Sus labios besan mi mejilla.
Sus labios van a mi oído y de una manera sensual me susurra. —Juguemos.
Sonreí y la miré. —Pensé que ya lo hacíamos. —Dije besando sus labios y ella se ríe, en seguida niega.
Muerde su labio. —El que gima pierde. —Susurra y muerde mi labio.
Solté una pequeña risa. —Algo fácil. —Digo y ella se ve traviesa.
Ella se ríe. —Si gano, tendrás que correr por todo el centro comercial en ropa interior.
Solté una carcajada, sentí como mis mejillas se sonrojan.
—Si pierdo, haré lo que tu me pidas. —Dice besándome.
—Entonces, prepárate para bailarme esta noche. —Susurré y luego mis labios van a su cuello.
—Vamos a hacerlo más interesante. —Dice algo nerviosa y a la vez traviesa. —Tienes un minuto para hacerme gemir, y yo tendré el mismo tiempo para hacerte gemir a ti. —Me dice.
—Me parece algo corto, pero estoy seguro de que ganaré. —Le susurro.
Ella se ríe y acaricia mi cabello.
—Ya veremos. —Suelta. —Te dejo ser el primero. —Dice algo dadivosa.
Tiré una pequeña risa y asentí. —Eres muy gentil.
La intensidad de los besos va en aumento, mis labios bajan a su pecho, mientras mis manos desabrochan su sostén, comienzo a succionar mientras la sigo observando, su mirada comienza a tornarse oscura, sus labios se abren levemente, pero no permite que algún sonido se escuche.
Joanne me atrae hacia ella y comienza a mover sus caderas encima de mí. Haciéndome entrar más en calor.
La giro, haciendo que quede a espaldas de mí, ambos mirando al espejo que me daba una mejor vista de su pecho desnudo, mis manos acarician su vientre y se introducen dentro de su ropa interior lentamente, observo a través del espejo su mirada perdida. Mis manos comienzan a moverse lentamente por su clítoris, ella aprieta sus labios en opresión de gemir, y entonces mis dedos están dispuestos a introducirse, sin algún permiso comienzo a moverlos dentro de ella, lo que hace que apriete más los ojos y se encorve hacia mí.
—¿Por qué te resistes tanto, muñeca? —Susurré con la voz ronca, ella sonríe levemente y sigue sin dejar escapar un gemido.
Joanne me acerca a ella, besando mis labios, y detiene mi mano con la suya. —Tu minuto ha acabado. —Me sonríe y me quedo quieto.
Ella se levanta y me mira.
—¿Te sientes muy confiada, no es así? —Suelto y ella se ríe.
—Mira y observa.
Dice y se pone de rodillas frente a mí.
Fruncí el ceño, ella desabrocha mi pantalón y toma mi miembro en sus manos.
—¿Q-Qué e-estás haciendo? —Digo, pero su siguiente acción me hace abrir la boca y en seguida dejar escapar un gemido leve.
Joanne había empezado este juego con doble intención, ella estaba tan segura de que lo lograría. Incluso como es que ella había aprendido esto… ¿Puede alguien explicarme desde cuando había creado a una experta en esto?
Ella comenzó a reír al escuchar que me estaba resistiendo tanto, a pesar de haber perdido desde el segundo cero. Mis manos están en su cabeza, acercándola levemente a mí, sintiendo como todo mi cuerpo se hundía en una excitación extrema.
No sé cuanto pasó, se detuvo y luego abrí los ojos.
Estaba perplejo aún, inundado en la adrenalina y queriendo entender lo que había pasado.
Mi pecho estaba vuelto loco. —Oh, muñeca no puedes dejarme así. —Gruñí, tragando saliva. Acercándola a mí, ella se ríe. —T-Tienes que decirme donde aprendiste esto.
Ella me empuja riéndose. —Tengo que cambiarme ahora, tengo que ver como vas a correr por todo el centro comercial en ropa interior.
Dice, haciéndome saber que no dirá nada. Estaba paralizado aún, tallé mi rostro, quería quitar la adrenalina de mi cuerpo.
—Mierda, Joanne, vas a volverme loco algún día. —Susurré riendo, abroché mis pantalones y me levanté. —Tienes que decirme, por favor. Debo de agradecerle a la persona que te ha enseñado esto. —Jugué y ella estaba toda rojiza.
—¡Ya, sal de aquí! —Ella me empuja fuera del probador. Y comencé a reír.
Observé a Jimmy desesperado.
—¿Por qué tardaste tanto? —Me pide y mira a todos lados.
Comencé a reír. —¿Se te hizo mucho tiempo? Por qué a mi no.
—Mierda, Jackson. —Me mira algo enojado y con señal de querer reírse. —Jess ha tenido que distraer a la chica de la entrada por que estaba a punto de traer a los de seguridad para sacarte de ahí.
Sólo comencé a reír.
Estábamos en la planta alta del centro comercial.
Jess y Jimmy estaban carcajeándose al escuchar mi castigo, Joanne les había mentido que el castigo era por haberme metido a su vestidor, se omitió la verdadera razón para nosotros.
Joanne estaba con aires de victoria. —¿Qué pasa, cielo? Pensé que eras un buen perdedor. —Levanta una ceja, y exhalé.