias. —Dije desanimado.

—¿Qué sucede, Jackson? —Pregunta la chica, abrazada de mi compañero.

Negué. —Nada, sólo que ansiaba por tener la camiseta, pero ahora siento que todo ha sido en vano. —Digo viendo ese par de números en grande.

—¿No has podido arreglar las cosas con Joanne? —Negué. —¿Por qué no nos cuentas? Quizá podamos ayudarte. ¿Verdad, cariño? —Le pregunta a Zack.

Robert me mira en silencio.

Los miro a los tres, pero siento que si les digo, pueda existir un momento incómodo entre Zack y yo. Y entonces negué.

—En realidad no quisiera hablar de ello. —Digo y la pareja asiente. Robert habla atrayendo mi atención.

—Bien, ya son las doce, así que ya debieron de haber llegado. —Refiriéndose al personal médico de la universidad, asentí, me despedí de los chicos y entré junto a Robert a la enfermería.

El silencio nos invade, la chica comienza a curar mi mejilla, la cual recibió el impacto de mi caída dejando raspones. Robert estaba callado en la esquina, observando como la enfermera me curaba. Durante el proceso me mantuve callado, recordando aquella vez que Joanne curó mis heridas en México, cuando mis labios le confesaron todo mi amor guardado para ella, la vista se me nubla y la voz de la enfermera me hace volver a la realidad.

—Lo lamento, ¿Estoy siendo brusca? —Pregunta preocupada, refiriéndose a mis ojos nublados, negué, dándome cuenta de que estaba a punto de llorar.

—No.

Ella me mira y luego a la caja que tenía a un lado. —Se me ha acabado las gasas, denme un segundo, chicos. —Menciona y sale después de cinco minutos de haberme limpiado la sangre en mi rostro. Me quedo sentado en la camilla, con la mente perdida.

Ambos asentimos.

El lugar se tornó silencioso, mientras que mis ojos se ven afectados nuevamente.

—¿C-Crees que ella logre perdonarme? —Le pregunté, rompiendo el silencio, sintiendo que todo dentro de mí se evaporizaba.

—No lo sé, hermano. —Me susurra, noto que está sintiendo mi dolor ahora mismo, no me atrevo a mirarlo.




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