Capítulo 24
porque nuestro amor y deseo del uno por el otro era demasiado que no pudimos contenernos más.
Al despertar Rous se encuentra acostada sobre un montón de hojas en el suelo de la casa, ya ha salido el sol, escucha ruidos en la parte de afuera, no sabe si es o se imaginó a Sebastián, regresa a ver su hombro y se encuentra vendado con unas telas viejas y sucias, toma una piedra del piso con el brazo que no está lastimado, se arma de valor y se para en la puerta. A lo lejos ve un hombre en la parte más alta de un árbol. El hombre se deja caer de un solo golpe.
Sebastián: vuélvete a costar, estás muy débil (se acerca a ella).
Rous: estoy bien (parpadea mientras suelta la piedra).
Sebastián: no estás bien siéntate, tu herida es complicada no te la pude curar correctamente.
Rous: ¿Por qué no me has dado de esos polvos que ustedes tienen?
Sebastián: ya no hay, éramos cerca de 30 hombres y ahora solo somos dos, lo usamos en los otros. Ven siéntate.
Sebastián toma a Rous del brazo todavía está débil así que la acompaña hasta un tronco que se encuentra debajo de un árbol.
Rous: Uriel ¿también está aquí?
Sebastián: si… no te preocupes él está bien vendrá pronto (saca de una mochila una manzana y se la da a Rous).
Rous: no sería más seguro irnos de aquí, esos salvajes nos pueden atacar en cualquier momento (muerde la manzana).
Sebastián: no al contrario, que mejor escolta que ellos… Ellos son creaciones de Uriel, los primeros que el convirtió, de hecho, fue una comunidad completa cerca de 300 personas de un solo jalón.
Rous: pero no se comportan como él.
Sebastián: este tipo de personas o condenados nunca han salido de aquí, rara vez matan personas, viven de animales, y aunque no lo creas son felices, viven y se comportan como una manada. Pero si una persona o condenado por error entra a su territorio lo descuartizan. Pero reconocen y Respetan a Uriel, por eso no nos hacen nada.
Se hace un gran silencio. Rous mira el cielo despejado, los árboles verdes y frondosos, voltea a ver la pequeña casa de madera, a la cual le falta la mitad del techo que por el tiempo se ha caído, mira con más calma a Sebastián que se encuentra tratando de encender fuego.
Rous: este lugar es hermoso…
Sebastián: ¿Cómo dices?
Rous: si mira los hermosos árboles, la vista esplendida, la pequeña casa aunque un poco descuidada es perfecta... yo siempre he querido una casa así, en el cambo lejos de tanta locura de la ciudad, con una gran vista y quizás…
Sebastián: una pequeña parcela para sembrar vegetales.
Rous se queda callada.
Sebastián: ya me lo habías contado antes
Rous: ¿Cuándo?...
Sebastián: hace muchos siglos, en muchas vidas atrás.
Rous: ¿yo he vivido aquí antes?
Sebastián: si en varias vidas
Rous: ¿contigo? (lo regresa a ver).
Sebastián: no con Uriel… esta casa te la construyo el mismo para ti, aquí viviste con él muchos años, yo venía a verte de vez en cuando claro que a escondidas de el… A ti siempre te gusto este tipo de vida el campo, los animales y sembrar principalmente, tardabas horas al día limpiando y manteniendo tus hortalizas, y muy en el fondo a él también le gusta … sigue viniendo de vez cuando, cada vez que mueres el viene y se recluye aquí largos periodos, cambia el techo, refuerza las paredes, es su forma de enfrentar tu partida.
Se quedan callado unos segundos, pero lo mira fijamente, mientras el sigue intentando prende el fuego.
Rous: y… ¿Qué haces tú para enfrentar mis muertes?
Sebastián: yo hace siglos que no hago nada (deja de hacer fuego y la mira a los ojos), no hay nada que me haga superar tu perdida y créeme que he hecho de todo y nada me ha resultado, yo, yo no te puedo superar haga lo que haga.
Rous se queda callada mirándolo fijamente, Rous ve en la mirada se Sebastián resignación y tristeza. De la nada sale Uriel.
Uriel: hola…¿interrumpo?
Sebastián: no le contaba a Rous que esta es su casa y que tú la hiciste.
Uriel: si es verdad ¿te gusta?
Rous lo regresa a ver
Rous: es muy hermosa… claro yo le pondría el techo que le falta, de hecho, yo la haría de concreto y de paso le pondría un baño que mucha falta le hace.
Uriel: jajaja… es verdad es necesario un baño. ¿me dejas darte un abrazo?
Rous: este si claro…
Rous se levanta del tronco donde está sentada, Uriel se acerca y la barza, con mucho entusiasmo y felicidad. Rous se vuelve a sentar, mientras que Uriel le muestra una gran cantidad de carne que ha traído, al parecer es de un oso se pone a cortar la carne cerca de Rous con una daga, es tanta la cerne que Rous pregunta.
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Editado: 23.03.2023